Todo pasa, Alis.
Lo bueno, lo malo, la vida, la fama, las personas. Incluso el amor, lo cual le genera conflicto a los románticos mentirosos que dicen que el amor es lo único que perdura en el tiempo.
No lo creo así, y que conste que no estoy despechado. Al menos ya no más.
Pero es que, si te pones a pensar en ello, todo en la vida pasa. Las tormentas grises no son para siempre, pero los días de verano tampoco lo son. Y el amor puede marchitarse, acabarse entre dos personas y una puede pasar de la vida de la otra.
¿No lo crees?
Yo sí. Sin embargo, a pesar de esto, a pesar de creerlo así, también creo que la única constante en mi vida ha sido el amor que siento por ti.
Y tú dirías, ¿de qué estás hablando, lunático? Te contradices.
Bueno, te contesto. Yo creí que tú ya habías pasado de mi vida, yo creí que el amor por ti ya había pasado, cuando en realidad, sólo se encontraba, por decirlo así, guardado en una caja. Esperando ser abierto. Aguardando a que dejara de ser un cobarde y decidiera abrirla.
El amor pasa, así como todo en la vida. Pero de algún modo, yo no he querido renunciar a ti después de tantos años; no quiero dejar que pases de mi vida, Alis.
La única forma de hacerlo, de permitir que pases, es que tú así me lo pidas. Porque, aunque me oponga, no puedo retenerte si tu no quieres quedarte.
Por siempre tuyo, 23.