↬ʙᴏʏ ᴍᴇᴇᴛꜱ ᴇᴠɪʟ♛ [ᴛᴀᴇᴊɪɴ || ʏᴏᴏɴᴊɪɴ]

ᴜɴᴏ.

Cuando SeokJin era un niño, vivió una bonita infancia junto a sus padres y hermano mayor, hasta el día de su cumpleaños número 10, estaban todos compartiendo un momento en familia hasta que, a causa de unos golpes fuertes a la puerta de su casa, ésta fue derribada y cinco sujetos armados, apuntaron a su padre.

Su madre, lo tomó de la mano y lo escondió en el sótano mientras su padre y hermano mayor "discutían" con los tipos. El primer disparo se escuchó y el pequeño Jin comenzó a llorar siendo consolado por su madre... Se escucharon cinco disparos más y luego el silencio reinó. Su madre le pidió no salir mientras ella investigaba, pero nunca volvió, el castaño estaba angustiado, con su corazón latiendo a mil, sabía que no le gustaría lo que se encontraba en la sala, aun así, salió.

Los cuerpos de su familia yacían tirados en varios charcos de sangre sobre la alfombra, el pequeño Jin gritó, lloró y se sintió a morir. Su amada familia se había ido, dejándolo totalmente solo.

Él no lo sabía, pero sus padres y hermano vendían drogas, drogas que adquirían a través de los narcotraficantes, narcos que les cobraron el pago de la venta de esa droga con su vida.

Enterró a su familia en el patio de su casa, a pesar de ser pequeño, el hecho de darles sepultura pudo más que su cansancio físico, con dolor y miedo, tenía que seguir adelante, su mente de niño se vio obligada a desaparecer, pues ahora tenía que lidiar consigo mismo.

Días después del asesinato de su familia, perdió su casa a raíz de un incendio, él no se encontraba; así que nunca supo lo que realmente sucedió, nada quedó, sólo cenizas y sus recuerdos, gruesas lágrimas paseaban por sus pálidas mejillas, lo había perdido todo.

Salió sin rumbo, tenía que buscar trabajo para sobrevivir. Caminó sin darse cuenta al barrio que llegó, el miedo lo invadió y quiso regresar pero no contó con que un grupo de chicos lo interceptaran, el menor quería llorar, pues esos chicos con aspecto de matones lo intimidaban.

Antes de que pidiera clemencia, un muchacho que aparentaba unos 20 años salió de entre ellos, su aspecto era el de un chico rudo, vestía de forma elegante, era alto a comparación suya, con cabello rubio, una mirada gatuna y muy guapo pero con un aura asesina que dejó al menor más asustado.

— ¿Qué hace una mariposa tan delicada jugando en la telaraña? Ummm...

La voz ronca del muchacho junto con su sonrisa petulante, hicieron que las piernas del menor temblaran.

—Y-yo... -Su voz salía entrecortada. —Sólo estaba buscando trabajo... -Susurró con su cabeza gacha.

El rubio estudiaba su aspecto, el cual era deplorable, sus ojitos habían perdido el brillo, estaba muy delgado, ojeras adornaban su bonito rostro, su cabello sucio, su ropa en mal estado, sólo notó como algo brillaba en su cuello, y sin pedir permiso acercó su mano al cuello del menor, tocando el metal.

El castaño, rápidamente se apartó, asustado, toco su cuello percatándose que aquella cadenita aún reposaba sobre su piel.

—No me quite esto por favor... Es el único recuerdo palpable que tengo de mi familia. -Ya no pudo más y comenzó a llorar de nuevo, sintiéndose tonto y abatido.

El mayor vio el miedo, la angustia y el dolor en sus ojos, «¿Qué le habrá pasado?», se preguntaba mientras un sentimiento raro se instalaba en su pecho al ver la silueta tan vulnerable que se deshacía en lágrimas frente a él. Sin entender por qué, se sintió culpable, así que decidió ayudarlo.

—Ven conmigo. Prometo que a partir de hoy, dejarás de sufrir...

Fue la promesa que le hizo al pequeño castaño, extendiendo su mano a éste para que la tome y el menor, sin tener otro lugar al cual acudir, aceptó, sin imaginar que tiempo después terminaría siendo uno de los mejores asesinos en Corea del Sur.