Como te dije en la carta anterior, no sé si estas serán de romance, de confesiones, o simplemente simulan ser una charla inexistente entre tú y yo. Supongamos que serán un poco de todo. Creo que esta será de amor, porque será de ti.
Si quiero serte sincero de ahora en más, debo comenzar a relatarte todo lo que he sentido desde que te conocí. Eras un pco cohibida, ¿sabes? Como quien observa sin necesidad de mirar, y escucha sin querer oír. No sé cómo lo logras, una de tus tantas habilidades. Eras un poco frágil, con miedo a que te hirieran, con miedo a herir, con miedo a volar porque aún no podías caminar, hablando en muchos aspectos de tu vida. No querías llamar la atención y eso fue lo que hizo que pusiera mi atención en ti, por más irónico que parezca.
Desde que te vi, jugando nerviosa con el collar del árbol de la vida colgando de tu cuello, que por cierto, en la actualidad sigues llevando puesto. Tus ojos verdes brillando con el sol, o siendo cambiados a un tono amarillo por el frío, tu voz, la manera en la que hablabas, como quien sabe y quiere decir tanto, que mejor no dice nada. Todos esos pequeños detalles fueron los que me atrajeron como imán hacia ti.
Despertabas en mi una curiosidad enorme, quería saber cómo alguien tan pequeño podía guardar en su interior tanta magia, porque lo eres, y sé que lo sabes. Eso te vuelve más mágica.
Comenzamos a acercarnos, te mostrabas nerviosa cuando te halagaba y por alguna extraña razón, te quedabas callada, pero tocaba algún tema que te interesara, y no había manera de callarte. Amaba cuando eso sucedía, ¿sabes? Juro que puedo escucharte hablar por horas sin cansarme.
Fuiste generando en mí cosas que nunca había sentido. Y luego, cuando los malos tiempos llegaron, fuiste mi mejor apoyo, quien ponía mis pies en la tierra de nuevo, pero me daba la oportunidad de sentir, de dejarme caer y llorar. Y no sabes lo agradecido que estoy de que, cada vez que caía, te recostaras a mi lado, y me sujetaras fuerte, en silencio. Siempre supiste qué hacer, siempre lo sabes.
Espero que esto te dé una pequeña pista de todo lo que siento por ti. No temas, conociéndote a ti y a tu mente paranoica, creerás que soy alguien que quiere hacerte daño, un acosador o algo por el estilo. Descuida, Alisa Green, te conozco, me conoces, pero no puedo revelarte quién soy. Te lo he dicho antes, la pena, el miedo, el dolor y la vergüenza aún son muy pesadas de sobrellevar para poder acercarme a ti. Pero quiero garantizarte que no te haré daño; es lo que menos quiero hacerte, linda.
Espero que disfrutes de las cartas, de esta en específico. Y, ¿quién sabe? Tal vez te de una buena idea para algún nuevo libro, tiendo a ser bueno en ello.
Por siempre tuyo, 23