Capítulo XVIII

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La noche había llegado pronto y los caballeros se encontraban ya en sus respectivas casas, descansando tranquilamente.

Saga había accedido a pasar la noche en el templo de su novio, para ver la lluvia de estrellas que el Patriarca había dicho que ocurriría esa noche. Los dos se encontraban recostados sobre sus capas, a las afueras del templo de Acuario, con las ropas más cómodas que encontraron.

–Camus...

–¿Si?

El griego se posicionó sobre Camus para luego comenzar a besarlo y acariciarlo delicadamente, obteniendo ligeros suspiros por parte del menor, Saga tomó esto como una señal de que podía bajar más.

Metió sus manos bajo la playera del de ojos amatista pasándolas por la piel tibia y blanca de su contrario, después subió la prenda del acuariano para poder lamer las tetillas de este, al tiempo que metía su mano dentro de los pantalones del francés e iniciaba un masajeo leve. Camus arqueó su espalda y cerró sus ojos.

Las caricias continuaron, con ellas desaparecieron los pantalones del guardián de la onceava casa, mientras el géminis disfrutaba de los gemidos que le proporcionaba su contrario.

–Ah... M-Milo...

Eso hizo que Saga se detuviera de golpe, el galo se percató inmediatamente de lo que acababa de decir y provocar, incorporándose rápidamente, mirando con temor al mayor.

–Saga, yo...

–No te preocupes, está bien... –Se levantó y se metió al templo.

–¿Por qué...? –susurró y abrazó sus piernas.

La lluvia de estrellas comenzó, Saga y Camus observaban el espectáculo de lados opuestos del templo, mientras ambos lloraban.

A la mañana siguiente, Camus despertó en su cama a pesar de haberse quedado dormido afuera.

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Durante los últimos días, Shaka se había convertido en el apoyo y confidente del Escorpio, casi todo el tiempo se la pasaban juntos, meditaban y Shaka intentaba ayudar a Milo con sus problemas.

Todos sabemos que los virgo pueden engancharse con una persona de manera profunda, aunque lo nieguen, eso me lleva a decir que no hace falta mencionar la espontánea y apresurada atracción que comenzó a sentir el caballero de la sexta casa hacia el de cabellos azules violáceos.

Una mañana que ambos salieron a meditar (costumbre realizada antes de entrenar), el virgo besó por sorpresa a Milo, haciendo que este detuviera el ejercicio de la meditación en seco y se separara rápidamente del otro.

–Milo, yo...

–S-Shaka, no me mal entiendas pero sabes lo que yo-

–Sientes por Camus, lo sé.

–Lo lamento.

–No te disculpes, yo no debería haber hecho eso.

Creo que sabemos lo que pasará aquí, Camus observó sorprendido esa escena, optando por simplemente retirarse en silencio, sintiendo  cómo su corazón era destrozado.

Decidió entrar al coliseo y observar detenidamente a Milo, ahora estaba celando a todo el mundo, a todos los que se acercaban al octavo guardián, contaba los minutos que pasaban, estaba volviendo al inicio.

Saga no se había acercado al acuariano desde el amanecer, lo que ocurrió en la noche anterior le había hecho una herida, una grande. Aún así, se acercó al Escorpio con cierto sentimiento de molestia, pero bien disimulado.

¡Secuestrado en la Casa de Acuario!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora