CAPITULO 8

17.9K 715 79
                                    


MIA


¿En serio puso su mano en mi trasero? Tres días ignorándome, ¿y se aparece así, como si nada y me toca el culo? No era tan ilusa como para no darme cuenta de lo que estaba haciendo. Desde que me vio con Lucas, no dejó de mirarlo de forma asesina. Y estaba bastante segura de que, de no haberme visto con él, no se habría acercado.

Lo curioso, era que Sebastián nunca fue celoso conmigo. Sin embargo, ahora, no me cabían dudas de que lo estaba de Lucas. Y no pude evitar alegrarme un poco por eso.

Nos detuvimos frente a mi aula, y él me miró con seriedad.

—¿Quién es ese tipo y qué hacía contigo? —Directo al grano. Nada de preguntarme cómo estaba, qué tal mi fin de semana, "lo siento por no devolver tus llamadas".

—¿No me preguntarás cómo estoy? Quiero decir, no hablamos desde el jueves, creí que...

—Ya habrá tiempo para todo eso, Mia. Contéstame lo que te pregunté —insistió, con más dureza.

—Ya te lo he dicho. Es... mi guardaespaldas. —Me costaba decirlo con seguridad. Sabía cómo reaccionaría, e inconscientemente mi voz parecía no querer sonar fuerte y clara.

—¡¿Es una puta broma?! —gritó, y algunas personas que pasaban por el pasillo junto a nosotros voltearon para mirarnos.

—Trata de no elevar la voz, ¿ok? Ya es bastante vergonzoso como para que todo el mundo se entere.

—¿Acaso tus padres enloquecieron por completo? ¿No les alcanzó con todo lo que han hecho para separarnos, que ahora también te ponen a un tipo para que te vigile?

—No, no es ese su trabajo.

—¿Y cuál es su trabajo? —preguntó, con marcado sarcasmo en su voz—. ¿Qué te puede ocurrir a ti, Mia? Es ridículo.

—Si, lo es, estoy de acuerdo con eso, pero... mira, no quiero discutir por esto también. Sé que para ti todo es demasiado, y créeme que si pudiera negarme lo haría, pues no soporto a ese idiota.

—No me lo pareció. Cuando llegué, hablaban muy amistosamente. —Ojalá nos hubiera visto durante el viaje hasta aquí, e incluso el sábado. No pensaría lo mismo.

—Sólo le estaba diciendo a qué hora debía buscarme.

—Entonces, ¿Así será a partir de ahora? ¿Siempre estarás con ese muñeco detrás?

—Bueno, cuando esté fuera de casa... pero tampoco tiene que estar pegado a mí. Mis padres me dijeron que eso no es necesario. —Eso pareció apaciguarlo un poco, aunque su cara seguía siendo seria.

—¿Y de dónde lo sacó tu padre? ¿De una agencia de modelos? —No pude evitar reírme con esto, y por supuesto, no le simpatizó—. No es gracioso. En serio, ¿no había alguien más... experimentado? Porque, ¿cuántos años tiene? No entiendo cómo a tu padre le da confianza.

—No lo sé, no me interesa su edad, ni nada de su persona. Pero, ¿acaso estás celoso?

—¿Celoso, yo? ¿De ese muñeco de torta? —Rio demasiado exagerado para sonar sincero—. Míranos, no tenemos nada en común. NADA. Y supongo que, si tú estás conmigo, es porque soy tu tipo de hombre, ¿cierto?

En verdad, Lucas y Sebastián no tenían ni lo blanco del ojo parecido. A excepción de que ambos eran altos y sexys, por lo demás eran el agua y el aceite. Pero claro, eso no se lo diría.

—Por supuesto. Y sé que no puedo obligarte a que soportes todo esto; entiendo que ya estés harto de todas mis... cosas, así que, si eso no es lo que quieres para tu vida, lo comprenderé. —Sabía que estaba jugando una carta peligrosa diciéndole eso, pero algo me decía que, sin saberlo, Lucas me había dado una gran ayuda.

Beautiful tragedy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora