7

5.2K 628 221
                                    

De nuevo había una sonrisa en su rostro, caminaba dulcemente, como siempre lo hacía, hacia el chico de cabello rizado que lo esperaba junto con su amigo y otra persona, supuso que Roy le había hecho caso y había cambiado el boleto que él le había obsequiado, ya que estaban bastante juntos.

Cuando estuvo más cerca, Emilio caminó hacia él rápidamente y lo tomó de las mejillas, besándolo apenas lo hizo, claramente extrañaba juntar sus labios con los del pequeño. Y Joaquín no se quejaba, por supuesto que no se quejaba, si por él fuera besaría a Emilio todo el bendito día, sin cansancio.

Movían sus labios al ritmo del otro, la lengua del rizado lamía los del menor con ganas, Joaquín sólo se dejaba hacer, él no era muy experto que digamos y sólo quería que Emilio hiciese lo que quisiera con sus labios.

Hasta que se separaron con un chasquido y ambos lamieron sus propios labios, probando el sabor del otro.

–-Emi —susurró Joaquín mirándolo a los ojos —ni siquiera me diste tiempo que cambiarte el boleto, ¿qué tal si no era veintiuno?

—Te iba a besar, de todos modos.

Joaquín sonrió tiernamente y suspiró, llevó ambas manos al cuello del mayor, rodeándolo, Emilio lo tomó de su delgada cintura y lo abrazó contra él.

—La chica que está con Roy —comenzó a decir el menor —¿sí cambió el boleto...?

—Lo hizo, realmente lo hizo, —respondió Emilio —lo cual fue raro porque el vato siempre me hablaba de lo bonita que era esa chica y no sé qué tanto. Ayer me habló en la madrugada a decirme que la había besado, ¿puedes creerlo? Ahorita andan como chicle.

Joaquín sonrió, porque había logrado su cometido. Y estaba feliz, porque a él le había pasado lo mismo, si no fuera por sus boletos del autobús con el número veintiuno él nunca le habría hablado a Emilio, de verdad, nunca.

—Me alegro mucho, Emi.

Se alejaron, rompiendo el abrazo y se miraron.

—¿Quisieras ir por un helado o algo, Joaco? —preguntó Emilio, sin dejar de mirar la carita sonrojada del pequeño.

—¿Como... ya? —preguntó confundido.

—No, no, o sea, en la salida, ya sabes.

Joaquín y abrió sus labios y se quedó en silenció un par de segundos, —Está bien, no veo por qué no —dijo y sonrió.

Esa sonrisa que Emilio tanto amaba.

Y antes de que se fueran a su salón de clases, Joaquín le tendió el boleto que sumaba 21, quería que él los tuviera todos, aunque uno lo tenía Roy, pero eso no importaba.

En la salida, Emilio ya esperaba a Joaquín en una banca casi en la entrada, había terminado primero y salió, obviamente, primero.

—Hey, bonito.

—Hola, Emilio.

Así que se encaminaron hacia la plaza más cercana, sus manos amenazando con entrelazarse. Aunque sus sonrisas no se fueron de su rostro. Cuando estuvieron frente a las grandes puertas del lugar entraron y después de unos cuantos minutos estaban sentados en una de las mesas del área de comida, disfrutando de un helado y platicando trivialmente.

¿Cómo es que había pasado todo? En serio, ¿por qué justo ahora estaban hablando con mucha comodidad cuando hace unos días ni siquiera se hablaban?

"Gracias a quién sea que haya dicho que el 21 en los boletos del autobús podían cambiarse por un beso de alguien. Sea quién sea, diosito te bendiga."

Joaquín estaba realmente feliz.

Y Emilio no se quedaba atrás, por supuesto.

21 [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora