Aunque Camus se había ido el griego no podía moverse de la bañera. Evitemos dejar de lado la preciosa correa negra con cadena plateada que traía puesta en el cuello y, a pesar de su fuerza, no pudo destruirla.
Es difícil imaginar de dónde saca el francés tantas herramientas, intentando pensar en ello, jugó un tiempo con el agua.
Camus volvía con dos mudas de ropa, paseándose por su templo con una toalla enredada en su cintura, estaba en su casa, de todas formas.
–Es una falta de respeto andar así por tu templo –Cruzó los brazos.
–Hola, Shura.
–¿Has encontrado algo acerca de Milo?
–No... –Suspiró con tristeza fingida– ¿Y tú?
–Nada –Suspiró–. Hace unos minutos platicaba con Shaka, Aioros, Mü y el maestro Dohko, intentando buscar opciones de los lugares en los que podríamos encontrar a Milo.
–¿Llegaron a algo?
–Simples posibilidades. –Se acercó a Camus de manera amenazante– Sin embargo, hay algo que no les comenté...
–Si no lo hiciste, supongo que a mi tampoco me lo dirás –dijo desafiándolo.
–Claro que lo haré –Acorraló a Acuario en un pilar, colocando una de sus manos sobre la cabeza del contrario–. Una posibilidad de las que no les hablé es que tú podrías saber el paradero del escorpión, pero no lo quieres decir.
–¿Yo...? –Sintió un escalofrío– ¿Por qué debería saberlo? Les dije que había quedado...
–Inconsciente, lo sé, pero no me cuadra. Por mucho que quisieran vengarse de Milo, tú también debiste ser secuestrado ya que ibas con él además, ¿Quién sería tan idiota como para dejar a un testigo con vida?
–Yo que sé –Lo empujó–. Sería peor si no les hubiera avisado y tendrían dos caballeros perdidos.
–Probablemente, aunque nos hubiésemos enterado de cualquier forma. –Levantó una ceja– Pero hay otra cosa, constantemente bajas al templo de Escorpio y sacas algo, ¿Puedo saber qué te llevas y por qué?
–Yo... –Tragó en seco. Había olvidado que pasó varias veces por el templo de Capricornio para así poder llegar a Escorpio– Buscaba pistas en el templo de Milo.
–¿Ah si? ¿Qué has encontrado?
–Nada de importancia.
–¿Y por qué llevas ropa de él?
–¿Qué...? –Miró las prendas entre sus brazos. Había olvidado que las traía.
–Responde.
–No... no es suya... es... es mía... se la presté...
–No puedes mentirme, Camus. Tu nunca usarías la misma ropa de Milo, o por lo menos, no el mismo tipo.
–Es mía... –insistió.
–¿Una chamarra de cuero, unos jeans y una playera roja?
–Si... –dijo nervioso.
–Nah. No soy idiota. Camus, te has delatado –Sonrió satisfecho–. Ahora conozco el paradero de Milo.
–¿Eh? –Camus había sido descubierto. Conocía la inteligencia de Shura, pero jamás pensó que lo deduciría. Su rostro reflejaba seguridad, pues su teoría había sido fácil de demostrar, y sólo le bastaron unas cuantas preguntas. "¿Cómo pude ser tan idiota? Es Shura y a Shura no hay que subestimarle", se dijo el francés.
–Sólo necesito saber-
No terminó de hablar, un fuerte y veloz golpe por parte del galo lo dejó inconsciente.
–Lo siento, Shura... Pero ya no te puedo dar más respuestas –Colocó su pie sobre la espalda del inconsciente español– Y ahora tampoco puedo dejarte libre.
El acuariano cargó al capricornio en su hombro para luego llevarlo al cuarto en donde encerraba a Milo, sacó otros grilletes y lo encadenó en la esquina contraria al "lugar" del escorpión.
Quizás perecería exagerado, pero se puso nervioso, no supo cómo reaccionar; sin embargo, todos sabían que al capricornio era imposible engañarle, así que tal vez había hecho bien. Además, el sentido de ética y moral del décimo guardián haría que confesara inmediatamente el paradero de Milo, culpándolo, provocando un gran alboroto. No, definitivamente había tomado la decisión correcta.
Ahora debía lidiar con otra desaparición, la de Shura.
Camus se dirigió al baño, finalmente llevaba la ropa a Milo que al igual que el francés, sólo tenía una toalla. La mitad superior de su cabello y cuerpo estaba casi seco después de esperar tanto tiempo sentado en la orilla de la bañera.
Le entregó las prendas para que ambos se vistieran, una vez hecho, ambos se fueron de nueva cuenta al cuarto de tortur... al cuarto del escorpión.
Al abrir la puerta, el de melenas azules recorrió el lugar con desánimo, suspirando con pesadez, hasta que su mirada se encontró con el cuerpo inconsciente de Shura.
–¡¿Qué hace Shura aquí!?
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¡Secuestrado en la Casa de Acuario!
Fiksi PenggemarCamus se ha obsesionado con Milo, por eso lleva gran tiempo buscando una manera de hacer que el Escorpio lo ame. Logra idear un plan pero... ¿Funcionará?