La verdad

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Okay, ésta vez decidí hacer mi pequeña nota, no como un pié de pagina sino como un inicio. Quiero avisar que éste capitulo tiene la extensión de lo que por lo general serían dos capitulos, pero no me pareció adecuado cortarlo, espero que no tengan problema, una disculpa por ello.
Espero lo disfruten.

-Knv 🖤

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Lolo había entrado en mi cabeza por apenas una fracción de segundo. "Morir como un hombre". No quería eso. En realidad yo no quería morir en lo absoluto, pero estaba seguro de que, de no hacerlo esto seguiría. ¿Hasta donde se suponía que debía llegar? ¿Qué otra vida tenía que tomar para poder ponerle fin a todo?

Samuel me miraba con los ojos inyectados en ira, pero así mismo, podía notarlos más cristalinos que antes. El brillo en ellos era mucho mayor. Llevé mis manos hacia mi cuello poniéndolas suavemente sobre las suyas. Noté que su agarre temblaba. Ya no crecía, no apretaba más pero ciertamente había comenzado a flaquear.

- S-Samuel...

Jadeé. Algo estaba cambiando poco a poco. El rojo de su rostro subía, podía notar una vena en su frente, la presión era impresionante, pero no solo eso. Sus ojos se apretaron con fuerza mientras meneaba con suavidad, apenas perceptible antes de aumentar poco a poco negando con firmeza mientras entre sus párpados pequeñas gotas comenzaban a acumularse. << ¿Qué mierda, tío?>>

Estaba confundido. Aún con ambas manos sobre mí, sometiéndome contra el suelo, él había comenzado a llorar. Apretó los dientes con fuerza, estrangulando con un poco más de fuerza en un segundo, haciéndome soltar un quejido. Podía notarlo, dentro de él había otro debate, tal vez igual de fuerte que el mío. Como si en su interior tuviese a otro hijo de puta lolito diciéndole que hacer.

Sin más, en un empujón contra la tierra me soltó al fin. Me giré sobre mí costado, tosiendo con fuerza. El paso del aire de manera tan repentina raspaba mi garganta. La saliva acumulada quería volver revolviéndose desordenada con el oxígeno a los pulmones. Mis manos fueron a mi cuello de manera instintiva, como si sintiera aún algo atado a mi piel, pero no, era solo la sensación de sus manos que no se iba de mí.

Lo miré de reojo, confundido. No es como si fuera a exigirle "Ahora me matas, cabrón", pero definitivamente estaba extrañado con lo sucedido. Lo vi alejarse un par de pasos, mirando sus manos apenas por un par de segundos antes de llevarlas a la cabeza, sujetando los costados con fuerza, agitado. Su respiración era fuerte, más de lo que nunca había visto antes. Sollozaba, eso era seguro. Podía escuchar los jadeos que se extendían desde su garganta en un ataque de pánico que crecía con cada segundo. Era como verme reflejado en él en otros tiempos.

¿Quién era realmente Samuel De Luque? Dicen que solo una persona podrida puede podrir a otras. ¿Eso era él? Me costaba pensar con claridad del todo aún. Lo veía frente a mí, sufriendo y me dolía; pero no podía negar que por su culpa ahora estaba tumbado en el suelo donde Auron pasaría el resto de los tiempos pudriéndose alimentando a los gusanos.

Me repuse con torpeza, apoyando ambas palmas en la tierra. El retrocedió en cuanto notó nuestra cercanía. No me decía nada, ni siquiera quería verme como tal. Estiré una mano hacia él. Tal vez, si realmente estaba enfermo tendría alguna oportunidad de ayudarlo. No lo podría perdonar jamás, y tendría que pagar como consecuencia de sus actos, pero tal vez, podríamos salvar esta alma. Alguien podría salir de alguna manera airoso de todo este desastre. Auron habría salvado dos vidas en lugar de solo una.

- Samuel... - Mi voz apenas salió.

- ¡¿RUBIUS?! – La voz de Mangel se escuchó a corta distancia.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora