Resaca

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Desperté cerca del medio día. Lo sabía por la luz de afuera. Miré alrededor confundido. Me dolía la cabeza, me daba vueltas. Me sentía aturdido. Me giré en la cama para sacar mis pies. Antes de terminar de sentarme pude notar la tela de mis pijamas en mis piernas. Lo de anoche, ¿solo lo soñé, cierto?

Creando impulso con mi cuerpo, termine de sentarme en la cama. Más tarde que temprano, la realidad me golpeó directo en el culo. Ahí donde Samuel también lo había hecho anoche.

- ¡Hostia puta! -Mi primer instinto fue levantarme. Error.

Caí al suelo después de sentir la fuerte punzada en mi trasero, caderas y espalda. Todo eso dolía y se sentía entumido al mismo tiempo. De alguna manera ese cabrón lo había logrado.

Escuché una serie de apresurados pasos correr hacia la habitación. La puerta se abrió de golpe y me dejó verlo, ahí parado con una repentina mueca de sorpresa en su rostro. <<¡¿Que miras, cabrón?!>>

- ¡¿Que miras, cabrón?! - esta vez no solo lo pensé.

- Qué -? - no terminó su pregunta, pues se agachó en ese momento dispuesto a levantarme. Pero yo estaba indignado, adolorido y furioso.

- ¡Aléjate de mi, hijo de puta! - me giré a la cama para apoyarme con mis brazos a ella buscando levantarme - Ahora mismo me importa un carajo si te gustan o no los insultos. ¡Estos te los ganaste, cabrón! ¿Me escuchas? Eres un gilipollas de mierda, eso es lo que eres.

Seguí gritando y refunfuñando enberrinchado. No dijo nada, solo se mantenía a mi alrededor con los brazos extendidos como un padre que cuida a un bebé que no caiga contra el suelo en sus primeros pasos.

- Ya cálmate, Rubius. Te traeré algo para el dolor. Se te pasará en unas horas. - Su voz era suave, casi paternal.

- En unas horas mis cojones. Esto es tu culpa. No quiero tu medicina, no quiero nada tuyo ahora. Vete, ¡Vete cabrón que si me levanto te cargo a hostias!

Siempre he sabido que esa amenaza era falsa. No podría, pero cuando uno está en ese nivel de rabioso no piensa demasiado. Si era completamente honesto conmigo, no solo Samuel había ocasionado lo ocurrido. También era culpa mía. También me había dejado llevar, pero eso el no tenía que saberlo.

- ¿Tan mal te ha caído? Déjame revisarte. - se acercó con calma por la lateral de la cama.

- ¡¿Qué?! ¿Revisar qué, cabrón?, ¡¿REVISAR QUÉ?! - tomé una almohada cercana que no tarde en lanzarle con toda la fuerza que pude, seguido por los cojines - ¡Ve a revisarte el coño tu mismo, anda! ¡A mí ya déjame en paz!

- ¡Espera, Rubius! ¡Ah! - apenas retrocedió un par de pasos, atrapando uno de los cojines para desviar el resto.

Me observó por un par de segundos. En cuanto subí a la cama me cubrí con las mantas lo más que pude. Estaba en una pose extraña, apoyado en la pared para medio sentarme sin tocar la cama con mi trasero. No sé si me explico del todo pero no iba a presionar esa zona. Era zona restringida de momento.

Soltó un suave suspiro antes de lanzar el cojín de vuelta a la cama. Regresó todo a ella antes de salir por fin. Pude escuchar sus pasos dar vueltas por el sitio por varios minutos, pero al final pude escuchar solo el cerrar de la puerta principal.

No supe que hacer en ese momento. Esperé bastante por si volvía a entrar pero, no hubo mayor ruido. Cuando tomes valor, aún con las mantas encima me arrastre hacia la puerta. Ya en el suelo, giré la manija para mirar afuera.

Frente a mi, encontré una charola con un vaso grande de jugo, un sándwich y al lado un comprimido redondo y otra de sus notas. "Lo siento".

- Esto no remedia nada, cabrón.

Pero yo no era idiota. Tomé las tres cosas y volví a mi refugio en la cama. Habría pensado en salir corriendo, si tan solo hubiera podido correr.

Me recosté una vez más, esperando conciliar el sueño de nuevo. Respiré profundo una ves tras otra hasta arrullarme con mi propia respiración.

Conseguí el sueño profundo y volví a aquel bosque, más en específico a aquel precipicio que había visto con anterioridad. Mire a mi alrededor buscando a la maldita bestia de mi último sueño, pero no estaba. Sus huellas seguían grabadas en la nieve, pero él había desaparecido.

Me adelanté al bosque de nuevo, mirando con cautela los alrededores.

- ¡Pst!

Giré de abrupto sin notar nada raro.

- ¡Pst!

Me giré una vez más a la copa de un pino donde, en una rama, descansaba aquella lechuza café, mirando directo abajo.

- ¿Fargan? ... ¿Qué haces ahí, cabrón? Bájate ahora mismo. - extendí mis manos haciendo señas.

<<Baja para que te cague a golpes>> de alguna manera lo sentía en parte responsable por lo ocurrido. Seguir la corriente había sido su idea, además de dejarme solo cuando hubo un problema.

El animal se lanzó sin más por la parte trasera del pino. Para cuando llegó al suelo, ya tenía esa forma humana una vez más. Con su antifaz bien puesto, anduvo a mí con semblante tranquilo.

- ¡Hey, Rubius, Rubén! ¿Qué tal te ha ido con Vegetta? - su tono era de lo más relajado que me hizo cabrear.

- Mal, muy mal y lo sabes, tío. - lo señalé directo con un dedo, a la cara. Lo estaba acusando por todos mis males actuales. - Tu idea de seguir el juego es una mierda. ¡No puedo ni caminar!

- Yo te veo muy bien.

- Pero si estás tonto, tío. ¡No es gracioso! - Me giré llevándome las manos a la cabeza, rascando con fuerza .

- Vale, lo siento. Soy una parte de ti y nunca pensaste en lo de anoche como una posibilidad. En mí tampoco estaba. De hecho, creo haber intentado hacerte reaccionar.

- ¿De que hablas? Si tú solo vives en mi mente ahora.

- Si, pero te lo dije. Soy esa voz con la que te peleas y rara vez escuchas. Anoche no solo Vegetta cruzo la linea, hasta donde puedo recordar, tú querías que lo hiciera.

- De que hablas cabrón, nunca quise eso. - sentí que tenía que defenderme

- Puedes engañar a todos allá afuera, Rubius, incluso a ti mismo si te miras al espejo, pero a mí no, no me jodas. Lo que sucedió, fue así por qué tú también lo querías.

- ¡Yo no! Yo no. Yo...

Mientras más lo decía en voz alta, más me daba cuenta de que era una mentira. Yo también lo disfruté, en parte también lo provoqué. En el momento crítico, mis sentimientos ocultos se desbordaron por él. Pero estaba tan molesto. Estaba aún furioso por lo que había hecho. Por traerme aquí así. De ser diferente tal vez hasta podría corresponderle de una manera más intencional. Pero con todo lo que ha sucedido, no puedo hacerlo. Es una lucha entre mis arrebatos y mi sentido común.

- Rubius. Aún con lo que ha pasado, no creo que debas ponerte rebelde con él. Creo que debemos seguir el juego aún. Si mueves apropiadamente tus cartas, podrías ganar.

- ¿Mis cartas? ¿Insinuas que debo seducir a Samuel para escapar? - lo mire fijamente, ofendido.

- Hoy, aún cuando lo insultarte y le lanzaste.... almohadas, el no se molestó. El sexo embrutece a casi todos.

- Tiene algo de sentido, pero aún así no me gusta.

Sabía que tenía que ganarme su confianza, pero usarme a mismo a mi mismo como la carnada, eso era diferente. <<Podría funcionar. Podría ser bueno>>
Miré a Fargan esperando una respuesta a mi fugaz pensamiento, pero no dijo nada.

- Lo intentaré - Murmuré al andar con calma hacia el risco, para sentarme ahí en la orilla del fin del mundo

Fargan se acercó a mi con calma, poniendo una mano sobre mi hombro con suavidad en señal de apoyo.

- Pero cuidado, Rubén. O podrías perderte tu también.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora