CAPITULO 29

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MIA


Desperté en medio de la noche, por causa del mejor orgasmo que había experimentado en mi vida. Me senté en la cama, bañada en sudor, y aún excitada por el recuerdo del mejor y más vívido sueño húmedo que alguna vez había tenido. 

Y todo por culpa de Lucas. ¿O debía decir gracias a él? Pues fue maravillosamente real y placentero.

Me toqué en la entrepierna y la humedad empapó mis dedos. Me sonrojé, mientras sonreía como una idiota. Me dirigí al baño por una ducha; necesitaba quitarme el sudor y refrescarme un poco. La noche estaba templada, pero mi cuerpo ardía como si estuviese volando de fiebre. Al meterme bajo el agua, sentí alivio de inmediato. Debí ducharme cuando regresé de la caminata, eso habría ayudado a relajarme y, tal vez, a no tener ese sueño casi pornográfico en donde Lucas me follaba duro y profundo sobre la arena.

Los recuerdos de la noche volvieron a mi mente como un torbellino. Nos habíamos besado, otra vez, y en esta oportunidad por puro deseo de ambos. Todavía me costaba creer que me hubiese animado a sentarme sobre sus piernas. Tomar esa decisión fue muy difícil, pero realmente quise hacerlo. Desde el comienzo de la noche desee besarlo. Por supuesto, él no se negó; los hombres jamás rechazan a una mujer tan entregada y dispuesta como yo lo estaba. Aunque, cuando empezó a hablar de Érica, de su vida juntos, de las cosas que los unen, creí que lo haría. Y por más que le dije que si decidía marcharse no lastimaría mi orgullo, mentí. Sí, lo habría hecho. Y no sé si hubiese podido mirarlo a la cara después de su rechazo. 

Aunque, ¿ahora podría? ¿Después de la forma en que nos besamos? ¿Después de que lo montara con ropa, y que prácticamente le rogara que me besara un poco más?
Le prometí que esta vez sería madura y asumiría la responsabilidad de haber hecho aquello con total consentimiento de ambos. Esperaba poder cumplir con mi palabra.

El recuerdo de Lucas tomándome por las caderas para presionarme contra su erección me vino a la mente, y mi mano se disparó hacia mi entrepierna. Mis dedos índice y medio se adentraron en mis pliegues y comenzaron a moverse, mientras pensaba en cómo su boca devoró la mía y sus dientes mordían mis labios, rojos e hinchados por la intensidad de los besos.

Recordé cómo me sentí cuando me dijo que no llevaba un preservativo consigo. Fingí que no había pensado en tener sexo, pero nuevamente mentí.

Pensé en el sueño, en la forma en que él me penetraba, duro. En su espectacular cuerpo sobre el mío, y su boca diciéndome cosas sucias al oído, mientras yo gemía de placer.

Mis piernas comenzaron a aflojarse y sentí los espasmos sacudir mi cuerpo. Me quedé bajo la ducha el tiempo que me tomó recuperarme del segundo orgasmo en menos de media hora.
Luego regresé a la cama, esperando que ningún otro sueño digno de Venus TV volviera a interrumpir el poco descanso que me quedaba.

****

No escuché la alarma. Ni la primera, ni las dos repeticiones que había programado, en caso de no oír la primera. Luego de esa interrupción del sueño en plena madrugada, me dormí tan profundamente, que casi podría decir que me desmayé. De hecho, eso pensó Julieta cuando, cansada de llamar a mi puerta sin obtener respuesta, entró a la habitación y tuvo que sacudirme para despertarme.

—Estuve a cinco segundos de llamar a Lucas si no abrías esos hermosos ojos tuyos —me dijo—. La próxima vez que tomes pastillas para dormir, al menos ten la delicadeza de avisarme.

—No tomé ninguna pastilla. —Me restregué los ojos. La cortina estaba abierta de par en par, y el sol me daba directo en la cara—. Solo estaba muy cansada ¿Y para qué ibas a llamar a Lucas, de todos modos?

Beautiful tragedy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora