CAPITULO 20. El primer sueño de la virgen

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Era de madrugada y la noche era apacible, tranquila y silenciosa con la luna anclada al mar de estrellas que cubrían la bóveda celeste y la adornaban tan bellas como un ángel; Aurora dormía desde hacía un par de horas, tranquila en su cama después de aquel largo, pero muy agradable día al lado de Albafika y un buen baño relajante cuando un sueño comenzó a proyectarse en su inconsciente:

Se vio a sí misma en un jardín enorme cuyo pasto verde parecía infinito, tanto que llegaba hasta el horizonte, la luz del sol era cálida y el azul del cielo era acompañado con el blanco de algunas nubes que avanzaban con lentitud casi imperceptible de una suave brisa que movía con delicadeza las flores y se metía entre los cabellos dorados de la chica; era un lugar bastante apacible, a decir verdad.

Aurora caminaba sin rumbo aparente por aquel campo cuya única compañía eran las plantas y flores en él, de pronto al ver al frente vio en la lejanía a una persona parada de espaldas a ella.

La chica sintió la necesidad de caminar hasta donde se encontraba dicha persona que poco a poco se presentaba más y más nítida. Al irse acercando pudo distinguir que se trataba de una mujer que permanecía de pie a espaldas de ella, vestida con un vestido blanco, igual a los que usaban las doncellas del Santuario, su cabello largo y rizado con ese color dorado que parecía brillar como el oro bajo la luz del sol, su figura alta y espigada se dibujaba por debajo de la tela con los brazos atrás, entrelazando sus manos permanecía quieta, como observando el lugar y esperando.

Aurora sintió una inquietud al verla, una necesidad enorme de acercarse y hablarle por lo que cuanto más se acercaba más quería verla del rostro, levantó su mano para tomarla del hombro cuando la mujer comenzó a hablar

- No te acerques a mi... no deberías estar aún aquí -

Aurora se detuvo intentando comprender aquellas palabras mientras seguía escuchando

- Has crecido tanto y te has convertido en una mujer muy bella... estoy muy orgullosa de que te hayan educado tan bien... -

- ¿Quién es usted? - logro preguntar la chica

- Tienes que tener mucho cuidado con el destino, ella te ha visto y solo espera... debes avisarle a él para que te proteja... duerme y sueña con ser de tu mejor tesoro el guardián... que nunca te bese la envidia... que no te abracen el odio ni el mal... ellos pronto llegaran por el llamado de los dioses... debes de decirle a el antes de que el destino te alcance...-

- ¿Que? pero... ¿De qué está hablando? - pregunto la chica mientras intentaba acercarse sin conseguirlo tal y como si se alejara aquella mujer, pero sin moverse

- Mi niña... eres aun tan joven... que me duele tanto en el alma el no poder estar contigo -

Aurora se detuvo y retrocedió asustada cuando de pronto vio como el espacio a su alrededor se distorsionaba y nubes negras se cernían en el cielo al momento que las flores se marchitaban y el ambiente se enfriaba; al voltear a donde estaba la mujer, esta seguía dándole la espalda pero su voz parecía distorsionarse y aunque sentía un temor que casi la paralizaba la chica tomo del hombro a la mujer para girarla y lo que vio fue un cuerpo que se descomponía y la piel que se caía a pedazos, dejando un esqueleto putrefacto y hediondo que parecía mirarla con la cuenca de los ojos vacíos mientras emitía un lamento desgarrador.

El Lienzo de las rosas: Rosa RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora