Capítulo 20.

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No puedes quedarte de brazos cruzados viendo cómo esa cosa mata a tus amigos delante de ti, porque de ser así tú serías partícipe de sus muertes, tan o más culpable como ese ser. La voz de la razón te grita que es una muy mala idea, que vas a conseguir que te mate, pero ya es demasiado tarde. Has tomado una decisión y no piensas echarte atrás en el último momento.

Con las manos temblorosas te introduces el silbato en la boca y lo abrazas con tus labios, alargando la espera unos segundos que se te antojan eternos. Lo siguiente que ocurre lo ves a cámara lenta, como si fueses un simple espectador y no el protagonista de la escena. Inhalas hasta que tus pulmones te obligan a parar y con los ojos cerrados exhalas todo el aire haciendo sonar el silbato. Te quedas inmóvil, sin abrir los ojos, y te arrepientes de inmediato de lo que acabas de hacer. «Menuda estupidez...», piensas, apesadumbrado por tu suicidio, la palabra que para ti mejor lo define.

No reaccionas, no hasta que tus amigos gritan tu nombre.

—Ya me darán las gracias después... —gritas con nerviosismo mientras abres los ojos, y es cuando ves a la bestia correr en tu dirección.

No habías sopesado las consecuencias, y ahora la criatura va a por ti. Corres, saltas, incluso vuelas, llevándote a tu paso ramas, hojas y hasta pequeños arbustos. Te escuece la cara y los brazos por los azotes que las plantas te propinan, pero solo piensas que mayor será el dolor si el monstruo acaba alcanzándote.

Escuchas los gruñidos del lobo hormonado, que es como decides bautizarlo, y comprendes que eso solo puede significar una cosa; está tan cerca de ti que de un momento a otro te dará un bocado.

Lloras. Gimoteas y gritas que no quieres morir, que eres virgen y que quieres probar las cosas buenas de la vida antes de irte al otro barrio. Estás a punto de dejarte caer de rodillas y aceptar la derrota cuando, de pronto, la bestia gruñe de dolor y cae aturdida rodando montaña abajo. Te detienes en seco ahora que el peligro ha pasado, intentas recobrar el aliento y buscas con la mirada aquello que te ha salvado la vida.

—¿Qué narices era esa cosa? —pregunta Stephan con los ojos desorbitados sin dar crédito a lo que acaba de ver.

Te giras hacia tu amigo, quien te enfoca con su linterna y te obliga a taparte los ojos con las manos. Oh, señor, menos mal que se la devolviste, si no, ahora estarías muerto.

Corres a abrazarlo, histérico, y te echas a llorar en su hombro agradeciéndole lo que acaba de hacer por ti. La situación te supera y la ansiedad impide que puedas respirar con libertad.

Shhh, shhh, tranquilo, ya pasó todo.

Cuando consigues calmarte regresas a tu cabaña con Stephan y te reencuentras con Scott y Stacy. En cuanto te ven rompen a llorar y te agradecen haberte puesto en peligro por ellos. Sin lugar a dudas, si todos consiguen salir de ahí con vida, su amistad saldrá fortalecida como nunca.

¡Enhorabuena! Has sobrevivido a la segunda noche.

A la mañana siguiente todo vuelve a la normalidad. Entre todos llegan a la conclusión de que la bestia era un lobo alfa y que muy posiblemente ya esté muerto. Solo por precaución, no obstante, deciden no salir de la cabaña durante la noche, y durante el día estar siempre en grupo.

Se reanuda la fiesta, vuelve a haber barra libre de alcohol y la música hace que te sueltes, que bailes sobre la mesa y te olvides del día de ayer. Una, dos, quince. Pierdes la noción de cuántas copas llevas, pero han de ser muchas a estas alturas de la noche. Cualquier cosa que dices te parece la más graciosa de las bromas, y cuando intentas caminar vas haciendo eses, tropezándote con todo lo que encuentras en tu camino.

No sabes cómo llegaste ahí, pero cuando te das cuenta te ves ligando con la persona que más te atrae del grupo. Una parte de ti piensa que eso no está bien, que todos ellos son tus amigos y que mañana ambos se arrepentirán. Por otra parte, quieres hacerlo, el cuerpo te lo pide y estás dispuesto a afrontar lo que pase mañana.

a) Decides enrollarte con esa persona (ve al capítulo 32).

b) Le paras los pies y la cosa no va a más (ve al capítulo 33).

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Un cumpleaños de muerte [INTERACTIVA] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora