Luz adentro

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Se estiró en los asientos, sintiendo el sol en los párpados y el aire acondicionado adormecerlo más. Estaba agotado y sólo quería recoger a Zenitsu, volver a casa con su hermano y dormir hasta mañana. Ni siquiera tenía hambre, sólo estaba terriblemente cansado. Yui iba en el asiento de copiloto y Sanemi estaba manejando. Eran alrededor de las tres de la tarde. Bostezó, escuchando la conversación calmada que ambos mantenían. Era curioso lo mucho que cambiaba Sanemi cuando estaban ellos tres a solas. Se comportaba como su hermano mayor y a Muichirou le gustaba mucho. El Señor Ubuyashiki les trataba como a sus hijos, desde el principio fue amoroso pero estricto y aunque velaba por su seguridad, Sanemi era mucho más cercano a ellos. Los tomó bajo su cuidado desde que se integraron a la asociación y Muichirou podía asegurar que se debía a lo mucho que ambos le recordaban a Genya. Ambos lo querían mucho, también a Genya aunque no convivían tan seguido. Acomodó su saco bajo su cabeza a manera de almohada. El sonido de una sirena tras ellos le hizo abrir los ojos de nuevo.



-Mierda. Se abrió la cajuela- Sanemi resopló y Yui cambió a un gris amarillento, estático en el asiento.



-Te dije que debíamos desmembrarlos antes de guardarlos, iban a hacer mucho bulto- Mui hizo un puchero, sentándose de nuevo con los brazos cruzados. Estaba tan asueñado- ¿Tienes suficiente gasolina para que subas la velocidad?-

- No creo que sea necesario que nos demos a la fuga- masculló, orillándose en el camino. Estaban en una carretera junto al campo, solitaria y luminosa como un mar de oro, el calor le llegó en una marea al bajarse. Yui había comenzado a temblar y no atinaba a quitarse el cinturón de seguridad. Mui le palmeó el hombro, sonriendo.

-Déjanoslo a nosotros, no te preocupes- abrió la puerta y bajó también, mirando junto a Sanemi que a través de la cajuela entreabierta habían dejado un rastro de sangre y otros fluidos que emanaban de una prenda que quedó colgando. Chasqueó la lengua, cerrándola de vuelta, sentándose en el auto, esperando a que el policía terminara de estacionarse y acercarse a ellos. Iba solo, como suponía, volteó el rostro, midiendo qué tan crecida estaba la hierba.

-Quita esa cara de psicópata, no vamos a matar a nadie más hoy- Sanemi le susurró, brazos cruzados, recargado contra la cajuela.

-No voy a pasar la noche en ninguna comisaría, tengo sueño y no he podido hablar con Tanjirou desde antier- protestó, sin cambiar esa expresión neutra y vacía. 

-¿Me permite sus papeles?- el oficial no parecía menos asustado que Yui, estaba igual de pálido y para ambos muchachos fue evidente que debía ser nuevo en su trabajo. Sanemi sacó su licencia, extendiéndosela. El oficial miró a Sanemi, su gesto enfadado y apremiante, a Muichirou que seguía perdido en la hierba crecida. Tragó saliva al devolvérsela.

-No he rebasado los límites de velocidad y voy por el carril indicado ¿Cuál es el problema? ¿Tengo alguna luz encendida o algo así?-

-¿Puede abrir la cajuela, por favor?- Sanemi sintió la mirada  menta en él, expectante. 

-¿Tiene una orden?- 

-Es una revisión de rutina-

-No, no lo es- Sanemi tentó en su pantalón, sacando un cigarrillo y encendiéndolo. Mui le estiró la mano- no delante de la justicia, niño- dijo con un tono bastante sarcástico, ácido. Él se rió, arrebatándole la cajetilla y el encendedor, dándole una profunda calada. 

-Estoy seguro que no es mayor de edad- afirmó el policía, ya menos pálido y un poco más autoritario - no debería permitirle-

-¿Podemos irnos ya?- Mui interrumpió, recargando su mentón en su mano, dejando las cenizas de su cigarro en la cajuela - no tiene ninguna orden ni nada, así que no tiene motivos para retenernos-

Velvet MouthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora