Extra 2

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Los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse sobre el horizonte, no era un día en que los caballeros deberían madrugar... Afortunadamente era domingo.

Contrario a todos sus compañeros, Aioros ya se encontraba en la cocina preparando el desayuno. Vestía su cómoda pero recién puesta pijama constituida por pantalones holgados y una ajustada playera color vino, no era la mejor combinación en colores, pero sí en comodidad; un mandil azul rey colgaba del su cuello y se aferraba a su cadera. Con una sonrisa en su rostro, cortaba delicadamente una manzana.

De pronto sintió que algo cálido le cubría completamente la espalda y rodeaba su cintura, la respiración de quien lo estaba abrazando chocaba contra la sensible piel de su cuello, provocándole un escalofrío; la sonrisa en su rostro se convirtió en risilla. Dejó el cuchillo sobre la mesa y colocó su mano sobre las muñecas que aprisionaban sus caderas.

–¿Cómo amaneciste, Saga? –cuestionó dulcemente.

–¿Por qué te fuiste tan pronto de la cama? –respondió con un puchero, ignorando la primera pregunta.

–Ya casi es hora de desayunar, debía levantarme temprano.

–Podría pasar días enteros sin probar bocado –Recargó su barbilla en el hombro contrario–, sólo contando con tu presencia.

–Si... tu estómago no me dice lo mismo.

Justo después de terminar esta frase, un sonoro 'rugido' escapó del vientre del Géminis. Aioros sonrió con triunfo.

–¿Ves?

–Mm... –Hizo otro puchero– Por favor, volvamos a la cama, puedo aguantar unas horas más...

–No. No quiero escuchar a tu cuerpo rogando por comida mientras intento reconciliar el sueño... –rió.

–Hum... Está bien –Depositó un beso en el cuello del Sagitario y se separó.

El castaño encontró la oportunidad de voltearse para después atraer el rostro del geminiano, uniendo sus labios en un tierno beso, a lo que el contrario respondió colocando sus manos en la cintura del Sagitario.

–Anda –sonrió–, ve a bañarte. Cuando salgas estará listo el desayuno.

–Bien... mi boca ansia probar tu celestial desayuno...

–Vamos, ya no juegues. Ve, por favor.

–Está bien.

Saga se retiró esbozando una tierna sonrisa y estirando su cuerpo, para luego dirigirse al baño.

El noveno guardián volvió a su tarea soltando un largo suspiro. Se sentía feliz. Adoraba ver al géminis mayor comportarse como un niño, le enternecía, amaba aún más aquella sonrisa que le proporcionaba tranquilidad. Nada comparado a aquellos días en que recién iniciaba su relación, Saga ni siquiera se esforzaba por dedicarle una simple mirada sin amargura...

···

Ese día Saga se encontraba sentado en las escaleras de su templo, esperando a que el sol finalmente se escondiera entre las montañas.

Suspiraba con pesadez. Hacía una semana que había dejado a Camus libre, y se sentía fatal, en serio lo amaba, permitir que se fuera quizás había sido lo mejor. Su capa ondeaba con el fuerte viento del atardecer acompañada por su largo cabello violáceo, de cierta forma se sentía un poco más tranquilo.

Aioros llevaba un buen rato observando al tercer guardián, oculto detrás de uno de los pilares, decidiendo si debía acercarse o no. En realidad el Géminis no había buscado ayuda, carecía de confianza para con sus compañeros, estaba pasando todo esto solo.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2020 ⏰

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