Carta VIII

56 3 0
                                        

Para Mon,

Pasar con una buenísima nota un trimestre que estuvo lleno de dolores del corazón no está para nada mal. No sé cómo pero lo he logrado y he vencido.

A pesar de que mi curso fue algo muy diferente a lo que esperaba, amé todo lo que aprendí, a excepción del primer caso de nutrición clínica. Sí, debo confesar que me decepcioné tanto de esa parte que hasta me dolió y después de clase le dije a mi amigo Esteban "En serio no quiero hacer una maestría en eso. Sé que eso antes era mi sueño pero ahora que lo veo en práctica y recuerdo lo que he aprendido en trimestres pasados te puedo decir que aunque me patee el trasero, amo la química. Amo ver lo pequeño de las cosas y cómo esto se vuelve cada vez más grande y, wey, te juro que tiene sentido. De pequeña mi mamá me regalaba juegos de química y corría por toda la casa diciendo que quería ser una gran científica y sé que aún faltan años para eso y que primero debo terminar mi licenciatura; pero siento que estoy teniendo por fin un nuevo sueño y vale la pena volverme un poco loca por eso, ¿no?". Esteban sonrió y me hizo una observación: "¿Te das cuenta que es tu primer sueño donde ya no figura tu ex?". Tenía muchísima razón. Ese siempre fue mi primer sueño.

Yamel, Gris y yo conectamos muchísimo más en este trimestre entre salidas, apoyo, llanto y mucha pero mucha comida ya que siempre apoyaba sus ideas de cenas extravagantes pues ellas volvían tarde a casa debido a que Yamel trabajaba y Gris tenía que atender pacientes en clínica. "Haremos un maratón de cenas esta semana", dijo Gris un lunes en la noche para el martes cenar hot dogs; el miércoles, enchiladas; el jueves, tacos dorados de requesón desabrido con zanahoria debido a nuestra pobreza foránea; y el viernes, para finalizar, nos lucimos con pan dulce, pizza fría, licuados y nieve, entre otras cosas deliciosas.

Paola fue por primera vez en su vida a Iguala donde conoció a mi familia y salió con ella a comer y a turistear sin que los 36ºC la molestaran ni un poco. Fuimos a la feria de mi pueblo a comer, ver a Moderatto y subirnos a juegos mecánicos de precaria seguridad y caí en cuenta de lo mucho que extrañaba mi Igualita y por más que haya tratado de huir de ahí en su momento por el recuerdo de él, necesitaba esa ciudad y todo el amor que me envolvía al pisar mi tierra.

Poco a poco me di cuenta de que volvía a disfrutar las cosas pequeñas de la vida como un café cargadito, 15 minutos más de sueño sin la idea de no querer ir a la escuela, un baño de belleza, una salida a comer para después bailar un rato. Estaba experimentado el amor en todas sus formas nuevamente sin tener el romanticismo en mi mente y lo estaba disfrutando más de lo que pude haber imaginado en su momento.

No sé si me estaba olvidando de mi primer amor, pero sí que me estaba divirtiendo con esta nueva versión mía: más libre, más ligera, más en paz. Estaba volviendo a sonreír en un cuerpo que empezaba a querer, cargaba un nuevo estilo que estaba aprendiendo a disfrutar y me hallaba en una etapa de mi vida que quería que me enseñara todo de mí para en un futuro poder decir "Sé quién soy, conozco cada aspecto y falla de mí y he trabajado, y cada día seguiré trabajando; pero juro que me amo como jamás creí poder amar".

Ya no le escribo a quien creí que sería el amor de mi vida porque todo lo he dicho; hoy, después de tantas batallas me escribo a mí para ver cuánto he pasado, cuánto he vivido y cuánto he amado. Esta es una carta de amor hacia mí que tuvo que ser escrita hace muchísimo tiempo pero nunca es tarde, dicen por ahí; y, si eso es verdad, me siento muy a tiempo.

Hoy me quiero conocer con todas las fuerzas de mi corazón; deseo saber quién soy y no parar hasta estar satisfecha. Añoro construirme una vez más y sé que me va a costar, pero no tengo dudas de que lo voy a lograr.

-M.

Los Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora