CAPITULO 2

26.9K 910 50
                                    

MIA TENOGLIO


Me sentía furiosa y completamente cabreada con mis padres. Estaba realmente cansada de sus imposiciones, de que no me dejaran decidir con libertad, ni siquiera en lo referido a mi vida personal.

Tenía planes para el fin de semana. Planes con Sebastián, el chico con el que salía, que no quería cancelar. ¡Y menos por una aburrida cena relacionada con el trabajo de mi papá!
Su aburrido y tedioso trabajo, del cual no tenía por qué formar parte.
Él solía invitar clientes importantes, que no me interesaba conocer en lo más mínimo, que se pasaban la noche entera halagando a la empresa y al excelente servicio que brindaba.
Por supuesto, me sentía orgullosa de mi padre y su éxito, pero ¡¿Por qué yo debía ser parte de esas aburridas cenas?!

Cuando mi madre me lo comunicó por la mañana, no dudé en subirme a mi coche y dirigirme a la empresa de papá. Intenté convencerlo de miles de formas para que no me obligara a quedarme en casa el sábado, pero en cuanto le mencioné a Sebastián, perdí todas mis posibilidades. A ninguno de mis padres les simpatizaba. Mi padre creía que, por tener tatuajes y piercings era un malviviente. Y mi madre lo miraba con asco cada vez que aparecía por casa vestido con su particular estilo. Casi siempre usaba remeras de bandas de rock y jeans gastados y demasiado ajustados para lo que mi madre consideraba debía ser la "vestimenta masculina".
Pero a mí me gustaba, era sexy con todo ese look de chico malo.

Obtener una negativa como respuesta, me hizo salir hecha una furia de la empresa. Ni siquiera saludé a la pobre Eva, que no tenía la culpa de nada, cuando pasé por su lado. Para colmo, como si mi mal humor no estuviese ya a tope, un idiota me embistió al salir del edificio. Ni siquiera me detuve a insultarlo como se merecía, pues lo único que deseaba era marcharme de allí.

Le envié un mensaje a Julieta y me encontré con ella en el centro comercial. Necesitaba ir de compras para quitarme un poco el mal humor.

—¿Rojo o negro? —Tenía dos vestidos iguales, uno en cada mano, esperando que mi mejor amiga me ayudara a decidir con cuál quedarme.

—Cualquiera de los dos te quedará divino —me respondió, sin prestarles demasiada atención.

—No puedo creer que tenga que cancelarle a Sebas por esa estúpida comida en casa —dije, decidiéndome por el rojo—. Mis padres están cada vez más insufribles.

—No creo que sea para tanto.

—¡Claro que lo es! Nunca antes me había invitado a cenar a solas, en plan cita, ya sabes. Y una vez que lo hace...

—Justamente por eso lo digo. Si recién ahora se digna a invitarte a cenar "formalmente", después de un año saliendo...

— Ok, mejor guárdate tu opinión. —A Julieta tampoco le simpatizaba demasiado Sebastián. No al nivel de mis padres, pero ella creía que podía aspirar a alguien mucho mejor—. ¿Vamos a tomar algo?

—Por favor —respondió, evidentemente aliviada de no tener que entrar en otro local de ropa. 

Julieta era mi mejor amiga. Nos conocimos en el jardín de infantes, a los tres años, y desde entonces nos volvimos inseparables. Teníamos muchas cosas en común, pero si en algo éramos diferentes, era a la hora de comprar ropa. Mientras que ella era más bien clásica y compraba sin demasiadas vueltas, yo podía pasar horas recorriendo locales y probándome cientos de prendas.

Nos sentamos en una mesa de un Starbucks, nuestra cafetería favorita, y pedimos dos batidos de frutilla. Necesitaba una buena dosis de azúcar para levantar mi ánimo. Mientras esperábamos que nos trajeran el pedido, la vi perderse en su teléfono. Tenía una expresión algo preocupada, que ya le había notado ni bien nos encontramos, sólo que mis estúpidos asuntos habían sido mi prioridad. Ahora me sentía egoísta.

Beautiful tragedy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora