Cenizas ardiendo

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Esa sombra oscura, ese estertor helado de muerte, esos ojos rojos que brillaban como brasas infernales... El ruido de órganos y piel atravesada por la punta afilada de esa espalda de piedra... Si no hubiera volteado a ver a la estatua de la Santísima Virgen, si no hubiera estado la espada allí... Su corazón volvía a dar un vuelco al sentir las garras del monstruo atravesando su carne, hasta sobresalir del otro lado...

Cada día Oswald abría los ojos con la sensación de que los ojos infernales del vampiro estarían justo frente a él, con las fauces abiertas... Suspiró, mirando los vendajes aún presentes y que aún le causaban dolor, casi siempre al respirar profundamente. Se preguntaba por cuánto tiempo seguiría teniendo esos sueños turbulentos con el vampiro... Hasta cuándo podría finalmente dormir tranquilo; Ortensia, ese mismo día que tuvo la pesadilla por primera vez al escuchar esa historia cuando le cambiaba los vendajes y preparaba la cataplasma, llegó a decir:

―Creo que a veces uno termina conviviendo con esos sueños y recuerdos como si fuera un viejo amigo que nunca se quiere ir...―...Pero cuando Oswald le preguntó acerca de eso, ella se cerraba como una ostra, poniéndose a dar una diatriba de las propiedades de las cataplasmas. El conejo negro se preguntaba si ella tenía sueños así, o si algo le hubiera sucedido...

...Así como se preguntaba por qué ella se tomaba tantas molestias en cuidar de él, un completo extraño, en una casa de gente acaudalada.

Esa pregunta se hizo más fuerte cuando habían pasado los tres primeros días en cama, en medio de leves sudores y dolores en todo el cuerpo, Oswald fue capaz de levantarse de la cama, (notando que en la cómoda había una camisa blanca nueva, (¡Hasta olía a nueva!), y salió, esperando buscar alguna tinaja para darse una buena ducha y a la vez ver en qué podía ayudarles. Hubiera quedado sin aliento ante la riqueza de la sala de estar si no hubiera vivido en la casa de Emily: Vigas de madera labrada en el techo, paredes pintadas de blanco para dar una sensación de resplandor y frescor, aumentado por amplios ventanales y los amplios muebles y hasta una hamaca entre enormes jarrones con plantas que nunca había visto antes, sin duda un lugar perfecto para las siestas en el bochorno de la tarde. Miró a su alrededor, sintiéndose fuera de lugar y considerando regresar a la habitación (o más bien huir y buscar a Félix y a Zenox ("¿Dónde estarían ahora? Deben estar muy preocupados", pensó) para poder continuar con su vida de siempre), hasta que oyó un carraspeo detrás suyo:

―Si vas a quedarte parado ahí como estatua, entonces me gustaría que me ayudes a poner la mesa.―Tras casi pegar un brinco por el susto, se volteó: Era la anciana que al parecer era una suerte de criada e institutriz. Una señora robusta de pelo blanco y gafas redondas, que siempre usaba un sombrero morado con una margarita y un chal púrpura, quien se había presentado el mismo día que Oswald habría recobrado la consciencia como Mary Tweed ("Pero todos me dicen señora Tweed, incluso tú lo harás, muchacho", había dicho con todo displicente), la niñera y ahora chaperona de la señorita Ortensia. Oswald, algo dudoso, aceptó y se acercó cojeando a la larga mesa de caoba. La anciana le miró con el ceño fruncido: ― ¿No crees que deberías estar en cama, jovencito? ―Oswald, repartiendo los respectivos cubiertos asombrosa precisión, esbozó una sonrisa apenada:

―Ya he abusado demasiado de su hospitalidad, señora Tweed. Me gustaría pagar por la amabilidad que usted y la señorita Whiskers me han dado. ―La señora Tweed asintió con aire de entendimiento, mirando los cubiertos mientras el conejo herido colocaba los paños de tela, notando la precisión en la etiqueta y presentación, a pesar de las toscas manos del muchacho al moverlas.

 ―La señora Tweed asintió con aire de entendimiento, mirando los cubiertos mientras el conejo herido colocaba los paños de tela, notando la precisión en la etiqueta y presentación, a pesar de las toscas manos del muchacho al moverlas

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Van Helsing I: Bautismo de sangreWhere stories live. Discover now