Fugaz

998 156 13
                                    

Caí en sueño profundo pronto, pero podía sentir mis párpados apretarse fuertemente. No quería abrirlos, tenía miedo de lo que sea que pudiera encontrarme.

Suavemente, pude sentir una presión sobre mis hombros, apretando apenas como una especie de suave masaje sobre ellos. Suspiré y solté un resoplido, aceptando poco a poco la idea de relajarme.

- Tenemos que hablar. - Escuché la voz de Fargan.

Me decidí a mirar de una vez. El espacio había vuelto a ser infinito, negro y vacío, de lejos, la farola flotante a la última distancia en qué la ví. Él estaba en frente mío, con las manos a la espalda mirándome fijamente con esa suave sonrisa amigable detrás de su antifaz. Sentí una creciente incomodidad ya que la presión no se iba de mi cuerpo.

Giré apenas con cautela, mirando sobre mi hombro unas manos femeninas. Con extrañeza, termine de girar mi cuerpo para encontrarme a una chica pelirroja. De baja estatura y cuerpo delicado. Con el cabello en una cola de caballo, me sonrió.

En silencio mire a Fargan, confundido.

- Aquí no somos más que tres, Rubius. Haz cuentas, ¿quien te falta?

Me quedé en silencio un segundo, pensando, pero, no era posible. Lolo el cabrón era un hombre, estoy seguro.

Mientras más miraba a la tipa, más incómodo me hacía sentir. Su sonrisa era cada vez más amplia, casi rayando en lo grotesco. Sus pómulos subían de tal manera que cerraba un poco sus ojos.

- A diferencia de ti, yo puedo ser todo lo que quiera. - hablo con una voz suave, mimosa e irritante.

Ya más consciente de este mundo, no tuve la necesidad de alejarme, pero podía sentir mi nariz arrugada en desagrado. Su cuerpo comenzó a cambiar frente mío. Más altura, más corpulencia. Sus senos fueron reemplazados por un pecho más ancho. Una buena complexión sin ser necesariamente musculoso. Su cabello se quedó igual, rojo y atado en una coleta ahora más baja.

- ¿Haz venido a llorar, chaval?- me insistió con esa voz que conocía bien.

Decidí ignorarlo. Tenía más ganas de hablar con Fargan ahora. Me giré dándole la espalda a Lolo para andar con mi consiencia.

- ¿Qué es todo lo que ha pasado? - murmuré con tono cansado. Incluso aquí podía sentir el peso de mi cuerpo. Estaba agotado de todas maneras posibles.

- Es la avalancha inevitable de consecuencias de sus acciones. ¿Crees que algo así sucede solo por qué si? El error de Samuel fue tratar de actuar de manera tan casual en una situación tan grave. Claro que eso fue lo que te salvó, pero involucraron a un inocente.

- Ese tío está jodido, te lo digo.- Soltó detrás mío Lolo en una carcajada.

- ¿Por qué no le dices que cierre la boca? Parece ser que solo a mi me molesta éste imbécil. - hice todo lo posible por omitirlo, pero conseguía fastidiarme.

- Él es un ser creado por ti, tanto como yo. ¿Exactamente que poder crees que podría ejercer sobre Lolito?

Lo que decía Fargan tenía sentido, pero no era menos irritante. Ni su verdad, ni su manera tan casual de decirlo.

- ¿Qué pasará ahora? - pregunté.

- Bueno, no lo sé. Vegetta sigue allá afuera, no sabemos en donde. Muy seguramente esté muy cerca, pero no es idiota, sabe que están buscándolo. No creo que vaya a aparecerse por aquí en estás condiciones.

- ¡Qué va! Es un cabronazo. Seguro que está rondando la zona esperando que duerman para acabarlos. - Vociferó Lolito a espaldas con ese alegre canturreo suyo. - Cuando menos veas, ese niño Mangel va a terminar tumbado en la cama junto a Auron y tú vas a estar rogando por tu vida como una zorra.

- ¡Bueno, para ya, cabrón! Eres una mierda. Me cago en tu existencia. - Me acerqué a él, impulsado completamente por mi cabreo. ¡¿Pero quién se creía éste mamá huevos?! - Para lo único que viniste fue para joderme más la existencia. ¡Lárgate, fuera de mi cabeza!

Me miró un par de segundos con expresión seria. Creo que había logrado molestarle al menos un poco, pero la satisfacción me duró poco. Sus ojos verdes brillaron con suavidad, sonriendo más y más de nuevo.

- Tienes miedo - me dijo con emoción. - Tienes miedo de ti, de mi, de Samuel. Tienes miedo de todo lo que puede pasar, y por más cabreado que estés, no harás nada por qué lo único que haces es quejarte como un crío sobre lo injusto que es todo a tu alrededor. No paras de preguntar "¿Por qué?", en lugar de tomar acción sobre lo que sucede. Por esa falta de desición, Auron está en el hospital dependiendo de tubos para vivir. Por esa cobardía Mangel está despierto y lo estará toda la noche vigilando que estés bien. Por toda esa basura emocional y ridícula que tienes clavada en la cabeza, todo está peor de lo que podría haber sido. Estás jodido y estás jodiendo a los demás. Y no importa cuánto me grites si estás temblando mientras lo haces. Estás acabado... y me encanta.

Lo mire fijamente con el cabreo a tope. Podía sentir mi sangre acumulada en el rostro, cada vez más caliente. Mis puños se cerraban con fuerza, pero podía sentir el temblor del que hablaba. Sentía las piernas flojas y los hombros sacudirse. Pero aún así, me dispuse a levantar mi brazo para golpearle, me tenía ya cansado.

- Eso no soluciona nada. - El brazo de Fargan se estiró hacia mi para tomarme y detenerme.

- ¡Estoy harto de que éste cabrón me toque los cojones! - me separé con disgusto.

- Ni siquiera quieres hacerlo, es solo tú orgullo. - se cruzó de brazos para mirarme con desaprobación.

<<Joder, tío, ¡¿de que lado estas?!>> Lo mire con el mismo cabreo que a Lolo. Me sentía encerrado.

- Estoy de tu lado, por supuesto, por consiguiente también el de él. Somos la misma cosa, Rubén. Solo somos el eco de tus propios pensamientos y tú mismo has alimentado la esencia de Lolito.

El par de brazos del pelirrojo me rodearon por los hombros desde la espalda, cruzandolos por mi pecho atrayendome a él. Sus manos subieron lentamente hacia mi cuello, sosteniendo con firmeza.

- S-Suéltame, cabrón.

Fargan me miró fijamente tomando mis manos con amabilidad.

- Solo estás peleando contigo mismo. Deja de pensar en ti y piensa en la situacion.

Mi vista se giró a la farola medianamente lejana. Su luz se volvía titilante, débil. Una ansiedad me invadía de a poco. Quería correr a ella. "No, por favor". Quería soltarme, pero Fargan me sostenía de brazos y Lolito por el cuello.

- Suéltenme ambos. - les hable con más firmeza. - ¡Ahora!

Tiré de mi con fuerza. Soltarme de Fargan fue sencillo, pero Lolo solo apretó más su agarre. La luz se volvía aún más tenue y mi necesidad de correr a ella se incrementaba.

- ¡Mierda, te digo que me dejes de una vez! - giré mi cuerpo para golpearlo con mis codos en el torso, pero solo lo hice sonreír. Sin mayor esfuerzo me tumbó al suelo apretando con fuerza mi cuello. Podía sentir sus dedos marcarse en mi piel cerrando mi garganta. - Far-gan...

El aire se me iba del cuerpo. Estiré mis manos hacia el pájaro imbécil que no había más que sonreír con calma. "Deja de luchar", me decía con los labios. No se que clase de idiota me creía, pero iba a pelear. Mis uñas se enterraban en el suelo y mis piernas empujaban con fuerza el cuerpo de mi agresor.

<<¡QUÍTATE MIERDA, LA LUZ SE APAGA!>> era todo lo que pensaba. Estaba ido mirando la farola. Ni siquiera me importaba estarme ahogando, solo quería que esa luz siguiera funcionando, pero de un momento a otro... se apagó.

Me vi de pronto en la penumbra. Mi cuello seguía siendo casi aplastado por el peso de lolito. Lleve mis manos a las suyas tratando de sacarmelo de encima, pero ya era tarde. Mi cabeza daba vueltas, quería gritar pero solo salían torpes jadeos de mí.

- Haz que valga la pena, Rubén... - escuché la voz de Fargan más cerca, como un susurro en mi oído. - ... O lo lamentarás toda tu vida.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora