Pero qué buen amigo es Camus, ¿cierto?
No sólo disfrutaría él, si no que también le estuvo dispuesto a "ayudar" al doceavo guardián.
El pisciano dudó un poco, pero al final se decidió a dar la droga a Shura.
-¿Qué es eso?
-Camus dice que es para que... -Debía idear una buena mentira- eh... me ha dicho que parecías estar mal de salud, así que...
-Oh, bueno. Honestamente sí, me he estado sintiendo un poco mal.
-Bien. M-Me... dijo que te la diera...
-¿Cómo sé que no es peligroso?
-Es Camus. Todos en el Santuario sabemos que Camus es un aficionado a la medicina.
-Bien... en eso tienes razón.
En ese momento, Shura no pensó en el peligro inminente que representaba el francés al saber demasiado de medicamentos, creyó que no sería capaz de darle algo que afectara su salud, y mucho menos algo para matarlo, como lo había asegurado anteriormente.
Con esto en mente, el español aceptó la "medicina" que le ofrecía Afrodita, observó detenidamente y supuso que, haciendo caso a su teoría de la buena voluntad de Camus, no tendría nada de malo.
-Ah, Dita, olvidé decirte que... -Camus habló muy tarde- no lo bebiera todo.
Shura había consumido gran parte del contenido dentro de la botella. Ahora sólo quedaba una quinta parte.
-¿Cómo dices, Camus? -inquirió el capricornio con preocupación.
-No... nada. Si ya no usas el frasco, dámelo.
-¿Debía beberlo todo?
-¡No...! Con lo que bebiste fue suficiente.
El acuariano se acercó a Shura y le arrebató el frasco. Lo que sobraba dentro de este lo repartió entre Afrodita, Milo y él mismo.
La droga actuó muy rápido en el cuerpo de Shura, gracias a la gran cantidad que bebió. El español jaló al primero que se le cruzó en frente, afortunadamente fue el sueco; devoró los labios del piscis mientras le arrancaba la ropa, ansioso de ver el hermoso y delicado cuerpo de Afrodita.
Camus se había rendido ante las insinuaciones y jaloneos del escorpión, a quien tenía entre las piernas. El de ojos amatista no sintió el momento en el que se encontraba totalmente desnudo, mientras que Milo lamía y mordía sus pezones, haciéndole soltar pequeños suspiros.
Lo mismo pasaba con el español y sueco, se encontraban ya sin ropa completamente, estando arriba el capricornio y abajo el pisciano. El mayor exploraba "delicadamente" el cuerpo de Afrodita; acariciando, lamiendo y marcando cada espacio que se le permitía, pero el menor no se quejaba, Shura lo hacía sentir tan bien que en instantes olvidaba el dolor de las pequeñas mordidas que le proporcionaba su amante.
De un momento a otro, dos dedos se encontraban penetrando al francés mientras que el Escorpio besaba su cuello, haciendo que comenzara a gemir más alto. Camus podía sentir el movimiento circular que hacía Milo en su interior, esperando dilatarlo.
Mientras tanto, tres eran los dígitos introducidos en el de cabellos turquesas, quien se aferraba a los bien formados brazos del español, habían ocupado una cuarta parte de una botella de lubricante que encontraron rebuscando en la habitación, la entrada estirada de Afrodita parecía estar lista para lo que se avecinaba.
Milo ya no pudo más, su entrepierna dolía y se excitaba aún más viendo el sensual cuerpo del acuariano, así que cuando sintió a Camus preparado, introdujo lentamente su miembro. El francés, por su parte, colocó sus manos en el cuello del escorpión mientras que enredaba sus piernas en las caderas del griego.
Una vez que la mano del español fue retirada del interior de Afrodita, Shura tomó su pene erecto y lo introdujo en el sueco, este enterraba sus cortas uñas en la espalda del décimo guardián mientras gimoteaba con ligero dolor.
El movimiento comenzó al mismo tiempo en ambas parejas, con un inicio lento y delicado que poco a poco se fue transformando en fuertes estocadas. Los nombres de Milo y Shura resonaban en toda la habitación, al igual que gritos de placer puro mientras que los amantes se proporcionaban besos y mordidas alternamente.
Milo levantó las piernas de Camus sobre sus antebrazos y masturbó el miembro de Camus, sus orgasmos fueron los primeros en llegar.
Unos cuantos minutos más tarde, Afrodita y Shura llegaron también al clímax, el décimo guardián embistió algunas veces antes de salir del sueco, para terminar de derramar su semen en los muslos del contrario.
¿Pero de qué serviría la droga si sólo se correrían una vez? No tendría sentido ¿verdad?
A pesar de ya haber eyaculado una vez, los caballeros de escorpio y capricornio seguían duros, así como los guardianes de acuario y piscis, quienes quedaron con ganas de más.
Sin embargo, esta vez no serían el griego y el español los que tomarían el poder, oh no. Era turno de Camus y Afrodita tomar el control.
No olvidemos que se encontraban en el cuarto de "tortura" en el que el francés encerraba a Milo. Tomar unos cuantos utensilios de ahí no sería tan malo.
Había dicho anteriormente que lo que se encontrara ahí, lo dejaría a su imaginación. Tal vez habrán pensado en objetos para una tortura, literalmente. O quizás haya quienes tengan una mente pervertida (como yo) y al mencionar esas palabras pensaran inmediatamente en juguetes sexuales. Los que pensaron en la segunda estaban en lo correcto, porque sí, aunque Camus no lo aceptara, era todo un masoquista.
Esposas y una mordaza fueron los elegidos por Camus, mientras que Afrodita eligió la cinta negra, un antifaz y esposas. Pero qué lindos, ¿cierto?
Las esposas fueron colocadas y aseguradas, los demás objetos también. Era hora de iniciar otra vez.
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¡Secuestrado en la Casa de Acuario!
Fiksi PenggemarCamus se ha obsesionado con Milo, por eso lleva gran tiempo buscando una manera de hacer que el Escorpio lo ame. Logra idear un plan pero... ¿Funcionará?