Quédate

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La mañana llegó demasiado rápido. Pasé el resto de mi sueño en la penumbra, solo.

Me desperté gracias al sonido del teléfono de casa de Mangel sonando con insistencia. Estaba a punto de levantarme cuando escuché la puerta de su habitación abrirse y su acelerado andar hacia el pasillo. Solté un suspiro y me volví a acurrucar entre las mantas. Sentí un bulto moverse entre las cobijas, esa suave presión que generan las delicadas patas de un gato, salvo que con lo gordo que estaba Willson, la presión era algo mayor.

Me asomé para sonreírle. Esos grandes ojos verdes, expresivos, me daban paz. Saqué un brazo para atraerlo a mi y abrazarlo. Su suave ronroneo era curativo. No solo hacía sentir bien mi vientre golpeado, sino también mi interior. Me hacía sentir que de verdad estaba todo mejor.

- ¡Rubiuh! - pegué un salto en la cama por la sorpresa Escuchaba sus pasos apresurados trotando por el pasillo a la habitación. Abrió la puerta de golpe y me miró con una enorme sonrisa - ¡¡Rubiuh!!

- ¿Mangel, podrías ser más discreto? El estrés aún no me baja, me vas a provocar un infarto, tío.

Sonrío apenas, avergonzado antes de asentir par entrar en la habitación de una vez.

- Si, si. Lo siento. El doctor de Auron llamo, dice que quiere vernos. Seguro que tiene buenas noticias. No dijo mucho pero quiere que vayamos ya.

Me costó un par de segundos reaccionar, pero en cuanto contemple la posibilidad de hablarle sonreí ampliamente. Tenía que verlo y darle las gracias. Quería correr hasta ahí. Cómo si tuviera resortes pegados a la espalda, sale de la cama para vestirme. Tomé ropa limpia que Mangel ya me había preparado y corrí al baño a vestirme.

Mangel también salió de la habitación, seguro para hacer lo mismo. En cuanto estuve listo, me pare en la entrada de casa en el recibidor, moviéndome inquieto en mi sitio.

- ¡Mangel!

Estaba como un crío. Estaba con la ansiedad a tope, girando en el espacio mientras caminaba, mordiéndome la uña del dedo pulgar derecho.

- ¡Ya estoy listo Rubiuh, vamos!

Tomó las llaves del auto y abrí la puerta para salir primero. Usando la llave a distancia abrió el auto para mí mientras terminaba de cerrar la casa. Subí y ajusté mi cinturón. "¡Gracias por todo, majo!" En mi mente estaba preparando que decirle. Nos conocimos recién, nos vimos un par de veces y aún así hizo de todo por mi.

<<¡Le compraré flores al llegar!>>

Mangel subió al auto y comenzó a conducir. Baje mi ventanilla para sentir lo fresco del aire. Inhale profundo sintiendo mis pulmones llenarse de oxígeno. <<Si, joder, ahora todo va a estar bien>>

Aparcamos y yo seguía con los resortes en el cuerpo. Antes de que terminara ya me había sacado la cinta de seguridad. En cuanto detuvo el auto bajé sin que lo apagara. Corrí a la tienda de obsequios que había en la recepción. Vi muchas cosas pero, las flores me parecieron la mejor opción.

Compré unos lirios blancos. Mangel me había prestado previamente para pagar algo, mientras recuperaba mis tarjetas. Las envolvieron en un brillante papel amarillo donde solo se notaba la flor y no el tallo. Cuando salí al pasillo de nuevo, mi amigo estaba ahí parado al centro del pasillo con cara de perdido, mirando a los lados con confusión.

- Mangel. - le hable en voz alta pero sin gritar para no molestar a las demás personas presentes.

Se acercó a mi, sonrió al ver mi paquete en manos y anduvimos con calma hacia los asesores. El doctor nos había indicado un hala donde Auron había sido trasladado durante la noche, nos veríamos ahí.

Happy ending / RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora