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No había nada.

No quería sentir nada.

Caminé por las calles de Seúl hasta llegar a la empresa de Cube Entertainment.

Mis prendas chorreaban agua, estaba empapada pero ya no me importaba nada.

Me adentré en el edificio, entrando por recepción.

Las empleadas me miraban y susurraba entre sí, sin tener mucho contacto conmigo.

El ceo ya les habrá informado supongo─pensé.

Pasé mi tarjeta por el costado de la puerta, y accedí al edificio.

Di vueltas por los enormes pasillos a los que me había acostumbrado en tan poco tiempo.

T/n, verdad?─escuché una voz.

Me giré para encontrarme con una de las chicas que trabajaba en el edificio.

La mujer metió su mano dentro de uno de sus bolsillos y sacó una tarjeta que parecía contener una clave.

Toma─me la entrega─Me han dicho que te diera el código de la sala 3.

Asentí y le agradecí a la vez que tomé la tarjeta. Se despidió y retiro al minuto después.

Me encamine hacia la sala perteneciente a aquel código.

No estaba segura de que pensar, que debía a hacer. A quien obedecer y a quien no.

Pero de lo que sí estaba segura, era de que no tenía intención alguna de arruinar aquel grupo de chicas tan buenas que me habían recibido de la mejor manera en su vida.

Llegué a aquel desdichado cuarto y me detuve frente a la puerta.

Miré a mis alrededores, y veía algunas luces ya apagadas y gente yéndose.

Puse el código y accedí a la habitación. Una habitación simple, escritorio lleno de cosas, una silla, un sillón y otro par de cosas más que ni me dediqué a mirar.

Saqué mi abrigo que estaba mojado y lo colgué en el respaldo de aquella silla sin más para luego tumbarme en el sillón que se encontraba a un par de pasos.

Me sobresalte ante el ruido de alguien tocando la puerta.

¿Quién es?─pregunté en un tono bajo.

La persona detrás de la puerta no se vio inmutada. No dio respuesta. Vi la sombra de su cabeza mirar hacia ambos costados para luego escuchar el ruido del teclado del código de la puerta.

Pero que-

La puerta se abrió y una castaña se abalanzó sobre mí, rodeandome en sus brazos.

La empuje para despegarla y mirarla a los ojos.

¿Que haces aquí?

Sorn escuchó por Minnie lo que sucedió─dijo desesperada la castaña.

Ah..─solté en un suspiro─Entonces sabes que no deberías estar aquí.

No, no te dejaré sola─afirmó Elkie─Y soy de otro grupo, aquello no aplica al mío.

Aún así Elkie no quiero problemas, el ceo ya me lo aclaró─me quejé fría.

T/n..─tomó mi brazo─Porfavor..

Consiguientemente, la castaña me envolvió alarmada en sus brazos para apretarme bien fuerte.

Es difícil, duele, lo sé─me susurró─Dejate ayudar.

Me rompí ante sus palabras.

Toda confianza o madurez que había construido se vino abajo en lo que me aferre a su abrazo clavando mis manos en el abrigo que cubría su espalda.

Sentí un suspiro por parte de la mayor, aliviada al verme ceder. Me recargó en su abrazo y aseguró de hacerme sentir segura en cada rincón, sosteniendo cada parte de mi cuerpo.

Mis lágrimas empezaron a brotar, mojando por completo el hombro de la contraria.

Nos quedamos en esa posición por un largo rato, hasta que suavemente me separé y enfrenté sus ojos.

Hablamos por un buen rato, en el cuál Elkie no dejó de sostener mi mano en ningún momento.

Mañana vendré por ti de vuelta, si?─me sonrió la castaña

Está bien, pero no te metas en problemas porfavor─le dije preocupada.

La mayor me miró con una sonrisa en todo su rostro.

No me meteré en ningún problema─dijo sonriente─Y nada hará que te deje sola.

Abrió la puerta y cuando se estaba por ir se detuvo ante mi voz.

Elkie

Giró a verme.

Gracias por todo.

La castaña se abalanzó rápidamente para depositarme un beso en la mejilla y irse con una enorme sonrisa.




 𝙆𝙞𝙣𝙙𝙡𝙮 𝙍𝙚𝙖𝙘𝙝𝙞𝙣𝙜 𝙔𝙤𝙪 ||| Soojin y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora