Las paredes están cubiertas por un papel color beige con finas rayas blancas haciendo un buen contraste con la cahoba de los muebles y puertas.
El espacio no es muy amplio, pero el suficiente como para hacerte sentir seguro e íntimo cuando es necesario.
Hay una enorme pared llena de estanterías donde no queda ni un pequeño hueco por llenar de libros, no alcanzo a leer muy bien los títulos, pero la mayoría seguramente hablen de la mente humana.
El asiento de cuero es bastante cómodo y cliché para una consulta de un psicólogo.
Mis pies se mueven sobre el sillón reclinable, podía haber optado por el sofá de dos plazas, pero quería saber lo que se siente en este sillón tan típico de consulta.
"¿Y bien Louis?"
Había estado tan inmerso observando su despacho que no le presté atención en lo absoluto.
Mis ojos giran hacia el beta que yace sentado frente a mí con un cuaderno en su mano apoyado en su rodilla y un bolígrafo en la otra.
El doctor Smith no tendrá más de treinta años, sus ojos marrones escondidos tras los cristales de sus gafas de pasta reflejan cansancio. ¿Habré sido la tercera, cuarta? ¿quinta cita? No me importa.
"¿Qué decías?" formulo sin pena por haberle ignorado, es la cuarta sesión que tengo con él y lo cierto es que ya hay un poco de confianza entre ambos.
"Tu relación con tu padre. ¿Cómo fue?"
Me hundo más en el sillón y cierro los ojos, hace mucho que no pienso en él, nunca tuvo el derecho de permanecer por mi mente más de lo debido, no se lo merecía.
"¿Mala?"
"Necesito que seas más concreto" pide el doctor Smith.
"No entiendo que tiene que ver mi progenitor con que haya tenido una relación mala en el pasado que me haya hecho sentir inseguro" respondo seco.
"Aunque no lo creas, la mayoría de cosas que acontecen en el ámbito familiar cuando se es pequeño repercuten en el futuro y en la forma de relacionarse con los demás ya sea social, emocional o sexualmente".
Suspiro.
"Tómate tu tiempo, sin presiones".
(Hace cinco años)
Mamá está dormida, lo sé porque no se escuchan ruidos de platos o trastos en la cocina, la casa está subida en un sepulcral silencio bastante asfixiante porque a las 7:30 de la mañana, eso solo puede significar una cosa.
Bajo con cuidado las escaleras conteniendo la respiración, no quiero hacer ruido y despertar a nadie, en especial a Tom, pero es obvio que él está despierto, Tom siempre lo está.
Reclinado en su sillón especial bebiendo de una de las tantas latas de cerveza que me obliga comprar diariamente a pesar de que soy menor y no puedo conseguirlas, bueno, siempre acabo obteniendo ya que el vendedor de la tienda de la esquina dice que "me porto bien". Es un viejo amigo de Tom y siempre le hago favores a petición de papá.
Me encuentro en el umbral de la puerta observándole, tiene la mirada perdida en un partido de fútbol, seguramente repetido, las luces se proyectan sobre su cara, sus ojos están fijos sin moverse en lo más mínimo, pero sé que está consciente y despierto cuando mueve su mano para beber de la lata. Una vez acabada la tira y agarra otra.
"¿Qué haces ahí parado?" pregunta sin apartar la vista de la televisión. Su voz gruesa retumba en mis oídos, ni si quiera baja la voz para no despertar a mamá o a la pequeña Lottie. "¿Es que no me has escuchado?"
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Instinto
FanfictionPasos apresurados, mirada gacha, latidos desmesurados y alfas observándolo desde la distancia, todos saben las consecuencias de acercarte a ese lindo y pequeño omega de ojos oceánicos. Nadie quiere pagar ese precio, nadie quiere arriesgarse porque é...