06 de Septiembre

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Hablemos del dolor. Sabemos que es necesario, que es parte de la vida, que sin él no le daríamos valor a los buenos días, a las sensaciones lindas y a todo el lado blanco de la historia. Pero es que me molesta tanto ver cómo lo poetizan, ¿sabes?

Que aprendemos a vivir con él, que nos forja y nos hace valientes, nos hace las personas que somos en la actualidad y muchas mierdas baratas que puedes encontrar en cualquier libro de autoayuda. Me molesta, porque nadie habla del dolor en su máxima expresión, ¿me explico?

Nadie habla de cómo te derrumbas, de cómo a veces te despiertas un día en tu cama, sintiéndote la persona más desafortunada del planeta, sabiendo que hay personas que sufren más que tú, pero sin ganas de querer ser empático, porque tu dolor es sólo tuyo y nadie puede venir a decirte qué duele más y qué no, ni cómo debes experimentarlo. Despiertas sintiéndote como la mierda, sin ganas de levantarte ni hacerle frente a la vida, pero aún así lo haces, y eso te duele. Nadie habla de esos días cuando sientes que te ahogas, cuando el alma y la vida te pesan demasiado, y no quieres hacer nada más que dormir, perderte en la inconsciencia y dejar que los días pasen, nadie habla de lo vacío que te deja, que hace que pierdas el interés por cosas que antes amabas. Nadie habla de cómo se te escapa por los ojos, cómo te quiebra la voz, de cómo te punza el pecho y cómo, al mirarte al espejo, lo único que sientes es repulsión. Nadie dice que es tedioso, que a veces es tan pesado, que no te dan ganas de continuar.

Nadie dice las verdades, nadie habla de la vivencia pura del dolor, lo hablan sólo cuando ha pasado y aprendes. Porque sí, no voy a quitarle el crédito; el dolor es un gran maestro. Pero, mientras te enseña, es una mierda. No quiero poetizarlo, sólo quiero plasmar en esta hoja lo que siento día tras día desde hace siete meses. Noche tras noche, soy consumido por un dolor tan profundo y tan invisible, que hace que muera lentamente y me haga así, invisible. Para todos, para mi.

Perdona, sé que tienes tus cosas, no quiero cargarte con las mías, pero es sólo contigo con quien tengo la confianza suficiente de dejar mi alma al desnudo.

Y te conozco lo suficiente como para saber qué dirías en esta situación, si estuviéramos de frente; llámame, cuenta conmigo. Sé que lo hago. Tal vez, cuando no sea un cobarde y el dolor venga a buscarme, tenga las agallas para tomar el teléfono y buscarte, tal vez tú seas la única que pueda cambiar todo esto. Tal vez. Tal vez más adelante.

Perdona. Hoy no ha sido un buen día pero, ¿quién dice que todos los días deben ser buenos?

Por siempre tuyo, 23.

margaritas {✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora