Capítulo 13 - Despertar

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Gritos. Sé que no llevaba mucho tiempo durmiendo cuando escuché un grito desgarrador que fue seguido por tres más hasta que pude reaccionar. La luz de las farolas lejanas del jardín y la luna me permitían ver un poco la habitación. David estaba a mi lado gritando y retorciéndose como si le estuvieran matando, puse mis manos en su pecho para que se estuviera quieto y pronuncié su nombre cuatro veces sin éxito. Mis manos estaban mojadas por su sudor y tuve que agarrarlo por los brazos para que no se me escapara y cortar las sacudidas.

—David por favor.

Abrió los ojos y su primer instinto fue empujar mis manos y sentarse rápidamente quedando frente a mi, yo me encogí del susto y él suspiró.

—Soy Lydia, estoy aquí. Todo está bien. 

Me miró antes de pasarse las manos por el pelo y soltar una gran cantidad de aire que había estado reteniendo. Apoyé mi mano en su hombro y le di un pequeño apretón pero él tiró de mi brazo pegándome a él y dándome un abrazo. Su agarre estaba en mi espalda y era fuerte, yo tardé varios segundos en asumir que David estaba abrazándome, pero luego le correspondí. Me dejé llevar un poco y cerré los ojos disfrutando el momento que sabía que iba a durar poco.  Cuando nos separamos lentamente fui consciente de que los dos estábamos en ropa interior y que hacía menos de un par de horas que yo estaba borracha quitándome la ropa para dormir con él, ahora tenía su sudor pegado a mi cuerpo.

—¿Mejor? — No respondió,  se volvió a tumbar y dio dos golpecitos en el colchón a su lado donde me tumbé.

—No puedes contárselo a nadie. —Su voz rota con súplica y muy rasgada. Una sensación de escalofríos solo de escucharlo.

—No tengo nada que contar. — Sonreí aunque no estaba segura de si podía verme. Una sonrisa en sus labios, unos instantes. Un secreto nuestro. 

****

Abrir los ojos con un dolor de cabeza que te taladra no es nada comparado con el susto que te llevas al ver que ni siquiera estás en tu casa. 

Me senté en la cama y miré a mi alrededor, la cama estaba vacía a mi lado y yo no tenía más que mi ropa interior. Mierda. Empecé a recordar cosas que pasaron y mi ataque te valentía para meterme en la cama de David. 

—Estoy loca. 

Me levanté deprisa antes que de alguien viniera y busqué mi ropa por el suelo pero no estaba. Necesitaba encontrar a Martha para que me dejara algo de vestir y que me devolviera el bolso que dejamos en su habitación. Me senté en la cama debatiendo la idea de salir en ropa interior al pasillo y llamar a su puerta, o entrar en el armario de David y coger ropa. Opté por la segunda opción y abriendo la puerta que estaba igual situada que en la habitación de Chris, entré y rebusqué para encontrar algo tipo deportivo.

Con una camiseta blanca que me anudé para que no me quedase tan larga y unos pantalones negros deportivos, salí al pasillo. No había nadie y tampoco se escuchaba nada, aunque yo siempre me adelantaba a los acontecimientos porque en cuanto puse un pie fuera de la habitación también se abrió la puerta de enfrente.  Las caras de Chris y Marcos tenían la misma expresión de sorpresa que la mía cuando los descubrí por la noche. 

—¿Que haces saliendo de ahí? 

Me miré rápidamente, salir de la habitación de David con su ropa por la mañana daba lugar a equivocaciones. — Es una historia muy larga pero para nada lo que estás pensando.

Silencio. Marcos aún tenía la ropa de la noche anterior pero Chris estaba recién duchado y con ropa de diario. —No podía volver a casa ebrio así que se quedó conmigo. Soy un buen amigo.

Los trillizos RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora