Salto de fe

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Los días se le iban de la mano como vasos rotos en el suelo que iban directamente descontados de su salario, entre órdenes confundidas y tareas sin entregar, en noches sin dormir y el doloroso asiento vacío de Genya que le recordaba su propia ausencia. No podía preguntar a nadie y cada día se iba haciendo más asfixiante el silencio de su celular. Pasó casi toda su vida sin mirarlo más que unas pocas horas a la semana y ahora no podía despegarle los ojos de encima, con los dientes apretados al ver que no había notificaciones, ni una sola llamada. Apenas podía comer y aunque Inosuke intentaba ser de apoyo, lo cierto era que ese conflicto le era totalmente ajeno y no había palabras de aliento en los recesos y apenas le daba un breve apretón de hombro como despedida saliendo de clases para cada cual irse a su destino. Lo decían las marcas bajo sus ojos, el gesto ausente y desesperado. Tanjuro no quería entrometerse en la vida de su hijo, sabía que estaba creciendo pero lo veía tan triste, tan apagado que esa tarde no le permitió irse a su habitación tras llegar de la escuela. Lo retuvo amablemente, invitándolo a la sala, a su lado. 

-Estoy un poco cansado- susurró, rascándose nervioso el antebrazo. No quería tener esa conversación, no iba a poder mentir y todo iba a salirse de control. Lo sentía , podía oler la tragedia viniendo.

-Vamos, hijo- el hombre le mostró un tazón de galletas y un par de tazas con malteadas- las hice para ti-

-Eran mis favoritas de niño- intentó reírse, pero logrando apenas un ondear de labios. El hombre no le apartó la mirada y no le quedó alternativa. Se sentó, aceptando la taza sin animarse a beber- no creo que pueda consumir tanta azúcar ahora-

-Al menos puedes darle un par de sorbos, creo que te puede animar un poco. Te ves muy triste últimamente- Tanjirou se llevó la taza a los labios, intentando distraer la atención o generar una excusa para no contestar-¿Está todo bien en la escuela?¿Peleaste con tus amigos? ¿Con Mui?-

-No realmente- se lamió los labios, tentando en el platito las galletas, mordiendo en un silencio prolongado.

-Tanjirou, sabes que puedes decirme si algo te está pasando ¿Verdad?- el hombre estiró la mano para alcanzar la del muchacho, acariciando sus dedos. Tanjirou abrió la boca y la volvió a cerrar. No había palabras en su boca sino lágrimas.  Dejó caer la taza, cubriéndose el rostro y su padre se apuró a sujetarlo en sus brazos, arrodillado. 

Aunque hubiera encontrado la manera de explicárselo, aunque de verdad hubiera deseado decírselo, el llanto le cerró la garganta como un rosario de cera. Apartó las manos de su padre, secándose el rostro, todavía entre estertores y jadeos, volviendo a la salida. Quería correr, quería gritar. Quería volver con su padre y decirle que el alma le pesaba fuera del cuerpo desde que no soportó más que Muichirou no le respondiera y fue hasta su departamento, sólo para encontrarlo acordonado, esa cinta amarilla y el " no pasar" que era el lazo que sujetaba su estabilidad emocional y al haberlo roto, golpeando incluso a un policía que quiso detenerlo, para ver la puerta, las paredes, todo lleno de agujeros de bala, su equilibrio también acabó quebrado. No había sangre, no había manchas de tiza en el suelo pero eso no lo dejó tranquilo. Que el hecho de que Genya tampoco apareciera por ningún lado sólo le hacía sentir más mareado y asustado. Le dolía el estómago todo el tiempo, lloraba todas las noches leyendo el " no me busques por un tiempo" que fue lo último que supo. Quería decirle a su padre que Mui se estaba deslizando en los bordes de la espina, que esos tatuajes no eran maquillaje. Quería pedirle consuelo. Quería escuchar la mentira, escuchar a alguien decirle que Mui estaba bien, que seguía tímido porque su descaro salpicó a su familia, quería guardar esa anécdota como hilarante y no como alarmante. Tanjirou lo sopesó miles de horas antes de volver a buscarlo, estaba preparado para arriesgarse él, para ser arrastrado junto a él. Sin embargo aquella tarde comprendió que también estaba arriesgando a su familia y ese precio era demasiado.

Velvet MouthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora