Gravedad

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Fargan y yo estuvimos un rato más en aquel risco, en moderado silencio. El viento fuerte empujaba las copas de los arboles haciendo que sonaran unas contra otras.

Por más que el tiempo pasaba, la luna se mantenía fija en el mismo lugar. La miré una vez más. Brillante, eterna, hermosa. Para mi, era algo sublime. Algo que representaba un peligro inminente, pero que a la vez me atraía de una manera descontrolada.

Poco a poco el cielo se fue fundiendo en negro hasta desaparecer. Incluso Fargan, incluso yo.

Abrí los ojos en mi habitación, había caído la tarde. Dormí buena parte del día. Me mantuve estático en mi cama esperando escuchar pasos afuera. A esta hora comenzaba a ponerse oscuro en algunas zonas de la casa donde el sol no daba lo suficiente.

Me levanté con menos problema gracias al comprimido de antes. Asomé la cabeza hacia afuera y no pude escuchar nada. La chimenea estaba apagada, las luces estaban apagadas. No había nadie.

Anduve a la cocina y no había nadie ahí tampoco, de hecho esta vez no había nada sobre la barra tampoco. Corrí al living para mirar fuera buscando a Samuel en el jardín como antes, pero nada. Ésta vez estaba completamente solo.

<< ¡Tienes una oportunidad! >> Me giré apresurado hacia el pasillo, buscando puntos frágiles a las ventanas, pero nada. No quería intentar y fallar así que primero necesitaba ver el entorno. Volví a la zona de la chimenea pero no. El cuarto de lavado. Las ventanas de la cocina eran pequeñas y muy gruesas, soportarían un enorme impacto. Entonces, vino a mi como una revelación.

- ¡La corriente de aire en el baño!

Entré y aseguré la puerta. Tomé el banquillo que ya estaba de por si ahí y me paré sobre él para alcanzar el techo y el traga luz, que como es usual, tenía un pequeño borde levantado.

Sentía la brisa en la punta de mis dedos. La profundidad del tragaluz me dificultaba apoyarme lo suficiente para empujarlo.

Di un par de golpes al borde pero estaba bien reforzado.

- Maldita sea...

La ansiedad se apoderaba de mi. Me estire a mi límite para dar un par de golpes solo agrietando un poco el borde. Eso es. Di un pequeño salto para empujarlo de nuevo, pero perdí el impulso con el abrupto resbalón de mi pie.

- Ah...

Las caídas pueden ser muy rápidas y al mismo tiempo en cámara lenta. Mi cuerpo de levantó de cualquier superficie y aterricé de espaldas directo al suelo. Como un reflejo, mi brazo derecho se extendió lo suficiente como para tomarse del borde del lavabo. Suficiente para amortiguar mi caída un poco, pero no para detenerla.

Sentí y escuché el costado de mi cabeza golpear contra la baldosa. Ni siquiera me quejé. Mi brazo se soltó del lavamanos segundos después. Se veía borroso mientras parpadee un par de veces, pero la tercera vez solo pude ver negro. Un suave zumbido cruzó por mi cabeza, continuo y agudo.

Todo estaba negro, como en mis sueños pero, esto era aún peor. Estaba en la nada. Había un eco espantoso incluso de mi respiración.

- ¿Dónde...? ¿Fargan?

Me giraba con fuerza pues mi voz parecía venir no de mi boca sino, de todas partes.

- ¿Hola? - insistí.

Esto no era un sueño. Gradualmente me sentía cada vez más cálido. Pese a la penumbra me sentía seguro. Me sentía cobijado. Me deje llevar por esa sensación. El zumbido de alejó hasta desaparecer. Me sentí libre de respirar, cerré mis ojos por segundo y cuando los abrí una vez más, había vuelto.

Miré fijamente al frente, mi vista enfocó un punto negro en uno de los sofá. Poco a poco mi visión se aclaró para dejarme notar el suave respirar de un gato. Pero, ese gato se me hacía familiar.

Giré mi cuerpo apenas hacia mi costado derecho, sentía una suave presión sobre mis piernas que no me dejaba mover por completo. Mientras me movía pude notar que no estaba del todo sobre el sofá. Estaba encima de lo que parecían ser <<¿piernas?>>

- Espera, no te muevas tan de pronto. - Escuché una voz cerca. Su mano estaba sobre mi cabeza con un pañuelo entre ella y mi piel.

- ¿Samuel? - pregunté dudoso.

- Pues claro. ¿Que estuviste haciendo?

Respiré profundo, ubicandome mejor. Estábamos en el living, yo estaba recostado sobre el regazo de Samuel y el presionaba lo que ahora supongo era una herida en mi cabeza. El bulto que sentía sobre mis piernas comenzó a moverse. En un escalofrío me removí para verlo mejor. De reojo, pude ver una masa naranja que bajó al suelo, acercándose a mi desde el suelo.

- ¿Willson?

Por un momento creí que era una alucinación mía, pero, no se iba. Con calma subió sus patas a las piernas de él para oler más de cerca, apenas lamiendo mi rostro una vez.

- Los traje aquí para ti. - habló desde arriba. - Lamento haberte hecho sentir tan mal.

Joder. Ahora hasta me sentía culpable. Di una suave palmada en su pierna para incorporarme. Lo mire un par de segundos ahí sentado a su lado. Tenía la mirada de un cachorro triste y desganado. A pesar de todo, no me gustaba verlo así.

- Gracias por traerlos.

Me incliné a él, tomando su rostro entre mis manos para besar apenas suavemente sus labios. Antes de que respondiera, me agaché tomando a Wilson en manos para llevarlo a mi pecho.

Con tanto alboroto me había olvidado de ellos. Volví la vista al sofá de en frente para enfocar mejor, reconociendo a Raspi dormida. Pero si soy realista esto no hacía más que complicarlo todo. Ahora tenía que salir de aquí con todo y gatos.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora