Capítulo 41.

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Decides salvarte a ti solo y dejar a tus amigos en la isla, a su suerte. Te centras en elaborar un buen plan que consiste en crear un pequeño bote, llevarte la suficiente comida y agua para sobrevivir en alta mar hasta ser rescatado, ropa de abrigo y cerillas. Te pones como objetivo salir esa misma noche, no quieres pasar ni un solo día más en la isla por si la criatura vuelve a aparecer.

Sales de tu cabaña a escondidas a lo largo del día y creas una balsa con cañas y hojas que, una vez terminada, escondes en las cercanías bajo una montaña de hojas. Regresas a tu habitación y esperas a que sea de noche para escaparte sin ser visto.

Esperas pacientemente, acostado, a que lleguen tus amigos para preguntar cómo estás. Finges haber empeorado y ahora le añades tos y dolor de cabeza. Se compadecen de ti, te dan las buenas noches, y cuando se han marchado los nervios se adueñan de ti. Ha llegado la hora. Sales de la cama, te vistes con ropa cómoda y varias capas de abrigo. Miras a través de la ventana; al ver la zona desierta confirmas que todos se han ido ya a la cama. Sales a hurtadillas de la cabaña, vas directo al lugar en el que escondiste la balsa y empiezas a excavar con tus manos desnudas en el punto en el que la dejaste. Te horrorizas al no encontrarla por ninguna parte, te llevas las manos a la cabeza y planteas la posibilidad de que alguien te la haya robado. No, eso no puede ser posible, nadie te ha visto. Debes de haberte equivocado de lugar. Sigues excavando por los alrededores de tu cabaña, haciendo hoyos por aquí y por allá, pero no das con ella.

—¿Buscas esto? —Te pregunta una voz a tus espaldas, que sin necesidad de ver de quién se trata ya sabes que es Stephan el que habla.

—Yo... —Empiezas a hablar, intentando buscar una buena excusa que suene creíble, pero te interrumpen.

—¿Qué estabas intentando? —interroga Isabella, con un tono de voz demasiado duro como para ser ella.

—Es bastante obvio, planeaba largarse de la isla y dejarnos tirados —Te acusa Jasper, empezando a acercarse a ti.

—No es cierto, yo solo...

—Claro que es cierto, he encontrado esto en tu cabaña —Evan se incorpora al grupo agitando un trozo de papel delante de tu cara, señalando con el dedo la parte en la que escribiste «huir solo».

Estás con la soga al cuello, no hay forma de que te excuses por tu plan de abandonar Party Island y dejar a tus amigos en la que, si lo pensabas fríamente, era una muerte segura. Intentas ahora apelar a la razón y buscas comprensión por su parte.

—La he cagado. Lo siento, ¿vale? Estaba asustado, vi cómo mataban a Scott y a Stacy y cada vez que cierro los ojos revivo ese momento.

Se hace el silencio y empiezas a creer que están de tu lado. Tragas saliva cuando los ves mirarse entre sí, y algo se te remueve en el estómago cuando, con semblante serio, asienten sin decir nada. Te rodean. Te acorralan e impiden que te vayas a ninguna parte. Contienes la respiración, escuchas el latido de tu corazón en los oídos y miras de un lado a otro, alerta, atento a cualquier movimiento.

—Esto nos va a doler a nosotros más que a ti, pero tú te lo has buscado.

Todos saltan sobre ti y te golpean hasta que dejas de respirar.

Lo siento, ¡has muerto!

Vuelve al capítulo 37 y reconsidera tu decisión.

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Un cumpleaños de muerte [INTERACTIVA] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora