03 de Septiembre

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Hablemos de felicidad. Es un poco relativa, ¿sabes? Muchos son felices cuando tienen qué comer, otros cuando logran cumplir sus metas, cuando obtienen un título, cuando son padres o madres, cuando tienen salud física o emocional. Varía mucho de una persona a otra. Unos son felices con nada, otros con mucho y otros con poco.

Tú me enseñaste a ser feliz con poco. Borraste de mi mente esa idea loca de tener para ser, y dejaste sólo el ser. Ser yo, sólo ser, ser con el universo, con la vida, con todo. Sólo ser. Aprender a amar cada que mis pies tocaran el suelo y pudiera avanzar... Cómo me duele no tener eso ahora. Pero ese no es el punto; antaño, me enseñaste a valorarlos, a saborear cada trozo de chocolate que llevara a mi boca, a sentir realmente el viento en mi cara y en mis brazos, a fluir con el sol y amar la luna. A reír junto al mar y a callar cuando las aves cantaran. Me enseñaste muchas cosas, Alisa, y aprendí.

En serio, fui feliz con cada una de tus explicaciones, con cada uno de tus gestos, de tus caricias, de tus besos. Fui feliz contigo, y a tu lado. Lamento que la ambición me cegara y me hiciera bloquear esas enseñanzas. No diría que olvidarlas, nunca las olvidé (todavía hoy las sigo aplicando a mi nueva vida, aunque me cueste). Pero en ese momento, las bloqueé, las ignoré, y con ello, te aparté a ti. Disculpa, fui un tonto y alejé lo único que me ha hecho feliz en verdad; tu presencia en mi vida.

Felicidad. Efímera, eterna, relativa. Es una mierda, al final de cuentas si te pones a pensar mucho las cosas. Una mierda, sí. No cuando la tenemos, sino cuando ya no está y no sabemos cómo volverla a recuperar.

Te quiero. Te quiero muchísimo. Por siempre tuyo, 23.

margaritas {✔}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora