Dos Mamis.

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-Nat- llamó suavemente a la morena que dormía profundamente junto a su pequeño- voy a llevar a Oli al cole, tienes la medicina para Álvaro en la mesilla.

-Humm vale mami- respondió entre sueños, la rubia se tapó la boca evitando dejar salir la carcajada que aquello le provocó.



-Mami, ¿Por qué Alvarito no va al cole?- preguntó la pequeña de camino a clase.

-Porque esta malito, cuando tus estas malita tampoco vas al cole.

-Es verdad...- meditó por unos segundos- ¿Le puedes dar muchos besitos de mi parte para que se ponga bueno?

-Claro que si bicho- sonrió con ternura.

Dejo a la pequeña en el cole y antes de volver a casa charló un rato con Julia, le contó lo que había pasado con Álvaro el día anterior y la inesperada vuelta de la morena a Madrid.

-Estáis casadísimas- intento picarle mientras le daba un ligero codazo.

-Estamos saliendo- soltó repentinamente seguido de un suspiro.

-¿QUÉ? ¿Desde cuándo? ¿Y por qué no me lo habías contado pedazo de perra?- se alteró y alegró a partes iguales.

-Desde hace un par de días, relájate. Pensábamos contárselo a los peques en cuanto Nat regresará de Barcelona. Así que esta tarde o mañana lo diremos.

-Vaya...- murmuró- pero entonces... ¿Soy la primera en saberlo?

-Si julita- sonrió

-¡A ganar!- dijo consiguiendo una carcajada en su amiga- me alegro mucho piojo atómico- sonó más seria a pesar del mote.

-Gracias mi amor- beso su mejilla.

Julia la acompañó a una pastelería que quedaba a medio camino de su casa, donde aprovechó para comprar algunos dulces para desayunar junto a las pequeñas marmotas que esperaban en su domicilio.

Se despidió de su amiga, subió hasta su casa y al abrirla se encontró con la casa en completo silencio.

Y seguirán durmiendo estos dos...

Pensó a medida que se adentraba en la casa, procurando no hacer ruido. Efectivamente las dos personas seguían durmiendo prácticamente en la misma posición que hacía un par de horas, con la diferencia de que la medicina que el pequeño tenía que tomar ya no se encontraba en la mesilla y un vaso de agua medio lleno.

-Nat, mi vida- le acarició la cara, asegurándose de provocar unas ligeras cosquillas.

-Hm... ¿Qué pasa?- abrió ligeramente un ojo.

-Ya es tarde, tenéis que desayunar- besó su frente y le retiró el pelo que allí se encontraba.

-Voooy- murmuró aún con los ojos cerrados mientras se estiraba con elegancia.

-¿Mami?- la aguda voz del pequeño captó la atención de la rubia.

-Buenos días- se acercó a su lado de la cama- ¿Cómo estás campeón?- lo cargó y sentó sobre su regazo.

-Mejó- dijo avergonzado antes de esconderse en su cuello.

-Cuando esta malito se pone muy mimoso- apareció la otra por su lateral empezando a peinar los rebeldes rizos del chico.

-Buenos días Albi- besó su mejilla repetidas veces.

-He comprado el desayuno- dijo separando al pequeño para poder mirarle sus ojitos aún con rastros de sueño.

ABC  |  AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora