CAPITULO 5 Declaración de amor

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Al cabo de unos días Albafika regreso de su misión, Aurora al verlo corrió a abrazarlo obteniendo la sorpresa del joven sin poder evitarlo ni poder detenerla, de inmediato el joven sintió como si miles de mariposas volaran en su estomago y un sent...

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Al cabo de unos días Albafika regreso de su misión, Aurora al verlo corrió a abrazarlo obteniendo la sorpresa del joven sin poder evitarlo ni poder detenerla, de inmediato el joven sintió como si miles de mariposas volaran en su estomago y un sentimiento lo embargo... uno de una felicidad que nunca antes había sentido, como la alegría que sentía de platicar con ella cuando eran niños pero potenciada y con una sensación de necesidad diferente y por un momento el joven se sintió aturdido por esos extraños sentimientos alejándose de la chica de momento, Aurora lo miro y apenada le pidio disculpas:

-Discúlpame Albafika... es solo que me alegra que hayas regresado con bien –

- N...no te preocupes... yo... iré a ver al Patriarca – y Albafika se retiró sintiéndose embelesado por aquellos sentimientos.

Pasaron algunos días y aquel sentimiento no dejaba de crecer cada vez que estaba con ella. Ciertamente el viaje había sido relativamente corto, pero había sentido unas ansias por volver al Santuario para estar con ella, aquellos sentimientos no los comprendía, nunca los había sentido y cada vez que veía a la chica se sentía embobado por verla, en realidad Aurora ahora le parecía mucho más hermosa que cuando se fue de misión 2 meses atrás.

Clío noto el cambio de inmediato; la mujer notaba al joven distraído y eso le llamo la atención, había visto un cambio significativo desde que regreso, lo veía mas bello incluso risueño... su mirada con esa sombra de tristeza se había esfumado y hasta parecía llenarse de luz cuando veía a Aurora... esa solo podía ser la mirada de un hombre enamorado.

Esa tarde Albafika miraba a Aurora que en la lejanía platicaba con Sasha y otras doncellas saliendo del templo de Athena, las chicas sonreían mientras hablaban; el joven permanecía sentado en el quicio de uno de los ventanales de forma oval que adornaban la parte frontal del templo y que daba una hermosa vista al templo de Athena y que el Santo utilizaba para observar al infinito. El chico contemplaba embelesado aquella vista portando su armadura dorada que relumbraba con la luz del sol que entraba por los ventanales y parecía despedir un aura luminosa que embargaba el ambiente y parecía vibrar armónicamente sintiendo las sensaciones de su portador, en su mano derecha portaba una rosa roja que de cuando en cuando aspiraba degustando aquel aroma delicado mientras daba largos suspiros, en uno de tantos soltó un profundo suspiro cargado de un amor que ni el mismo se había dado cuenta y siguió mirando embelesado a Aurora, Clío que lo observaba y noto aquel extraño comportamiento en el joven.

A pesar de haber vivido toda su vida entre aquellas rosas nunca había demostrado aquel inusitado interés en aspirar su aroma y degustarlo de esa forma tan romántica.

La mujer se acercó al joven llamando su atención:

-Que suspiro tan profundo... ¿Para quién es? –

- ¿Qué? – Albafika fue sacado de ese mundo de ensueño mirando sorprendido a Clío parada junto a el a escaso medio metro, estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta en que momento la mujer se había acercado tanto a él.

El Lienzo de las rosas: Rosa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora