Madrid-Barcelona-Madrid

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En un enredo de piernas y brazos se despertó la morena, provocado por el odioso sonido de su alarma programada para no llegar tarde a la estación, hacerlo junto a Alba le provocaba la primera sonrisa del día.

Estiró uno de sus largos brazos y se permitió un par de minutos más en la cama para observar a su chica que dormía plácidamente con la mejilla espachurrada en la almohada.

Mi chica.

Mi chica... ya podía decirlo. Y que bien suena eso.

Peinó el flequillo medio revuelto de la rubia y dejo un pequeño beso en su nariz haciendo fruncir el ceño de la pequeña momentáneamente por las cosquillas que le provocó. Salió de la cama y antes de tomar la ropa que iba a ponerse aquel día se fue al cuarto de la baño de Alba para tomar una ducha, intentando hacer el menor ruido posible para no alterar el sueño de las dos rubias.

-Albi- susurró a la vez que acariciaba su mejilla.

-Hmm- emitió un quejido ronco.

-Me tengo que ir ya ¿vale?

-vale... dame un besito- murmuró aún medio dormida. La morena dejo tres piquitos seguidos en sus labios.

-Te quiero...-susurró la rubia antes de sentir como la morena se separaba lentamente.

-y yo pequeña- susurró con el pulso acelerado por causa de aquella confesión, aunque fuese en medio del mundo de los sueños.

Se asomó al cuarto de la pequeña que dormía profundamente abrazada a aquel peluche que su propio hijo le había regalado. Se acercó sigilosamente y dejo un pequeño beso en el pelo de la pequeña antes de abandonar por completo el domicilio de su novia.

Aprovechó el viaje en ave para relajarse escuchando música y permitirse un rato de volver a dormir, algo que venía necesitando después del madrugón que se había dado.

Llegó a Barcelona y aprovechó para comer algo en un bar cercano al modesto hotel en que se iba a alojar por aquellos dos días. Dejo sus cosas en la habitación y se dio un largo baño, aprovechando la enorme bañera de la habitación. Se vistió con uno de sus trajes especialmente comprados para reuniones y se encaminó al primer teatro que tenía previsto visitar junto a Joan Garrido, el hijo del señor "trajeado".

-¿Joan?- preguntó acercándose a un chico más o menos de su edad que tenía un notable parentesco con Antonio.

-Si- se giró, quedando frente a la morena- Natalia ¿verdad?- extendió su mano dando un apretón a la de la chica- un placer.

En ese momento Natalia pudo observar por entero el rostro del chico más detenidamente, quedándose fija unos segundos de más en sus profundos ojos azules, los cuáles le dieron la pequeña impresión de haberlos visto anteriormente.

Estuvieron durante la tarde recorriendo el centro de Barcelona, visitando cada uno de los pequeños teatros que estaban seleccionados para la representación de la obra.

Durante aquel rato, Natalia se sintió bastante cómoda, pues Joan era una compañía más agradable que la de su progenitor, seguramente por su cercana edad con la de Natalia.

-Pues esté era el último... hemos visto incluso los que estaban programados para mañana- le dijo Joan con una sonrisa- eres muy eficiente, la felicito.

-Anda, si no era para tanto- le siguió también con sorna.

-¿Te apetece una cerveza? ¿Y me comentas cuáles te han gustado más y demás?- le preguntó el joven.

-si claro, vamos.

Ambos acabaron en un bar cercano al hotel donde se alojaba la morena, pidieron aquella ansiada cerveza fresquita que Natalia venía necesitando desde que visitaron el último teatro.

ABC  |  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora