Refugio

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La cena pasó con calma y en mucho silencio como era de esperarse. Gracias al tronar de los crotones de la ensalada, o Samuel habría podido escuchar mis pensamientos.

Una vez terminé, me levanté para tomar mis trastes y llevarlos a lavar, pero él se levantó aún más rápido para detenerme, poniendo sus brazos extendidos hacia mi.

- Oh, no, yo me haré cargo de eso.

Me sonrió una vez más al tomar todo en manos y girarse para ponerlos en el fregadero.

- Vamos, es tarde y los niños deben dormir bien. Tienes que ir a descansar

Me costaba un esfuerzo criminal no desfigurar mi expresión en molestia. <<Cabrón, tengo tus nudillos en mi cara, no te hagas el amable>>

- Claro, aún no se dónde dormiré.

- Lo sé, pero seguro vas a flipar cuando veas tu habitación.

Se acercó a tomar mi mano de nuevo, estrechandola con suavidad. Estaban bastante cálidas a diferencia de las mías. Siempre tengo las manos frías, el contacto cálido sería de hecho agradable si no estuviéramos en esta situación.

Volvimos a la habitación de la chimenea, y una escondida vuelta a la derecha al fondo habían dos puertas de cada lado del pedacito de pasillo. Se giro a la izquierda y extendió su mano invitándome a abrir.

<<Esto debe ser un calabozo>> O tal vez algo peor. <<¡En cuanto entres te va a caer a hostias hasta dejarte en el piso! >>

Tomé la manija de la puerta y abrí apenas de costado, dejé la puerta abrirse por su peso sin dejar de mirar a Samuel de reojo, que pude notar bastante desconcertado. <<¡NO FINJAS CABRON! ¡SÉ QUE QUIERES MATARME! SE QUÉ-... >>

Mis pensamientos se detuvieron de abrupto cuando al fin mire dentro. No había nada fuera de lo común. Por el contrario, la recámara estaba increíblemente bien armada. Una cama grande, con buenos cojines. Los muebles llenos de figuras, una TV, y todas las comodidades. Además de la luz normal, habían decoraciones de luz neón detrás de algunos muebles en morado y azul.

- ¿Te quedaste sin palabras, no? - Se abrió paso entre mí y la puerta para entrar a la habitación. - Pensé en todo lo que te gustaría. Bueno, solo tuve que pensar en tu habitación actual.

<<Creo que prefiero el calabozo>> No, tampoco podía ser tan idiota. Seguro que algo intentaba compensar con esto. Mientras más disculpas pides, es por qué tú cagada fue más grande, ¿no?

- ...Si, definitivamente no tengo palabras, tío.

Entré para ver todo con más atención. No solo tenía la TV, sino que algunas consolas old de segunda mano. Nada con internet, eso es seguro. En los estantes encontré piezas idénticas a las que tenía en caso.

- Hostia, encontraste piezas muy similares a las mías. ¿Dónde las sacaste?

- De hecho son tuyas. Las traje contigo esta mañana. También traje buena parte de tu ropa.

Su forma tan natural de hablarme de ello me hacía cabrear de nuevo.

- ¿Quieres decir que después de joderme con esos dos hostias de mierda, entraste de nuevo a mi casa y robaste mis pertenencias?

-No, no las robé. !Las traje para ti! - Extendió sus brazos como si estuviese mostrando el producto de un telemarketing.

Tuve que darme un segundo para respirar hondo. Su mirada estaba clavada en mi pecho ahora. Bajé apenas mi vista para saber cuál era el problema, me encontré tirando con fuerza de las cintillas de la sudadera. <<Calma, tío. No es lo peor que te ha hecho... Hoy. >> Las solté.

- Tienes tu propio baño, completo. !Incluso tiene tina!

Se relajó cuando solté aquel pedazo de tela. Qué tío más raro. Era como tratar con un animal salvaje. Si me ponía tenso, el también lo hacía.

- Eso suena majo. -Me lleve una mano a la frente con cansancio - Lo siento, pero... Creo que de verdad quiero dormir ahora

- Oh, está bien. Me voy para que duermas bien.

Algo muy curioso paso en ese momento. Dio un paso hacia mi, pero viró de inmediato antes de volver a verme y terminar por salir.

<< ¿Qué carajo? >> Estaba seguro de que estaba con estupefacientes. Comportamiento increíblemente raro.
Tomé aire una última vez. Me acerque a la puerta buscando cerrarla con llave cuando me di cuenta de que no había cerradura de este lado. Para variar, solamente se podía asegurar por fuera. <<Mierda>>.

- !Agh!

Me pase las manos por el cabello para terminar dando un par de vueltas en mi sitio, como un perro inquieto. <<A la mierda, hoy no vas a hacer nada. Ni siquiera tienes fuerza de hacer lo que sea. Andate a dormir. >> Eso era lo mejor que podía hacer en ese momento. Me saque las zapatillas, la sudadera y me tire de cara a la cama. Mañana tendré alguna oportunidad.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora