La luz de la mañana se filtraba por la ventana y mis ojos trataban de cerrarse con más fuerza para que no me molestase más aún la claridad, había sido muy mala idea no bajar la persiana por la noche pero, a decir verdad, ni tan si quiera se me pasó por la cabeza hacer algo así cuando estaba tumbado en la cama con Harry compartiendo un momento de intimidad, de roces sin ser buscados o con dobles intenciones, de secretos y miedo compartidos.
Mi rostro trató de hundirse en la almohada lo más posible para que el brillo no me molestase más y así poder volver a dormir, pero me di cuenta de que mi rostro no estaba precisamente en mi almohada, sino más bien en un desnudo pecho, obviamente no hizo falta abrir los ojos o tan si quiera inhalar para saber que se trataba del alfa que aún seguía en la misma cama que yo, con sus brazos agarrándome en un contacto suave y su pierna sobre mi cadera imposibilitándome el poder moverme y alejarme de él, pero ¿a quién trataba de engañar? ni mi omega ni, muy a mi pesar, yo, queríamos separarnos de él, al menos, no por ahora.
Escondí mi rostro en su cuello y lo acomodé de tal forma que su fuente de aroma se encontraba sobre mi nariz, aspiré un poco tratando de que no fuese tan obvio y que un Harry dormido no se diese cuenta, no sé si realmente se percató de ello porque con aquel aroma a tierra mojada y lluvia volví a quedar dormido.
La segunda vez que desperté tampoco abrí los ojos directamente porque un soplo me lo impidió,mis orbes cerrándose con fuerza en acto reflejo. Mi nariz y mis labios se fruncieron en molestia y luego unas risas de fondo hicieron que definitivamente abriese los ojos y lo que vi me dejó fascinado y sin habla aunque jamás lo admitiría en voz alta.
Harry tenía cara de recién despierto, sus ojos esmeralda brillaban con intensidad y estaban un poco hinchados, sus revoltosos y rizados mechones caían sin despreocupación por su rostro debido a una cola recogida por la noche que había comenzado a deshacerse a medida que las horas iban pasando. Sus heridas estaban lejos de afearle el rostro, más bien le daban un toque de misterio y deseo, sus hoyuelos remarcados eran un jodido festín y sus blancos dientes deslumbraban más que el mismísimo sol, parecía creado por los mismos dioses, una obra de arte que no todos los mortales debíamos tener el derecho de poder observar.
"Buenos días omega" si el verlo recién despierto a pocos centímetros de mi cara me parecía gloria bendita, nada se asemejaba a su voz grave a primera hora de la mañana.
Sentí la boca pastosa y los labios secos, pero a pesar de ello una sonrisa se formó en mi rostro de forma sorprendentemente natural.
Escondí mi rostro en la almohada y gruñí bajo para que viese que estaba en desacuerdo.
"Eres malo" me quejé con la voz amortiguada.
Más risas sonaron provenientes de él y eso solo me hinchaba más el pecho de algo extraño pero agradable.
"No puedes despertarme de esa manera..." continué con mi queja.
Sus dedos rozaron la parte expuesta de mi cadera y toda mi piel se erizó con aquel simple contacto. Comenzó a trazar círculos en esa zona donde mi camiseta del pijama se encontraba subida y un ronroneo estúpido se escapó de mis labios. Mi omega sintiéndose complacido por aquella proximidad necesitando de más.
"Vaya, veo que a alguien le gusta".
"Oh cállate Harry, sabes que es mi omega" respondí con molestia fingida. "Además, no me cambies de tema, estoy molesto".
"¿Ah sí?"
"Sí".
Su dedo dejó de recorrer mi piel, se limitó a posarse en ella sin hacer movimiento alguno y por mucho que tratase de controlar a mi omega, éste me ignoró y me movió hacia el alfa para que supiese que quería más caricias.
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Instinto
أدب الهواةPasos apresurados, mirada gacha, latidos desmesurados y alfas observándolo desde la distancia, todos saben las consecuencias de acercarte a ese lindo y pequeño omega de ojos oceánicos. Nadie quiere pagar ese precio, nadie quiere arriesgarse porque é...