Capítulo 11: "Jugando con fuego"

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Lacey.

Me era imposible no sentir cosas al leer los mensajes de Rami y ver la foto que envió. Había dudado mucho en responderle después de eso, pero al llegar a casa, Eric cayó dormido en medio de nuestra cama y yo no podía dormir. Así que fui al baño a contestar su último mensaje. sé que estaba jugando con fuego al haberle enviado una fotografía mía, y lamentablemente nadie de mis amigas sabía lo que estaba haciendo como para hacerme parar.

Lacey, no sabes lo que provocas enviándome esa foto...

¿Huelo a peligro?

¿Mentiste acerca de lo bien que va tu matrimonio?

Esa pregunta me tomó por sorpresa. Cuando iniciamos a enviarnos textos, había dicho eso para evitar hablar con él, pero pronto las cosas dieron un giro brusco.

En realidad no hemos estado juntos desde que llegamos.

Me siento sola, Rami.

Y... te echo de menos.

No tendrás por qué hacerlo más.

¿A qué se refería? ¿Me estaba pidiendo de una forma sutil que lo dejara en paz? Aquello me tomo por sorpresa y me decepcioné. Dejé el teléfono y volví a la habitación.

En la mañana siguiente, el local estaba algo vacío. Después de que mi hermana se marchara, me quedé sola. En una cosa tenía razón ella, estaba la mayoría del tiempo sola aquí, y si no tenía citas o pedidos no tenía trabajo y mucho menos ingresos.

Estaba subiendo las escaleras, cuando el sonido de la puerta de enfrente me hizo volver. Baje con dificultad por mis tacones y al pararme detrás de la vitrina, las personas que se encontraban del otro lado, casi me hacen fallecer de la impresión.

—Hola, cariño—saludó Lucy quitándose los lentes oscuros—Necesito un vestido—sonrió. En seguida miré al hombre que la acompañaba, en su rostro lo adornaba una sonrisa traviesa y divertida ante mi reacción.

—Eh, si, síganme. Arriba tengo, eh... sí—giré directo a las escaleras y subí de nueva cuenta. Apreté los ojos y mis puños. Estaba nerviosa, apenada, avergonzada. Quería que me tragara la tierra.

—Tengo aquí diseños exclusivos, catálogos y un lienzo por si quieres un diseño único—expliqué cuando llegamos al estudio. Volví a verlos y Lucy admiraba el lugar mientras Rami continuaba viéndome de la misma forma. Bajé la mirada y sentí mi rostro caliente.

—Quiero un diseño único. Es para unos premios—continuó Lucy mirándome.

—Claro—tome el lienzo, un lápiz grueso de un color negro intenso y me senté en un pequeño sofá, frente a él había otro donde los invité a sentarse también.

Mientras la chica describía los detalles que quería en su vestido, yo lo iba diseñando a puño y sin ninguna base. Me impresionó la naturalidad con la que ella podía hablarme. Fingía bien el no conocerme, pero ¿Qué mierda hacen aquí? Solo hasta ese momento me lo pregunté, y sentí que era demasiado tarde como para enfrentarlos con ese cuestionamiento.

—Vaya, ¡me gusta! Esto lo hiciste solo en unos segundos, es magnífico—exclamó la rubia mirando el lienzo.

—Es hermoso—mencionó Rami por primera vez, y su voz provoco escalofríos por todo mi cuerpo. Levanté la vista y nos miramos unos segundos. Pronto, el teléfono de Lucy recibió una llamada y excusó eso para marcharse, dejándonos solos.

Me levanté de prisa y giré hacía uno de los tantos armarios que había en la habitación. Saqué la chaqueta negra, y al girarme, el moreno ya estaba a medio paso cerca de mí.

—Tú...tú chaqueta—tartamudee mirándolo. El bajo los ojos y lo que observaba en realidad no era su chaqueta.

—Yo también te echo de menos—murmuró y sentí mis piernas doblarse un poco. me faltó el aire y quería salir corriendo de ahí.

—¿Qué hacen aquí?—reclamé en voz baja. Me miró de nuevo. 

—No pareces la chica de los mensajes ahora—se burló.

—Me tomaste por sorpresa—me defendí. Soltó una risita.

—Te gusta jugar, ¿verdad?

—¿Por eso estás aquí?

—Lucy quería ver tus vestidos—mintió. Lo sé—Y yo quería saber si lo que dices en los mensajes es cierto.

—¿Qué parte?—dije aparentando no recordar.

—Todo—dio el paso que faltaba para que estuviéramos más cerca. Su aliento caliente golpeo mis labios y me detuvo el corazón.

—Sí—contesté sin aliento y apunto de tumbarme en sus brazos.

—¿Tu crees que podamos intentarlo de nuevo?—preguntó con esperanza. Entre abrí los labios reteniendo responder con un eufórico sí, cuando en ese instante, Lucy volvió a la escena, pero esta vez, acompañada de mi esposo.

—¿Qué carajos hacen ustedes aquí?

Bailando con un extraño 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora