-Espera... ¿Dijiste motocicleta? Este chico es perfecto...
-¿¡Es qué no entiendes!? ¡Se fue! No le importó nada, lo que hablamos ayer- dijo Rebecca.
-Tal vez esté en el departamento- indicó Sophie tratando de tranquilizarla.
-oh tienes razón...- dijo más calmada- Tal vez se sintió mal, y decidió volver ¿No?-Sophie asintió-¿Tienes tú coche aquí?-preguntó.
-¡Claro que si nena! Sígueme.
Subieron al coche de Sophie, quien condujo hasta la casa de Rebecca «que este aquí, que esté aquí» se repetía en su cabeza.
Entraron al departamento-¿Erik estás aquí?
Sophie fue derecho hacia el sillón y se tiró sobre el- Cálmate... ya aparecerá tú chico...
-¡No es mi chico! ¿¡Qué dices!?-se sobresalto- Y ya deja de tirarte de esa forma en mi sillón.
Rebecca se acercó al cuarto de Erik y llamó a la puerta.
-No contesta...
Sophie se acercó.
-Tal vez esté dormido...- apuntó.
-Puede ser... ¿Crees que debería entrar?
-Si fuera tú, ya hubiera entrado y estaría sobre él-sonrió con picardía y Rebecca la miro mal.
-Voy a entrar por el sólo hecho de que pudo haberle pasado algo- dijo con seriedad-a la cuenta de tres...-tomó aire-1...2...3...
Al girar el pomo de la puerta, Erik apareció detrás de ellas.
-¿Buscan algo?
Rebecca sacó la mano de la puerta-¿Qué? ¿Yo? Nada, nada-se alejó tropezando con Sophie-¡SI! ¡A ti te busco! ¿Dónde estabas? ¿Por qué no entraste a la clase?- se cruzo de brazos.
Erik se paró frente a la puerta de su cuarto-¡Hey! Demasiadas preguntas para no ser mi madre...
-No me respondiste- dijo impaciente.
-Quise conocer un poco Detroit, tranquila cariño...-dijo con un tono muy suave.
Rebecca se quedó mirándolo fijo, la palabra "cariño" había debilitado su enojo; sin darse cuenta estaba jugueteando con las puntas de su cabello, como cuando era niña y gustaba de aquel chico que a todas les encantaba.
-¿Qué rayos haces con tú cabello?- advirtió Sophie.
-¿Qué?- dijo mirándola distraída-¿pero qué estoy haciendo?- se cruzó de brazos una vez más.
Él sonreía disfrutando de aquella sacudida interna que había provocado.
Suspiró- Tenemos viernes, sábados, y domingos para divertirnos y conocer, pero ahora te necesito concentrado.
-¿Recuerdas cuándo te pregunté si podrías conmigo? Estoy dudando de tú respuesta...
- Me parece que yo saldré de aquí ahora- dijo Sophie dirigiéndose a la sala.
-¡Es lo mejor que podrías hacer!- le gritó a su amiga- ¿No puedes cooperar conmigo?
-¿Sí cooperara dónde estaría el desafío?- dijo sin borrar su sonrisa.
-¿De qué desafío hablas?- preguntó confundida.
-El desafío de saber quién puede con quien- abrió la puerta de su cuarto.
-Si te atreves a arruinar mi beca por un jueguito, te...- entró y cerró la puerta en el rostro de Rebecca-¡PERO COMO TE ATREVES! Eres un...-contuvo las palabras- ¡AGH!
Rebecca decidió abandonar aquella pelea sin sentido y se fue a su cuarto. Puso música suave, era algo que siempre la ayudaba a relajarse. Se colocó su pijama y sin dar más rodeos se acostó.
A la mañana siguiente Erik fue el primero en levantarse, todavía con su pantalón de dormir puesto y sin camiseta, se dirigió a la cocina. Tomó el cartón de leche del refrigerador y se sentó en una banqueta alta que había allí.
- ¿¡PERO QUÉ HACES!?- Rebecca caminó hacia él y le arrebató el cartón de leche- No puedes tomas del cartón. Hay vasos en la alacena- guardó la leche en el refrigerador.
-Da igual...- se encogió de hombros.
Miró hacia atrás de él-¿Pero qué es eso? ¿Cenaste y no lavaste los platos?- Trato de respirar y no perder la cabeza-No importa luego los lavaré yo.
Erik no contestaba, sólo miraba fijo a Rebecca, ella tenía su pijama aun puesto. Su cabello tenía algunas hondas en las puntas. A pesar de no llevar maquillaje, su rostro se veía suave, tan suave, que la sensación de querer tocarlo, lo invadió. Pero se contuvo de hacer aquella tontería.
-Me voy a cambiar, tú deberías hacer lo mismo- dijo saliendo de la cocina.
-Si es por el tiempo, ya comprobaste que en mi Harley llegamos en un abrir y cerrar de ojos-la siguió.
Rebecca giró de golpe y se topó con el torso desnudo de él-yooo...esto...- su mirada viajaba del pecho a los ojos de Erik-yo... no iré de vuelta en es...
Él se acerco a su rostro- ¿Decías?
-En...en... en motocicleta- dijo al fin.
-Si no vamos en mi Harley, yo no entraré a ninguna clase.
-¡Eso es trampa!- se cruzó de brazos y golpeó el piso con su pie.
-Ponte pantalones dulce...- se dirigió a su cuarto.
A Rebecca no le quedo otra opción que usar unos jeans, que años atrás le había obsequiado Sophie. Eran sumamente ajustados, al mirarse al espejo, le gustó lo que vió y eso la sorprendió. Si bien no era su estilo, le encanto ver como hacían lucir su cintura y sus caderas. Su trasero se veía realmente perfecto. Y el bléiser blanco con borcegos negros, le daban un toque sensacional al atuendo.
Erik llamó a la puerta- ¿Ya estás lista?
Rebecca abrió la puerta- Eso creo- dijo algo tímida.
Erik la miraba captando cada detalle que veía en ella.-Si si vamos. ¿Te puedo decir algo?- Rebecca asintió- Te ves preciosa...
Ella sonrió amablemente sonrojándose un poco.
Llegaron a la secundaria y la primera en aparecer como era de esperarse fue Sophie.
Rebecca vió como Erik se alejaba rodeado de dos voluptuosas rubias.
-¡PERO NENA! ¿¡QUÉ DIABLOS HICIERON CONTIGO!?- dijo Sophie mirándola de arriba abajo-
-Shhhh baja la voz. Fue una condición de "él"...- subieron las escalinatas- Si veníamos en su Harley, él entraría a sus clases.
-Muy astuto- fueron hasta el casillero de Rebecca-¡Esos jeans te quedan de muerte! ¡Pero que trase...
Rebecca puso su mano en la boca de su amiga-ni lo digas-le dijo entre dientes-Sólo te diré que no me disgustan, pero disfruta porque será la última vez que veas con ellos- dijo cerrando el casillero- Iré al patio para repasar para mis clases, nos vemos al rato.
-¡Adiós trasero perfecto!- se alejó gritando Sophie.
Rebecca salió riendo al patio a causa del comentario. Se sentó en un banco, se colocó sus lentes, y abrió su libro.
En plena lectura una mano le arrebató el libro, con furia tirándolo al piso...
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De Cabeza Por Amor.
RomanceRebecca Lonary, no usaba malas palabras, no maldecía, el orden y la prolijidad la caracterizaban. Llevaba el estudio como único estilo de vida. No había quien acabara con su infinita paciencia. Hasta que un día, en un esperado intercambio estudianti...