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Capítulo 23 🌾 Día veintidós: mi única salvación

Se despertó sin mayor esfuerzo esa mañana. Notó como la luz combatía por traspasar la barrera que imponían sus cortinas y los ruidos de la carretera cerca de su hogar. Taehyung se decidió a levantarse e ir a darse una ducha tórrida para despejar sus pensamientos inciertos. Estuvo somnoliento hasta que el agua escurrió por cada centímetro de su piel morena. Se refregó la cara para espabilarse mejor y olvidarse de lo que sea que había ocurrido días anteriores. Ese era su momento de paz, y no necesitaba nada más por ahora.

Llegó a su armario a buscar un abrigo y arroparse lo más que pudiese; quería salir y no resfriarse en el intento. Se secó sus mechones revoltosos con una toalla y fue a su patio trasero. Miró un resto del cielo, las nubes y la ínfima esperanza de encontrarse con un nuevo retoño de la flor de primavera amarilla que le obsequió su mejor amigo. Pero grata fue su sorpresa al hallar algo distinto a lo que imaginaba.

—¿Cómo...?

Esperaba ver alguna raíz brotando de la tierra pero, en vez de ello, observó cómo había nacido un solo pétalo de la planta. Era tortuoso regresar al tiempo atrás y acordarse de cómo terminó echa una maraña de tierra y tallos. Un desastre. Mas, ahora, la tenía frente a él rejuvenecida como por obra de magia, con un pétalo amarillo recibiendo la poca luz solar encantada. 

"Escucha tu corazón" se acordó de la nota del castaño. Sí, eso decía. Cada vez que reproducía esas palabras en su cabeza su corazón palpitaba sin razón explícita, no había huella de su emoción. ¿Por qué? ¿Debería escuchar realmente a su corazón y no demasiado a sus nervios? ¿Tenía Jungkook razón?

—¿Entonces qué es lo que quiere mi corazón...?

Sin darle muchas vueltas, tomó aquella bicicleta dañada del día de ayer. Sí, la bicicleta de Jung Hoseok; la había tomado antes de irse con la cara más pasmada fuera de la Zahúrda. Estaba bastante maltratada por lo que pasó, pero no le implicó mucha dificultad para llegar a dónde tenía planeado sus latidos: el hospital. Iría a ver a Jungkook. 

En un principio estaba preocupado por si las ruedas o los frenos se descompusieran en plena vía, mas la bicicleta no contaba con demasiado mal estado, pero sí con mucha mala suerte...

—¡CUIDADO! —estalló una bocina de auto.

Chocaron.

Sintió algo parecido a un pinchazo en cuanto recobró la consciencia. Despertó en una sala bañada en un pulcro marfil y supuso que había terminado en un hospital. Intentó moverse pero algo le entorpeció, algo rígido: un yeso en su brazo derecho. Parpadeó para figurar bien la imagen, y más escalofríos sintió cuando alcanzó ver una mano dibujando una carita feliz sobre el yeso.

Era Jungkook.

—Esto... —pronunció Taehyung descolocado— Esto no es nada comparado con lo que te pasó a ti.

Era un hecho, y el pelinegro rió ante lo mencionado con su característica sonrisa, tal como la recordaba Kim, única y risueña. 

—Bueno. No por nada saliste vivo de esta... —Taehyung no pareció comprender su referencia hasta que su amigo volvió a hablar, aclarando todo— Ya es la segunda vez que te salvo de un choque.

¿Jungkook? ¿Jungkook le salvó la vida otra vez...? ¿Cómo era eso posible si todo se volvió borroso al estrellarse? Ojalá le hubiera visto allí.

—Tú... —se sonrieron complacidos con un ligero rubor en la cara. Taehyung intentó alcanzar la mano de Jungkook con su ilesa izquierda, pero se tornó en vano. Kim no pudo llegar al tacto de Jeon, pero este entendió y con afán le estrechó la suya. Enredaron sus dedos y conectaron— Gracias... —el menor le asintió junto con la curva de sus labios. Un silencio penetró la instancia y Taehyung no pudo evitar suspirar de despecho— Te quedan pocos días... —se lamentó.

—Sí... —el pesar fue mutuo.

—Jungkook —se le enfrentó serio—. Yo no quiero que te vayas.

Su mirada lo decía todo. Jungkook lo sabía viendo a la galaxia en sus cuencas, llenas de furor. Y fue ahí que volvió a besarle como si fuera la primera vez. Aquellas eran las palabras exactas que necesitaba para sentirse vivo, aún estando moribundo; para sentir que aún existían esperanzas de volver a ser feliz en la tierra. Volver a ser feliz con él, porque todo lo hacía por él.

Jungkook ya estaría muerto sin Taehyung, pero la sangre corriendo en maratón ante su conexión le mantenían con dicha. 

El pelinegro se subió a horcajadas en Taehyung para abrazarle y besarle. Le besó cada lunar, cada poro, cada párpado, y cada centímetro que aprovechase. El mayor le brindó dulces besos en el casi frágil cuello y caricias en su espalda, sus negros cabellos y lo largo de sus brazos. Se besaron más de lo suficiente hasta terminar con carencia de su oxígeno, con los rostros en color gules y exaltados, perdidos en los ojos del otro intentando buscar algo más allá de ellos. Algo que gritara una solución a sus pesadumbres. Un fin a sus tragedias.

—Taehyung, sabes que tú eres mi única salvación —susurró encima de sus labios, sintiéndolo asentir con la cabeza—. Me prometí esperarte toda una vida cuando estaba vivo, pero ya no tengo una vida... —Kim le miró con una inseguridad tremenda. Más bien, algo parecido al temor. Sus cristales estaban desorbitados— Ya no tengo una vida. En cambio, me quedan pocos días.

Tenía razón. Oh, cuánta tenía.

—Jungkook. Yo prometo salvarte —aclaró con más firmeza que cualquier otro tris—. Juro que seré yo quien te salve.

—Sé que lo harás.

Y su sonrisa fueron unas ganas tremendas de llorar para Taehyung, porque en el segundo que parpadeó ya se había esfumado de su lado. Pero no sin dejarle las manos vacías.

Le dejó un reproductor de música. 

Con auriculares escuchó lo que Jungkook dejó atrás para él y su pecho se apretujó al escuchar la lírica. Qué más da. Miraba al techo y se imaginaba corriendo fuera del hospital apenas le diesen el alta, dirigiéndose a encontrar una solución al dolor de Jungkook, el que ambos compartían por igual. Porque ahora Taehyung sabía claramente lo que sentía al verle, al escucharle y al besarle. Al momento de trazar el camino que los besos de Jungkook pintaron en su piel con la yema de sus dedos. 

Había escuchado a su corazón, y este estaba gritando. 

post mortem • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora