Carta de Alisa

23 1 0
                                    

28–29 de Septiembre

De seguro te preguntarás por qué el guión entre los números de la fecha. Pero si no lo has hecho, te cuento que estoy escribiéndote esto a las once y cuarenta y nueve de la noche del veintiocho, y pronto será la madrugada del veintinueve, así que no quise limitarme a una única fecha. Porque, según mi amigo Oscar Wilde, definirse es limitarse.

Bien, comenzaré por las presentaciones. Mi nombre es Alisa Green, pero de eso ya eres consciente. Aunque me pareció buena idea indicarte quién te escribió la carta, ¿sabes? Podrías comenzar a aplicar ese tipo de modales de vez en cuando.

Como sea. Te escribo porque... En realidad no sé por qué. Quiero decirte tantas cosas desde que comencé a recibir tus cartas, pero no te diré mucho. Le confío a la vida, al universo y a Dios, porque mejor a todos que sólo a uno, que en algún momento nos encontraremos de frente, así que allí te diré todo lo que quiera decirte.

Aquí y ahora, sólo quiero contarte dos cosas. La primera más que un dato, es una pregunta... Acá va; ¿me seguirás escribiendo cartas el otro mes? ¿O el mes siguiente? O, dime, ¿se irán tan pronto a como llegaron?

La segunda se trata sobre tú, yo y la vida.

Creo saber el alma de quién se esconde detrás de tus letras a veces grises, a veces coloridas, a veces sin color. Tal como lo has dicho tú, millones de veces, nos conocemos desde hace mucho. Desde hace muchas vidas, y ninguno se refiere a la reencarnación, sino a una vida a la que ambos nos aferramos de jóvenes durante tanto tiempo, una vida buena, una vida que dolió dejar ir.

No vengo a culparte, a concordar con las cosas feas que has dicho de ti, o a reprocharte. Sólo quiero hablarte desde mi versión de la historia.

Te amé. Te amo ahora y creo que te amaré siempre. Pero no sé si quiero seguir atada a este amor que no avanza.

Primero me ahogaste con besos, caricias y encuentros furtivos y secretos que ambos disfrutábamos. Luego me ahogaste con palabras, letras y poesía. No quiero seguir ahogada.

Quiero tierra firme, tierra fértil que me permita crecer, florecer y respirar. Me encantaría, por añadidura, poder compartir contigo esa tierra.

Pero nunca has estado. ¿Lo estarás ahora?

Así que, dime, si es que te atreves a contestar esto, dime; si me continúas enviando cartas los meses siguientes, ¿permanecerás en el exilio?

Porque, si es así, prefiero que envíes las cartas a la basura y que regreses.

Regresa. Porque, por más que haya querido olvidarte, una pequeña parte de mi sigue albergando la esperanza de que regresarás. Sigue esperándote.

No la rompas. No me rompas esta vez. Y, si no hay esta vez, sólo déjame ir. Déjame ir a la basura, junto con las cartas.

Por siempre tuya, una escritora cursi.

margaritas {✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora