9

4.8K 629 559
                                    

–-Bu.

—¡Ay! —volteó rápidamente el menor y llevó su mano a su pecho, abriendo más sus ojitos —Emilio, me asustaste —habló y se acercó al rizado, quien sonreía victorioso —¿por qué hiciste eso?

Emilio lo rodeó con sus brazos y rió.

—Te asustas muy fácil, Joaco.

El menor rió de igual manera y lo abrazó de vuelta.

—Me tomaste desprevenido, tonto.

Duraron unos segundos más en los brazos del otro, disfrutando aquel precioso abrazo.

—¿Tienes algo para mí? —preguntó Emilio, esperando tener el pequeño boleto con el número 21.

Necesitaba besarlo, ya.

—Sip —respondió Joaquín y metió su mano a su bolsillo delantero de tu pantalón beige. De nuevo no había recibido ningún 21 el día de hoy, pero era uno de los que había encontrado en su cartera (que ya se le habían terminado, no había encontrado los suficientes como le hubiera gustado).

—Ten —le tendió el dicho boleto y sonrió.

Emilio lo tomó y sin realmente contar los números, se acercó a Joaquín y lo tomó de sus mejillas, acercándolo aún más hasta que sus labios tocaron con los de él, haciendo una ligera presión al principio para luego abrirlos y besarlo bien.

Joaquín amaba tanto esos besos.

Cuando se separon ambos lamieron sus propios labios y suspiraron, sus mejillas estaban sonrojadas.

—¿Vamos adentro? —preguntó Emilio, tomando con suavidad la manita de Joaquín, entrelazándola.

—Sí, vamos, aún no son las siete, ¿verdad?

—No, bonito, llegamos temprano —así que, sin soltar sus manos, caminaron hacia adentro de la prepa—¿Quieres ir con mis amigos, Joaco? —preguntó el rizado y se detuvieron, mirándose —te pregunto porque no sé si te incomode o algo así, sino nos vamos los dos a una de las bancas y platicamos, ¿mh?

—No me molesta ir con tus amigos, no te preocupes, vamos.

Así que allá fueron.









Ambos estaban sentados uno a lado del otro, la mano de Emilio acariciaba con suavidad la rodilla de Joaquín y éste tenía recargada su mejilla en el hombro del rizado, escuchando a sus amigos hablar y bromear.

—Oigan, —habló Melanie —entonces.
ustedes... no son novios, ¿verdad? —preguntó mirando a Emilio y al pequeño a su lado.

Ambos se quedaron callados, sin saber qué realmente responder.

—Mmh... —comenzó el mayor —no lo somos, pero —aclaró rápidamente —no aún.

Las mejillas de Joaquín se sonrojaron notablemente.

—Wey, pero ¿por qué se besan, entonces? —soltó Alex, confundido.

—Alex, no mames, no siempre los que se besan son novios, ¿en qué siglo vives? —habló Denisse.

—Wey, estoy preguntando, o sea, ¿por qué no ser novios si ya se besan bien bonito y como si nada?

—Pues déjalos, wey, que vivan su vida, sus razones tendrán.

Amaban a Denisse.

Joaquín lamió su labio inferior y subió su mirada, conectándola con la de Emilio, quien lo miraba avergonzado.

—Perdón, precioso —susurró, escuchando las voces de sus amigos peleado por lo anterior —si quieres nos vamos ya.

—Está bien, Emi, no pasa nada, no dijeron nada malo.

Joaquín era una persona preciosa, ¿ya lo había dicho?










Caminaban lentamente por la banqueta, Emilio rodeaba con uno de sus brazos los hombros del pequeño y Joaquín tomaba la mano del rizado que estaba en su hombro. No hablaban, pero el silencio realmente no era incómodo, al contrario, era lindo.

Pero Joaquín había pensando mucho sobre la conversación que habían tenido antes los amigos de Emilio, así que se detuvo poco a poco y volteó a mirar al mayor.

—¿Qué pasa, Joaco? —preguntó extrañado y lo miró atento.

—¿P-Podemos hablar allí? —preguntó y señaló una banca cerca de un árbol, Emilio asintió diciendo un sí, obvio, vamos —Gracias.

Así que caminaron hacia ahí y tomaron asiento.

—Es que yo estaba pensando, Emi —comenzó Joaquín —y... o sea, ¿quieres ser mi novio? —soltó, interrumpiéndose de inmediato —quiero decir, sólo cómo- si quisieras, no te estoy pidiendo que seas mi novio justo ahora, sólo- si quisieras, ¿entiendes? alguna vez. Si no quisieras está bien, porque sólo te estoy preguntando porque tú le dijiste a tu amiga que aún no, y ese aún me pareció como sospechoso entonces creí que que quizá lo decías porque ahorita no quisieras pero en un futuro a lo mejor sí, pero-

Se interrumpió y se calló, tomando aire y mirando a Emilio, quien lo miraba con una pequeña sonrisa.

—Perdón, lo hice de nuevo —susurró el menor, sintiendo sus mejillas arder.

—No te preocupes, me encanta cuando hablas, tu voz es preciosa, aunque ya te lo había dicho —dijo Emilio y acercó su rostro al de Joaquín hasta rozar la punta de su nariz con la de él, —¿sabes, Joaco? —comenzó a hablar suavemente —por supuesto que me gustaría ser tu novio, bebito, por supuesto que sí, pero, ¿no te parece demasiado rápido? O sea, a mí tu me gustas muchísimo, eso tenlo por seguro, pero, ¿no crees que debamos conocernos un poco más? Platicar, salir a caminar, no lo sé, y luego después, somos novios, ¿qué dices, mh?

Joaquín sonrió en grande y comenzó a asentir con la cabeza rápidamente —Sí, sí, me parece muy bien, Emilio, sí —dijo con emoción, aunque luego borró su sonrisa y se alejó, frunciendo el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó confundido el rizado.

—Pero... seguirás besándome, ¿cierto? —preguntó Joaquín haciendo un puchero involuntario.

Emilio rió por la nariz y se acercó de nuevo al pequeño, llevando una de sus manos a su mejilla, acariciándola suavemente —Por supuesto que seguiré besándote, Joaco, todo lo que quieras, ni siquiera tienes que cambiarme ningún boleto, si tú quieres besarme sólo hazlo, ¿sí, bebito?

—Pero los boletos son para cambiar por besos, Emi.

—Bueno, puedes seguir cambiándome tus boletos, pero —aclaró — cuando lo te salga un veintiuno, Joaquín, aún así voy a querer besarte, ¿entiendes?

El menor asintió y sonrió tiernamente, acercándose y, con un poco de timidez, dejó un pequeño beso en los labios del otro, separándose rápidamente y abrazándolo fuertemente, intentando cubrir su sonrojo.

Y ambos sonrieron, tan felices.

Lo estaban, demasiado.

21 [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora