Una vista hermosa era la que tenía Camus al ver a Milo sometido, nervioso, con miedo de saber qué le haría. Era simplemente una belleza. Aunque no podríamos decir lo mismo de Shura, él no podía ver nada, sólo escuchar y sentir las dulces caricias de Afrodita.
La droga aún seguía y cuatro erecciones estaban presentes en la habitación, con ansia de ser liberadas.
La lengua de Camus dio un lento viaje desde el cuello de Milo hasta su entrepierna, colocando un aro en el miembro del mismo, acuario no dejaría al griego correrse tan rápido.
Mordidas suaves lograban que la piel del español se erizara, mientras intentaba liberarse de las esposas. Como era de esperarse, Afrodita tomó una rosa (ubicada en un florero sobre una mesa), comenzó a hacer pequeños toques con ella a lo largo del cuello y pecho de Shura.
El acuariano levantó a Milo de la cama y lo ató nuevamente con una hermosa cadena plateada que colgaba del techo, dejando al escorpión estaba de pie. Camus lamía, acariciaba y mordía al griego con deseo, haciéndolo de una manera tal que cada toque lograba un escalofrío en Milo.
Un cambio drástico se dio entre capricornio y piscis, pues este último había cambiado la rosa por un afilado cuchillo, que fue colocado en el cuello de Shura mientras recibía ardientes besos por parte de Afrodita. Susurros asesinos cargados de pasión llegaban a los oídos sensibles del español al mismo tiempo que la mano del doceavo caballero iniciaba un masaje en el miembro del mayor.
Camus tomó un diminuto tubo de descargas eléctricas. Poco a poco hacía pequeñas descargas en el cuerpo de Milo mientras masturbaba su sexo. En medio de un profesional beso francés, el de ojos amatista mordió el labio inferior del escorpión, haciendo que sangrara, e inmediatamente un hilo carmesí se formó en la barbilla del griego.
Afrodita dejó a un lado el cuchillo (con el que había hecho un pequeño corte) y metió el miembro de Shura en su boca, chupando con cierta torpeza debido a la excitación y ansiedad que tenía, mientras se dilataba nuevamente. Shura no podía hacer más que soltar gemidos pequeños al mismo tiempo que forzaba aún más fuerte las esposas, ya no para liberarse, si no para poder tocar a quién no podía ver.
Milo mordía con fuerza la mordaza, el anillo le impedía correrse y su pene estaba al límite; pero Camus restregaba burlonamente su cuerpo contra el del griego, mientras se acariciaba de manera sensual. El escorpión maldecía no poder destrozar las cadenas y tocar al hermoso galo que tenía enfrente.
El sueco introdujo el miembro de Shura dentro de sí e inició una serie de saltos enérgicos, respirando con dificultad, incrustando sus uñas en la espalda del español, mordiéndolo cuando quería y ahogando gemidos en la boca del capricornio.
Camus dio media vuelta, se divertía jugueteando con el pene del griego, golpeando con este sus glúteos, mientras intentaba alcanzar una correa ajustable. Al lograr tenerla entre sus manos, la colocó en el cuello de Milo para posteriormente penetrarse con el miembro de su amante. Un dolor intenso lo inundó, no se había preparado y la entrepierna del escorpión estaba muy dura, sin embargo, no le tomó importancia y siguió con lo suyo. Camus mantuvo una mano en la correa mientras que la otra fue colocada en las caderas de Milo, iniciando fuertes estocadas; el galo tiraba de la cadena con cada embestida, ajustándola cada vez más, proporcionando al griego una gran y extraña excitación al perder poco a poco el aire de sus pulmones.
Al estar sentados, era un poco incómodo para Afrodita y Shura mantener el ritmo de los movimientos; el sueco arqueaba su espalda, manteniendo sus manos en los hombros del décimo guardián al tiempo que este pedía que aumentara la velocidad, pero las piernas de Dita se estaban agotando y no podía complacer al español.
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¡Secuestrado en la Casa de Acuario!
Fiksi PenggemarCamus se ha obsesionado con Milo, por eso lleva gran tiempo buscando una manera de hacer que el Escorpio lo ame. Logra idear un plan pero... ¿Funcionará?