Super Cereales.

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Unas suaves caricias fueron las causantes del despertar de Natalia, a la que parecía se le habían pegado de más las sábanas de lo que parecía empezar como un martes cualquiera de mediados de septiembre, el clima fuera tampoco ayudaba para querer abandonar la calidez de su cama.

-Vamos despierta, vamos a llegar tarde... ¡otra vez!

-cinco minutitos más amor- ronroneó Natalia mientras se arrebujaba más contra las sábanas.

-me haré el desayuno yo... ¡otra vez!- farfulló ya enfadado el chico.

Natalia ocultó su sonrisa contra la almohada antes de escuchar como aquellos pasos se perdían por el pasillo en dirección a la cocina.

-No Álvaro, la última vez tiraste todo al suelo- corrió Natalia tras el.

Poco antes de llegar a la cocina alcanzó el menudo cuerpo de su hijo para alzarlo por los aires antes colgárselo al hombro como un saquito de patatas.

-¡Maaaaami no! Ya soy mayó para hacerme el desayuno- se quejó el joven a la vez que pataleaba inútilmente.

Natalia finalmente bajo al pequeño de su hombro al llegar a la cocina.

-cuando llegues al estante de los cereales hablamos renacuajo- le revolvió el pelo, gesto que desquiciaba en demasía al niño- anda siéntate.

Mientras esperaba a que su madre le preparara el desayuno-super cereales de Spiderman- se dedicó a peinarse el cabello que previamente su madre había revuelto.

-¿hoy viene a buscarme el tete Damion?- preguntó animado.

-nop, hoy te recoge Mami Nat, - dijo mientras servía el desayuno y tomaba asiento frente a su pequeño- ¿Qué te parece?

-¿si? Que guay Mami- habló con la boca a rebosar de cereales.

-no hables con la boca llena y si, iré yo a recogerte... durante los próximos meses lo haré yo.

-fenial- volvió a hablar con la boca llena.


En otro hogar de Madrid, no muy lejano el despertar era algo mas caótico.

Alba se revolvió en las sábanas mientras rodaba por su cama de matrimonio y estiraba sus pequeños músculos a la vez que se frotaba sus ojos con pereza.

Entonces cayó en la cuenta de algo.

La puta alarma.

Rápidamente alcanzó su teléfono que reposaba en su mesilla.

Las ocho menos veinte.

Vamos a llegar tarde.

Resopló una vez más antes de salir corriendo al cuarto de su hija que se encontraba vacío y con la cama ya echa.

Resignada dirigió sus pasos a la cocina, donde su pequeña terminaba el desayuno ya vestida para ir al cole mientras su madre fregaba los restos de su desayuno.

-Benos días Mami- habló la pequeña después de tragar un trozo de tostada.

Su madre Rafi se giró encontrándose con el ceño fruncido de su hija que vestía su tradicional pijama y el pelo más revuelto que un nido de pájaros.

-Buenos días Alba- habló con tono jovial mientras la observaba dar un beso en la cabecita de su nieta.

-Ni buenos días ni osti...gas- se corrigió antes de soltar un insulto delante de su hija- ¿Por qué no me has despertado?

-Ay hija, para unos días que paso contigo quería ayudarte con la niña y así duermes un poco más- continuó hablando ajena al cabreo de Alba- anda tomate un café tranquilita que ya me encargo yo de llevar a Olivia al cole, ¿A qué si peque?

ABC  |  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora