↬ʙᴏʏ ᴍᴇᴇᴛꜱ ᴇᴠɪʟ♛ [ᴛᴀᴇᴊɪɴ || ʏᴏᴏɴᴊɪɴ]

ᴛʀᴇᴄᴇ.

A la mañana siguiente, el grupo de agentes se encontraba siendo adiestrados por el jefe de brigada de la sección de Daegu.

Jin se sentía cansado, realmente no pudo dormir, estaba pensando si era posible que YoonGi y los suyos se encontraran ahí, además, no podía salir a investigar, el grillete alertaría al agente que dormía a unos metros... El agente. SeokJin se había quedado admirando la silueta del hombre grande, su cara plácidamente dormida reflejaba sus rasgos más jóvenes, SeokJin quiso acurrucarse en esos cálidos brazos, le recordó a cuando dormía con Gi, el rubio lo arrullaba y acariciaba su cabello hasta que se dormía.

Su rostro se deformó en una mueca triste, extrañaba al rubio, su calor, su cariño, también extrañaba a su Kookie, ese gruñón que siempre lo hacía sentir querido. Extrañaba a su gente y la charla en ese lugar le estaba resultando asfixiante.

— ¿Qué te pasa niño? ¿Acaso hacer el bien está matándote? –Se burló aquella chica rubia a su lado.

Jin cerró sus ojos, no era de caballeros discutir con una dama, así que simplemente ignoró a la mujer que era varios centímetros más pequeña, a pesar de ello, sabía que era fuerte, aunque él lo era más, era hombre y aunque no tenía músculos tan definidos como el agente Kim, tenía muchas habilidades con las cuales podría lastimar a la mujer que seguía fastidiando.

—Manoban. –La aludida calló abruptamente y miró al frente. —Ponga atención, si no va a aportar, entonces guarde silencio. Por cosas como esta es que luego las misiones fallan y perdemos gente.

El agente Choi, encargado de la misión habló con molestia, mirando a la mujer de forma despectiva ante la insolencia de interrumpir su monólogo justo cuando hablaba de la estrategia a usar para irrumpir en aquella casa.

Cuando Jin observó los planos, mirando las rutas de escape y las rutas de entrada, no pudo evitar pensar en otra forma de hacer las cosas, se mordió el labio ansioso.
Kim, que desde hacía ratos no quitaba su mirada del peli rosa, se percató de la ansiedad del muchacho, era posible que tuviera otra idea pero por no interrumpir al agente; callaba. Cosa que se le hizo maravillosa, el niño tenía una buena educación, lo que le hizo cuestionarse el paradero de sus padres, y nuevamente todas esas dudas volvieron a aparecer.

— ¿Alguna pregunta? –Preguntó Choi al terminar su explicación.

Jin levantó la mano y sus compañeros resoplaron. Era obvio que acapararía toda la atención de nuevo. El hombre le cedió la palabra.

—Yo he pensado en una estrategia diferente. –El agente abrió levemente sus ojos en sorpresa y accedió a escuchar. —En lugar de salir por el lado Norte, debería ser nuestra entrada. Al rodear la zona, les cerraremos las posibilidades de escabullirse... -Jin siguió relatando su idea, sólo habían sido unos cambios pequeños pero muy significantes, cosa que hizo al agente a cargo replantearse la acción.

—Tu idea es buena. –Reflexionó mirando los papeles. —Supongo que haremos esos cambios.

Con ayuda de Jin, el agente Choi volvió a diseñar aquel plano, incluso Kim se les unió; encantado de ver al menor tan entregado en realizar las cosas según lo pedido, ignorante totalmente de que aquella información era un plan del peli rosa para poder escapar sin ser descubierto.

Si regresaba a Seúl, estaba seguro que ya no podría tener la misma suerte que ahora tenía en sus manos. Estando encerrado no podría encontrar a su gente y sin importar que el agente Kim lo había tratado bien en todo ese tiempo y estaba sumamente agradecido por ello, pero le importaba más YoonGi y su compañeros.

—Muy bien. Este es el nuevo plan.

El hombre mayor comenzó con su explicación, Jin maquinaba en su mente como escaparía, pero lo que aún no sabía, era adonde tenía que ir. Vagamente recordaba que el rubio mencionó algo sobre una cabaña en el campo, pero no tenía idea de cómo llegar ahí. Era la primera vez que pisaba Daegu y se sentía perdido. Quería regresar con los suyos lo más rápido posible.

—Lo hiciste bien. –La suave voz del azabache lo trajo de regreso.

—Gracias. –Respondió simple.

—Es hora de la cena. –Dijo el mayor para que todos escucharan.

Regresaron al cuartel, en la madrugada sería aquella emboscada, su única oportunidad.