Capítulo 4: "Realidad alterna"

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Rami.

Los tres nos sorprendimos ante la actitud repentina de Lacey, pero yo actué con naturalidad y esperé la respuesta de cualquiera de los dos.

—Bien—dijo Lucy después de unos segundos en silencio.

Los cuatro pasamos la siguiente hora en el bar bebiendo, hasta que el sol se colocó para ocultarse, decidimos marcharnos cada pareja a una habitación. Lacey decidió que nosotros fuéramos a la suya y mientras estábamos en el elevador y cruzamos el pasillo, nadie habló.

Ella paró en la puerta de la habitación. Introdujo la tarjeta y entramos. Cerré la puerta detrás de mí, caminé detrás de ella. Me quité la chaqueta y la colgué en el respaldo de una de las sillas de un pequeño comedor que había frente al balcón. Miré un poco la bella vista que daba al mar y luego, giré la cabeza hacia la chica que estaba de pie del otro lado de la cama, y me miraba algo nerviosa.

—¿Bebiste mucho alcohol?—preguntó.

—No mucho. Sigo consciente.

—No sé qué podríamos hacer—espetó, recordando el trato que habíamos hecho.

—¿Recuerdas la anoche en la playa?—asintió con la cabeza—Podríamos solo besarnos para quitarnos esa... curiosidad—guardó silenció unos segundos.

—De acuerdo—se sentó en la orilla de la cama y luego me invitó a hacerlo a su lado. Una vez frente a ella, nos miramos directamente a los ojos. Nos acercamos un poco, ella colocó sus manos en mis hombros y cuando estuvimos lo más cerca posible, escuchamos un golpe a través de la pared. Un cristal roto y un golpe seco en el piso nos hicieron separarnos de golpe.

—¿Escuchaste eso?—preguntó.

—Quizá es una pelea—ella se levantó de la cama y corrió hacia afuera.

—Quizá alguien está herido—dijo antes de comenzar a golpear la puerta.

—¡Hola! ¿Se encuentra bien?—preguntó en voz alta, y luego se escuchó un quejido. En ese instante, una empleada de limpieza salió del elevador y Lacey le pidió ayuda.

La mujer con la tarjeta maestra que abre todas las habitaciones, logró entrar y al hacerlo nos encontramos con un hombre mayor en el suelo. La mujer en seguida hizo una llamada y nos pidió que no lo levantáramos, pues podíamos lastimarlo, hasta que llegarán los paramédicos. El señor estaba medio consiente por lo que Lacey le hablaba para que se mantuviera despierto.

Al llegar los paramédicos, nos sacaron de ahí y se lo llevaron en una camilla.

—Pobre hombre—masculló Lacey.

—Qué suerte que lo atenderán a tiempo—comenté mientras regresábamos a la habitación. Lacey se paró un segundo y luego me miró.

—Creo que dejé la tarjeta dentro—dijo con una expresión de disculpa.

—Descuida, ¿Quieres ir a cenar algo?—sonrió y asintió con la cabeza.

Volvimos por el mismo trayecto que tomamos para llegar, y bajamos hacia las piscinas, donde había un restaurante de comida rápida. Ambos pedimos una hamburguesa y nos sentamos a comer.

—¿Cómo lograste ser una celebridad muy reconocida?—me preguntó. Sonreí.

—¿Cómo sabes que lo soy o no?

—Te busqué en google. Tenía que saber de dónde saliste.

—¿Dónde puedo buscarte yo?

—En Colorado. Avenida 23—bromeo. Me reí.

—Siempre fue mi sueño ser actor, pero no fue sencillo. Mientras perseguía ese sueño fue repartidor de pizzas y en un momento pensé en dejarlo y ser vendedor de bienes raíces como mis padres.

—Y pronto tu oportunidad cayó del cielo.

—Un personaje pequeño, siempre se inicia así.

—¿Y tienes hermanos también actores?

—No. Mi hermano Sami es profesor y Jasmine es abogada.

—Genial—articuló cubriendo su boca mientras masticaba. Aquel gesto me pareció muy tierno.

—¿Qué hay de ti?—quise saber.

—Mis padres al igual que Eric son empresarios. Trabajan todo el tiempo y los veo poco. Mi hermana Elena es chef, tiene un restaurante en colorado y tiene un hijo de cinco años. Y... tenía un hermano mayor, pero falleció—bajó la mirada.

—Lo siento mucho—desvió su mirada ante los recuerdos que la invadieron de repente—Entiendo lo que sientes. Mi padre también falleció hace unos años—volvió a mirarme—La vida apesta un poco sin ello—sonreí con melancolía.

—Así es—sonrió—Me agradas. Para ser famoso eres muy amable y humilde. Y gracias por respetar que no hiciéramos nada.

—También me agradas y creo que estamos haciendo algo mejor.

—¿Qué?

—Aparte de salvar una vida, conocernos ha sido lo mejor—sonrió y su piel se ruborizó.

Al terminar de comer, fuimos a la playa. El lugar estaba solitario y lo único que se escuchaban eran las olas del mar.

—¿Quieres bailar con un extraño?—se río.

—¿Aún prácticas para tu boda?

—Puede ser. Aunque ya no será aquí. Tuvimos que posponerla.

—¿Por qué?—preguntó extrañada.

—Por unos problemas familiares—asintió comprendiendo.

—Necesitaremos música—comentó. Entonces saqué mi teléfono y puse una melodía lenta y romántica. Dejé el aparato en la cama de playa y volví a ella, le sujeté la cintura y ella de mis hombros. Nos acercamos al punto de topar nuestros cuerpos, los cuales, comenzaron a danzar al ritmo.

Al mirar los ojos de Lacey, su cabello volando con el viento y el mar atrás, me hacía sentir como en una realidad alterna donde solo fantaseaba con nosotros y nada más existía. 

Bailando con un extraño 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora