La americana.

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-¿Quieres subir?

-Alba...- susurró prácticamente sobre sus labios- ¿Estás segura?- preguntó mirando fijamente a aquellos dos luceros de color ámbar, no estaba segura de poder controlarse si luego Alba le pedía solo dormir. Madre mía Natillitas bájale

-¿no...? Lo siento, si no quieres... yo, no estás obligada ni nada Nat- la morena la cortó sellando nuevamente sus labios antes de que la rubia continuará soltando frases sin sentido.

-Tengo muchas ganas Alba, ese es el punto... creo que voy a explotar de las ganas que te tengo.

-Vamos.- dijo antes de tirar de su mano introduciendo a la morena en su portal y subir por las escaleras casi de dos en dos por las ansias que ambas poseían en sus cuerpos.

Madre mía el culo de España. Pensó mientras subía las escaleras con una mano entrelazada con la de la rubia que tiraba de ella cada poco.

Ambas llegaron hasta el piso de la rubia, Natalia evitó el impulso de literalmente empotrarla contra la puerta de su casa. Ya no tenían 15 años, además de que sabía lo cotillas que eran las vecinas de la chica, se limitó a observar a aquella mujer que la volvía loca abrir apresuradamente la puerta de su domicilio y entrar tras ella.

En cuanto pisaron el pasillo que daba a las habitaciones apareció Queen reclamando sus mimos matutinos e inspeccionando a la invitada que acompañaba a su dueña.

-Queen cariño te quiero mucho pero ahora mismo quiero comerme a otra gatita- dijo antes de lanzarse a los labios de la morena y empujarla en dirección a su dormitorio.

Ostia puta

Ambas cayeron en la cama tamaño gigante de la rubia mientras no dejaban de devorar sus bocas, no era un ritmo frenético, tampoco lento, pero tenía ese no se que de las primeras veces de algo. Lento para disfrutarlo pero intenso para recordarlo.

Natalia se encargó de ir deslizando lentamente la cremallera de aquel mono que llevaba deseando quitarle a la rubia durante toda la noche, descubriendo a cada centímetro que bajaba la blanquecina piel de Alba, hasta quedar en ropa interior a su completa disposición. Es una diosa

Antes de que pudiera retirar la última prenda que cubría el cuerpo de la chica, Alba intercambio posiciones colocándose a horcajadas sobre la morena para lanzarse a besar sus labios, ya algo hinchados y de un color casi rojizo.

-No sabes como me ha puesto verte con este top- dijo mientras acariciaba los duros abdominales de la chica- y la chaqueta... uff- medio gimió en su oreja antes de comenzar a desabrochar los pantalones de la más alta.

-Quiero que te quites el top y que te quedes solo con la americana- dijo ya arrastrando los pantalones a la altura de sus rodillas mientras la miraba intensamente a los ojos.

La morena obedeció incorporándose para quitarse la chaqueta, el top y volver a colocarse la americana bajo la atenta mirada de Alba.

-Eres un poco mandona tú ¿no?- le preguntó tirando de sus caderas para sentarla sobre sus muslos y acariciarlos lentamente

-y tu muy buena chica- dijo mientras tiraba de las solapas de la chaqueta para acercar sus torsos y besar su largo cuello.

-Quítate las bragas- dijo entre jadeos mientras seguía recibiendo los besos de Alba por su cuello.

-Quítamelas

Y así lo hizo, con la ayuda de la propia Alba que se incorporó para poder quitárselas antes de retirar también las de la morena que seguía con la americana como única prenda. La empujó hasta quedar tumbada de nuevo, colocándose entre sus piernas que se habían abierto automáticamente al ver las intenciones de la rubia.

ABC  |  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora