Capítulo 4.

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De una cosa estaba segura Seulgi en la vida, y era que nunca podría olvidar ese rostro alguna vez.

Estaba allí, Joohyun estaba allí, en su restaurante.

Quiso hacerce creer que era una simple alucinación, que sus pesadillas ahora se habían transformado en espejismos de lo que ella realmente anhelaba ver, de lo que deseaba volver a sentir. Esa chica no podía ser Joohyun, Joohyun había muerto por su culpa, y era imposible que la chica que ahora estaba hablando con Momo en su oficina fuera la pequeña.

Solo debería estar confundiéndola con alguien más, eso era muy posible y los más lógico.

Porque una cosa era que su ser estuviera podrido y el remordimiento predominara en el cuerpo de lo que alguna vez fue Kang Seulgi, y otra muy distinta era que estuviera enloqueciendo y que el recuerdo de Joohyun le atormentara hasta en su vida normal.

Había llegado temprano, como siempre, al restaurante. Mabel ya estaba preparando las órdenes de los clientes de la mañana, los meseros iban de acá para allá y Momo había estado esperando que la chica a la que contrataría hiciera acto de presencia por allí.

Seulgi se hizo cargo de unos pedidos que estaban siendo descargados en la parte trasera del restaurante, con ayuda de Yeri, que por ahora no estaba sirviendo a los clientes como todos los demás. Ella firmaba y encargaba, Yeri ayudaba a descargar las cajas del gran camión, mientras hablaba con el chico que lo conducía. Momo debía estar con la nueva chica que quisiera el puesto de mesera, y una vez que terminó de arreglar la documentación con el chico del camión, prefirió ayudar a la chica con su labor encomendada.

Pero todo se ha volteado para ella cuando vislumbró a la chica sentada frente a Momo. Era una mujer de cabello largo y rizado, su piel era bastante pálida, y su rostro estaba plasmado una expresión seria, asintiendo a algo que le estuviera diciendo Momo.

El aliento dejo el cuerpo de Seulgi, cuando se decidió por acercarse a hacer lo que tenía en mente; ayudar con la gestión; pero a medida que se acercaba más y más a esa chica, su corazón se encogía por centímetros, y su cerebro le decía que abortara la misión, que saliera de ahí cuanto antes.

Pero ignorando todo eso, sin razón aparente, llegó hasta el escritorio donde estaban ambas: empleador y empleado.

—... Eso sería todo, Irene... ¡Oh Seulgi! Mira, ella es Irene Booker, la nueva mesera.

La chica se percató de la tercera persona en la habitación, la que se llamaba Seulgi, ella que no podía ser la misma de la que quería vengarse. Su respiración se detuvo en cuanto la vio. Estaba allí, siguiendo con su vida normal, como ella no pudo hacerlo. Estaba allí, más cambiada que nunca. El rostro pálido, como si estuviera viendo a un muerto (probablemente era por eso), su cabello estaba más largo, y sus ojos cafés, ahora apagados y sin brillo, eran sucedidos por unas ojeras marcadas.

— Uh, Irene, claro.- Seulgi pareció salir de algún tipo de trance de indecisión, y estiró su mano, dubitativamente, en espera de que Irene se la estrechara.- Kang Seulgi, dueña del restaurante.

El corazón de Joohyun se detuvo en el momento que supo que tendría que tocar su mano, sentir su piel nuevamente, pero más fue sus sorpresa al percatarse de la sensación que le invadió terriblemente. Su cuerpo se paralizó al cien por ciento, y sus ojos se estaban aguando. No quería llorar. No quería tocarle, no quería ser débil otra vez.

¡No dejes que vuelva a tocarme, Nayeon! ¡Por favor!

¡Está ahí. Alejala de mi, te lo ruego!

Yo no la quiero más. Quiero que pague por lo que me hizo.

La odio.

Recordó rápidamente los años que sufrió, el tiempo en el que le costó ser medianamente normal, sin lograr serlo realmente, todas las lágrimas que derramó, la muerte de la mujer que le dio la vida, su supuesto suicido.

𝙑𝙚𝙣𝙙𝙚𝙩𝙩𝙖 - 𝙎𝙚𝙪𝙡𝙧𝙚𝙣𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora