Echar la siesta.

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Noviembre había llegado a la capital trayendo consigo mucho frío, la capital ya empezaba a llenarse de anuncios navideños, el corteingles estaba a punto de sacar el catálogo de juguetes y los adultos ya tenían ansías por un respiro en vacaciones para ver a la familia.

Aunque Natalia no solo sentía el frío de la capital en sus huesos, pues desde hacía un par de semanas notaba a Alba muy distante y sin tiempo para verse. Desde la obra de teatro solidaria que realizó tiempo atrás, en la que todo había salido perfecto, incluso llegando a recibir algún escrito alabando el gesto de la chica en algún periódico local y pequeños medios de comunicación.

Las chicas habían quedado varias veces, aunque la mayoría con los niños presentes. Pero en lo que tiempo a solas se refiere apenas habían tenido un par, con algún tímido beso robado y algún que otro gesto más íntimo que el que mantendrían dos amigas que salen de cañas por la Malasaña.

Natalia al principio no le dio mayor importancia al repentino distanciamiento de la rubia, pues entendía que cada persona tiene su vida y sus momentos de soledad necesitada, ella misma los ansiaba constantemente, pero nuestra big penca que es de naturaleza intensa después de dos semanas así comenzó a pensar en que tal vez Alba podía haberse cansado de ir despacio, o de ir demasiado rápido o simplemente le había dejado de gustar, hasta que un jueves de principios de mes se atrevió a preguntar por la actitud que había notado en la chica, cosa que tal vez debería haber hecho nada más notar su distanciamiento.

-¿Alba podemos hablar un ratito después de la salida de los peques?- le preguntó en la puerta del cole por la mañana.

-Pues... si supongo pero no puedo quedarme mucho tiempo.- y ahí volvían los pensamientos negativos de que Alba no quería ni pasar un rato con ella, cuando apenas se conocían no tenía ningún inconveniente en quedarse a tomar un par de cervezas en el bar cercano a donde los niños jugaban, pero eso quedaba muy lejano en la memoria de la chica.


En la salida del colegio ambas chicas se despidieron de Julia antes de comenzar el corto trayecto hasta el parque en completo silencio, siendo solo interrumpido por las conversaciones que tenían los peques entre sí.

En cuanto los niños ingresaron en el parque ambas chicas tomaron asiento en un banco lo suficientemente cerca para no perderlos de vista pero alejado para poder conversar tranquilamente.

-¿Qué tal por el teatro?- rompió el silencio la rubia al notar como la otra se revolvía continuamente en su sitio y se tocaba los anillos que decoraban sus largos dedos nerviosamente.

-Bien... como siempre- murmuró tan bajito que Alba tuvo que esforzarse para poder entenderlo.

-Verás Alba, no sé si soy yo que me monto mis películas o algo, que me lo puedes decir si lo hago eh, pero yo lo que quería preguntarte es si... a ver últimamente he notado, no sé como que- empezó a hablar nerviosamente sin mirar a ningún punto fijo, Alba la interrumpió antes de que le diese la risa por ver a la morena tan nerviosa.

Que mona estás nerviosita. Pensó viendo a la morena gesticular exageradamente tratando de encontrar coherencia entre todas las frases sin sentido que iba soltando.

-A ver Nat, respira y cuando lo tengas claro me lo dices ¿vale?- le dijo tomando sus manos entre las suyas para que dejara de frotarlas nerviosamente entre sí.

-Lo siento jo, es que estoy un poquito nerviosa

-¿Pero ha pasado algo? ¿Alvaro y tú estáis bien?- preguntó ya algo preocupada.

-Nono, tranquila- respondió apresuradamente y tomó aire antes de volver a intentar hablar con la chica.

-A ver es que últimamente te he notado un poco rara y distante... y bueno sólo quería saber si ha pasado algo entre nosotras o a ti para qué estés así...

ABC  |  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora