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Capítulo 21 🌾 Día veinte: por nada del mundo

Volvía a ser de madrugada y Taehyung no podía conciliar el sueño con la cara pegada a la almohada. Se revolvía y revolcaba entre sus sábanas, intentando encontrar comodidad en su colchón. La noche estaba silenciosa y lo hacía sentir como presa fácil de la soledad. Otra vez. 

Se sentó inhalando y exhalando lento.

Su cabeza no podía dejar de pensar en otra cosa mas que esa noche con él.

—Dios...

Observó sus pálidas palmas y refregó su rostro. Respiró profundo e imaginó la cara del pelinegro. Sus manos se aventuraron a esos rastros en su cuerpo donde el menor había repartido caricias desaforadas, tan desesperadas como las que él mismo le dio. Recorrió su cuello, bajó paseando por las curvas de sus clavículas y percibió su respiración inadecuada. Retomó su rumbo y se topó con los magníficos labios de Jungkook, su sedosa y refulgente piel, tan ardiente como la llama de una vela. Recapituló las miradas de sus preciosos cristales y sus sensuales movimientos, repletos de cariño. No se dio cuenta cuando se había deshecho de sus mantas y comenzó a abrazarse a sí mismo. 

Lo necesitaba.

—Jungkook...

"Mi corazón late por ti aún estando ido."

Es como si lo tuviese justo a su lado, murmurando en su oído hipnotizado. 

Rebobinó los años y viajó al pasado, al día de su cumpleaños. Su triste y deplorable cumpleaños.



—¿Mamá? —resonó su voz apenas entrar a la casa con sus llaves— ¿Papá? —nadie le estaba respondiendo. Se introdujo en la cocina y abrió el frigorífico para coger una jarra de jugo de naranja que él mismo había hecho ayer con ayuda de su mejor amigo— Nada nuevo —remató.

Recorrió cada punto de su hogar hasta el cansancio, sin encontrar nada entretenido que hacer. Odiaba estar solo en casa, mucho más en ese día. Repudiaba no tener a alguien en su cumpleaños.

Se había recostado en el suelo, justo por el pasillo. La madera crujió bajo su pequeño cuerpo y miró al techo. Alzando sus manos cerró sus ojos y su mente solo pudo pedirlo a él...

—Kookie...

Con un puchero esperanzado mantuvo su quietud y se desilusionó al tolerar la idea de no ver la llegada de su amigo. Tampoco es como si le hubiera herido el ánimo, pero si tuvo desaliento.

Y segundos después percibió los dedos de sus manos entrelazarse con otros.

—¿Qué haces en el suelo? —era él— ¿Te vas a parar?

Sonrió lo más grande que pudo y el otro le ayudó a ponerse de pie, sacudiendo parte de sus ropas.

—Viniste...

—¡Claro! —le abrazó para luego echarle un ojo a su alrededor— Sé que es tonto preguntar pero... ¿Tus papás están en casa?

—Qué va —irónico respondió y recibió un sutil empujón. 

—Te preparé algo, pero necesito ayuda para montarlo.

—Me tienes a mí —emocionado sugirió Taehyung.

Jungkook le sonrió y tomó su brazo para llevarlo con él afuera, al jardín donde había dejado dos bolsos grandes. Antes de salir cerraron la ventana por la que acostumbraba trepar Jungkook para visitar de improviso a Taehyung. Cerraron la puerta tras ellos y el mayor miró los bolsos con estupor. 

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora