Aquellos niños han crecido y se han convertido en jóvenes que dentro de la orden de Athena son los guerreros más fuertes de todos: Los Santos de Oro.
Antes de la guerra Santa contra Hades del siglo VXIII los Santos de Oro de Athena tuvieron que pasa...
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Aspros permanecía en su templo meditando, estaba sentado en lo profundo de la estancia acompañado de aquel hombre que era igual a él, tal y como dos unas gota de agua observándolo desde las sombras del templo, la atmosfera a su alrededor era tranquila cuando sintió un cosmos débil pero dentro del Santuario; aquel cosmos lo inquieto, era extraño, una mezcla de miedo y ansiedad trepo por su columna provocando que los bellos de su cuerpo se erizaran y le hicieran sentir aquella molestia general, aquel cosmos... hacía tiempo que no lo sentía, sin embargo, así como apareció se desvaneció de inmediato en un parpadeo, era un despliegue poco usual e indetectable, tanto que de no haber sido por el momento en el que se encontraba ni siquiera lo hubiese notado.
- ¿Lo sentiste Aspros? –pregunto el gemelo menor
- Si... hacia tiempo que no lo había vuelto a sentir... - Aspros abrió los ojos y se levantó tomando el casco de la armadura –Es como si estuviera de vuelta...- miro a donde estaba el menor –En un rato regreso Deuteros... no dejes que te vean –
Deuteros solo asintió, claro que no tenia que decírselo, el sabia perfectamente que nadie podía verlo; permaneció sentado tras de la columna solo escuchando a su hermano alejarse hasta salir del templo.
Deuteros se levantó y rápidamente con sigilo se deslizo fuera del templo para dirigirse escaleras arriba al templo de la Virgen para ver a aquel amigo con el que desde hacía un par de años había trabado amistad, comprendiendo que su hermano se dirigía al lado opuesto del Santuario.
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Aurora permanecía fuera del templo de Piscis aun seria por el encuentro de Albafika, cuando a su lado llego Thalía con un pergamino cerrado entre las manos, al saludarla se dio cuenta de aquella mezcla de tristeza, impotencia y enojo que la chica sentía, de inmediato relaciono a Albafika con aquella situación al haberlo encontrado en la estancia de la recamara Patriarcal notándolo contrariado y triste, aún más que de costumbre.
Tratando de distraer a la chica Thalía le comento a Aurora mostrándole el pergamino y pidiéndole un favor:
-Aurora... yo... el Patriarca me pidió que le entregara esto al Santo de Virgo... pero... la verdad el señor Kardia me invito a acompañarlo al pueblo y ya me esta esperando... yo... bueno ¿tu podrías...? – termino diciendo la chica con un sonrojo en el rostro