Milo sentía que estaba a punto de reventar, sus ojos se entrecerraban involuntariamente, el sudor escapaba de su frente cayendo detrás de sus oídos, empapando su camisa, las alucinaciones comenzaron a hacerse presentes... Estaba exagerando.
Los segundos parecían horas, él ya no soportaba su miembro palpitante que le impedía si quiera imaginar alguna escena en la que hiciera suyo al francés, su cabeza estaba concentrada en el dolor. Del otro lado de lado de la puerta no podía escucharse nada, ni siquiera una piedra caer por las escaleras, hacía algunos minutos que Camus había salido y no regresó.
Conocía perfectamente esas cadenas, indestructibles, quién sabe con qué maldito material o con cuál hechizo habían sido fundidas, pero lo tenían harto; debemos añadir que la mordaza le impedía una correcta respiración, quería destruirla con su mandíbula sin haberlo logrado aún; por primera vez estaba odiando sus pantalones y cinturón favoritos, su ropa interior estaba al igual que su camisa, mojada, pero no se sentía liberado.
Llegó la sensación de alivio cuando escuchó pasos en las escaleras, casi pudo percibir el aroma de su adorado acuario, estaba seguro que era él. La puerta se abrió. Efectivamente, se trataba de Camus.
El de cabellos aguamarina se recargó en el marco de la puerta mientras cruzaba los brazos, rió para sus adentros y levantó la barbilla mirando con autoridad a Milo mientras este rezaba para que el francés le atendiera su dolorosa erección.
–¿Ya tienes suficiente, cariño? –El Escorpio asintió– Bien, espero que entiendas que –Se acercó a la cama y se sentó al lado de su novio– sólo yo puedo tocarte.
Le había repetido eso ya varias veces, esas palabras se estaban marcando en su mente, de alguna manera... ¿Lo excitaban? No, no podía ser eso. Camus no era un celoso psicópata y mucho menos un amante del masoquismo, ¿cierto?
–Hum... –Desabrochó el pantalón del moreno– ¿Te duele...? –Milo asintió nuevamente.
El acuariano sacó finalmente el pene erecto del griego, y colocó su pulgar en la punta del mismo, impidiendo que su adorado novio eyaculara.
–Vamos, Milo... No quiero que te corras aún, ¿Ya entendiste la lección?
Con la mordaza impidiendo su habla, no tenía más opción que asentir por tercera vez. Usando su mano libre, Camus comenzó a jugar con los testículos de su contrario, riendo mientras lo hacía, pues el rostro de Milo con una mezcla de dolor y placer le hacía mantener sus actos hasta llevar al escorpión al límite.
–¿Quieres correrte? –Con mucho trabajo el moreno podía abrir sus ojos– Mm... ¿Dejo que te vengas? –Reía– ¿En mi boca o...?
Maldita sea, lo que decía Camus estaba poniéndolo aún más caliente de sólo imaginarlo, su miembro ahora estaba como una piedra, sentía que iba a desvanecerse si el francés no hacía nada para remediarlo.
–C-Camus... –susurró el nombre de su pareja, apenas comprensible, pues la mordaza en verdad le impedía hablar.
–¿Mm? –Se montó sobre las caderas de Milo, y aún manteniendo el pulgar en la punta de su sexo, inició un movimiento de caderas, rozando su entrepierna con la de su contrario por sobre la ropa.
El griego soltó un gemido ahogado y tiró de las cadenas, cerró completamente sus ojos para quedar completamente a merced del otro. El Acuario bajó de nueva cuenta, pero esta vez posicionó su rostro sobre el miembro de Milo y su boca a unos pocos milímetros del mismo.
–Bien... te ayudaré.
Milo sintió cómo poco a poco su sexo era introducido en la tibia boca de su pareja, la espalda del moreno se arqueó cuando Camus comenzó a chuparlo. Estaba siendo complacido, pero ahora tenía un problema: no se estaba corriendo.
–Oh... ¿No que querías venirte, Milo? –Limpió la comisura de sus labios– yo creía que si...
Se incorporó. Buscó algo en el cajón que tenía a su lado, al encontrarlo lo colocó en la punta del pene de Milo, aquel aro le impediría correrse mientras él se desvestía sensualmente ante la mirada suplicante del griego. Cuando estuvo totalmente desnudo, comenzó a acariciarse y a gemir para torturar al moreno, jugaba con sus tetillas, se inclinó un poco para acercarse a Milo y empezó a dilatarse, su rostro lleno de placer excitaba aún más al contrario.
–M-Milo... Ah...
Era tan jodidamente sensual y el griego no podía tocarlo, por todos los dioses, ¿Cuál era la razón por la que Camus lo estaba torturando así?
Al parecer sus plegarias fueron escuchadas, finalmente el francés retiró el aro para después montarse sobre Milo y penetrarse con el miembro de este, apoyó sus manos en el pecho del moreno e inició una serie de saltos enérgicos, sus gemidos de escuchaban por toda la habitación,el nombre del escorpión hacia eco por todo el templo; Camus tomó las pequeñas llaves de los grilletes y por fin liberó al griego, quien no esperó mucho para tomar el control de la situación.
Pronto habían cambiado de lugares, ahora era el de ojos amatista quien estaba recostado sobre la cama mientras era bestialmente embestido por su contrario, Camus no tardó mucho tiempo en correrse pero eso no se detuvo ahí, ya que Milo aún seguía duro.
El escorpión puso las piernas de su novio en sus hombros y continuó penetrándolo, chupaba los rosados pezones de Camus de tal manera que ahora ya se estaban poniendo rojos, dejaba chupetones y mordidas a lo largo del pecho, hombros y cuello del francés, mientras este gemía eróticamente, incitanto a Milo a continuar.
La segunda eyaculación por parte de Acuario no se hizo esperar, el semen comenzó a salir del miembro del francés sin control alguno, aún así, el escorpión seguía sin correrse. Pequeñas lágrimas escapaban de los ojos de Camus, un delgado hilo de saliva se había formado en la mejilla del mismo, una imagen excitante para Milo. El francés se aferraba fuertemente a los brazos del moreno mientras este mantenía sus grandes manos en las caderas del acuariano, para así poder penetrarlo más profundo. Alcanzó finalmente el punto climax de su pareja, Camus se vino por tercera vez, pero Milo no se detenía.
Cargó al acuario para llevarlo a una pequeña mesa, embistiéndolo de nuevo, ahora utilizaba sus manos para abrir los glúteos de Camus y tener una mejor vista del color rojizo que estaba obteniendo la entrada de su adorado novio. El miembro del francés volvió a endurecerse, se estaba agotando, no creía que Milo fuera tan rencoroso como para tomarlo así; se levantó con dificultad y se aferró al cuello del contrario.
–M-Milo... detente... mira cómo se ha puesto... –Bajó una de sus manos y rodeó con sus dedos el miembro erecto del moreno, haciendo que se detuviera momentáneamente.
El griego no dijo nada, simplemente retiró la mano del francés y continuó. La entrada de Camus se estaba estrechando, él sentía que ya estaba a punto de correrse, pero algo se lo impedía. Chupó de nueva cuenta las tetillas de su contrario, dejó más marcas en su cuerpo e igualmente lo mordió.
Dificultosamente, el francés se acercó al oído Milo y susurró:
–Recuerda que... sólo yo puedo tocarte... –Acompañó está frase con una fuerte mordida en el cuello de su pareja.
Eso provocó que el moreno eyaculara finalmente, dando una última y profunda estocada; Camus se vino al sentir que su interior se estaba llenando con algo caliente al tiempo que Milo salía de él.
El escorpión abrazó fuertemente al de ojos amatista.
–Si. Sólo tú puedes tocarme...
Camus tomó como costumbre el encerrar al escorpio cada vez que le provocaba celos. Esa era su manera de "arreglar", o más bien complacer los caprichos del Acuariano.
Extra 1: Fin.
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¡Secuestrado en la Casa de Acuario!
FanfictionCamus se ha obsesionado con Milo, por eso lleva gran tiempo buscando una manera de hacer que el Escorpio lo ame. Logra idear un plan pero... ¿Funcionará?