Carta V

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Para ti,

Hace días que he estado más tranquila en cuestiones del corazón.

Esa necesidad constante que me oprimía el pecho fue disminuyendo en intensidad y las ganas de llorar están bajando de manera simultánea, aunque claro, tengo mis momentos.

Te contaré un poco lo que he hecho:

Hace un par de días me corté el cabello; no para "cerrar ciclos", sino porque realmente fue un accidente. Hacía ya rato que quería rizarme el cabello pero no te había contado porque pensé que era una idea un poco loca. Aun así me atreví, pero tú sabes cuántas veces me teñí el cabello en el pasado y éste no aguantó los nuevos químicos que le eché en la permanente. ¿Has visto los pelos de elote cuando los hierven? Bueno, mi cabello lucía igual después de la permanente, incluso unos mechones se rompieron. Me dolió mucho verlo de esa forma así que hablé con mi abuela y le pedí que me lo cortara para que sanara lo antes posible sin miramientos a lo corto que quedaría después de usar sus tijeras y manos expertas. Hoy mi cabello llega hasta mi mandíbula y está ondulado. Fue raro en un inicio pues era una chica de cabello largo hasta la espalda media y lacio, pero ya aprendí a no pelear mucho con él.

Un par de días después entré nuevamente a la Universidad para empezar a cursar mi segundo año. Llegué a la Ciudad de México después de muchas salidas con amigas en Iguala para encontrarme con mis roomies. Pawi me vio el cabello y empezó a llorar, aunque no dejó de hacerle cumplidos constantemente y aproveché para contarle lo que había pasado entre tú y yo de manera más calmada ya que antes lo había hecho por teléfono; Pawi secó mis lágrimas en cada instante con sus palabras; ella sabe escuchar. Jacky no creía mi cambio de imagen ni que fuera un hecho que entre tú y yo ya no había nada. "Es que no te lo creo. Pensé que todas las relaciones se acabarían y después la de ustedes.". Gris me dijo que era momento de salir a bailar y olvidarte con alguien más. "¡ES HORA DE PERREAR!" Yamel no dijo mucho, pero ahorita te contaré un poco más lo que hice con ella. No vi a Carito hasta el siguiente día de mi llegada pues se había ido a pasar la noche en el departamento de su no-novia, Sofi.

Carito y Pawi fueron las únicas a las que les expliqué bien cómo me sentía por la ruptura y me permití incluso llorar frente a ellas una tarde en la que tomé una foto nuestra pegada a mi puerta donde llevabas toga y mirabas a la cámara mientras yo te veía a ti con la sonrisa más grande del universo y por más que traté de romperla, el plástico fue más fuerte frente a mis débiles brazos así que tomé un rastrillo que había sobre la mesita del cuarto y arañé la foto hasta que un trozo de la imagen se desprendió; cuando caí en cuenta de lo que había hecho tomé ese pedazo y lo uní entre llanto de arrepentimiento y dolor. Pawi y Carito me volvieron a consolar ese día.

Por otro lado entré a un nuevo trimestre y comenzamos el módulo "Alimentación en el individuo sano", pero me tocó la peor maestra que podía impartir el curso, así que quedé de acuerdo con Yamel para hacer permuta de grupo y ella aceptó debido a que buscará trabajar para no regresar a su pueblo hasta que sea extremadamente necesario. Mi nueva maestra se llama Claudia y es nutrióloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, al igual que yo también quiero serlo pronto; hizo su maestría en España y el Doctorado en Estados Unidos. Llevaré un poco de anatomía y fisiología enfocada a nutrición este trimestre así como química de los alimentos lo cual me hace estar muy emocionada por seguir viendo lo que mi carrera me puede ofrecer.

Un día antes de volver a Iguala por las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, Pawi y yo colocamos luces navideñas sobre las cortinas para hacer el cuarto más festivo con la época. Vaya, faltaban 6 días para Navidad. Ese jueves me había quedado sola en el cuarto y había tomado una siesta de tres horas porque de alguna manera estaba extremadamente cansada. Cuando desperté eran las siete de la tarde, el sol se había ido y la única luz en el cuarto provenía de los foquitos amarillos que se extendían sobre las cortinas y recordé cuando esa serie de luces una vez decoró un dibujo nuestro que Carito había dibujado para ambos. No aguanté la nostalgia y empecé a llorar entre hipidos y sollozos. Le envié un mensaje a Carito diciéndole que si no podía salir de su cuarto y venir al mío pues quería un abrazo. Ella no tardó más de un minuto cuando abrió la puerta envuelta en una sábana por el frío decembrino y se acostó conmigo mientras le di paso al llanto y sobaba mi espalda para hacer calmar mi corazón roto. "Yo sé que estás lastimada y lo quisiste demasiado, Mon. Diste más de lo que recibiste. Tu capacidad de amar es inmensa," dijo. Poco a poco me calmé y subí con Carito hasta su cuarto para quedarme a estudiar un poco de anatomía hasta que bajamos a formar parte de un convivio de fin de año que nuestros caseros nos organizaron con refresco, papas y un pozole... con nopales; eso fue muy raro, pero debo aceptar que a diferencia de todos los pozoles que he probado en mi vida, ese ha sido el más rico. Ahora sé que el secreto radica en cocinar el cerdo por separado y no añadirlo al plato para que no sepa a rayos.

Al siguiente día, antes de las tres de la tarde, llegué a Iguala para iniciar mis vacaciones de dos semanas. Fin.

El motivo de esta carta fue para contarte un poco de lo que he hecho en estos últimos días. Perdón por bloquearte de mis redes sociales, no lo hice porque te odio, sino porque en serio no puedo entablar una amistad contigo en estos momentos de mi vida como tú quisieras porque me duele mucho aún amarte de esta forma y renunciar a ti constantemente.

De verdad te extraño y siento que mi cuerpo duele; tal vez sea la costumbre, o quizá sea porque te uniste tanto a mí que ni arrancado cada pedazo tuyo de mi persona puedo ser yo otra vez. Sigo sangrando de vez en cuando y la cicatriz no se ha formado. Sí, niño, mi cuerpo duele; aún me dueles.

M.

Los Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora