Día 4

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Ese día fui a ver a Yesy a su casa con la intención de estar en un espacio que me diera la libertad de externar mis sentimientos sin miedo alguno, aunque mi plan no resultó cómo lo esperaba.

En ningún momento hablé de ti.

Todo fue plática, chistes, risas y un platillo casero hecho por la mamá de Yesy, quien tuvo que llevar a sus dos hijas al dentista, y fue entonces cuando mi visita terminó.

La mamá de Yes me llevó hasta el centro de Iguala, ya que llevarme a mi casa implicaría un desvío muy grande para ellas.

Una vez en el centro, una figura a lo lejos alzó las manos buscando mi atención.

—¿Mamá? —La figura de mi madre se acercó a mí muy sonriente—. ¿Qué andas haciendo por aquí?

—Vine a comprar comida. Pensé que estarías con Yesy.

—Vengo de allá. Su mamá me aventó aquí; tenía que llevar a Ane y a Yes al dentista.

—¡Oh! Entiendo, entonces acompáñame —me dijo, feliz—. No creí que te encontraría aquí, me alegro mucho.

—Yo tampoco. Las sorpresas de la vida, supongo.

—Así es. Cuando menos planeas las cosas, más sorpresas te da la vida. Ahora vamos por unas fresas con crema.

La sonrisa que le di en respuesta fue genuina.

-:-:-

Mamá tenía razón: aunque esperé ese día tener un espacio para poder llorar, recibí en cambio una plática con una hermosa amiga, un platillo caliente en mi estómago, una salida improvisada con mi madre y fue hasta la mañana siguiente que noté lo lejos que estuvo mi mente de tu persona, lo cual me hizo darme cuenta que poco a poco, los días sin ti se harían más fáciles.

Los Días Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora